- Este 27 de agosto se cumple el 143 aniversario del natalicio del poeta.
- Es un autor relevante en la historia de la literatura mexicana, aunque en su caso no existen seguidores de su producción poética: Juan Domingo Argüelles
México,
DF.- Leer la obra de Amado Nervo en pleno siglo XXI es una manera de acceder al
conocimiento de un autor cuya trascendencia rebasa las modas y los formalismos
de la veneración a su memoria, señaló Gustavo Jiménez Aguirre, académico del
Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México, en ocasión del 143 aniversario del natalicio del poeta.
Amado Nervo
Ordaz nació el 27 de agosto de 1870 en Tepic, Nayarit, y falleció el 24 de mayo
de 1919, en Montevideo, Uruguay. Fue escritor y diplomático.
Para Gustavo
Jiménez Aguirre se trata de reconocer a un autor cuya obra aún tiene muchas
cosas por decir, “pues en su producción existen textos que van de la crónica y
el periodismo a la ciencia ficción y la poesía, cuyo contenido es capaz de
establecer relaciones muy interesantes con el presente a través de sus ideas y
las formas empleadas para expresarse.
“Hablamos
entonces de una vitalidad que va más allá de las distintas formas en las que se
ha tratado de preservar su obra, ya sea con proyectos monumentales, como hizo
Alfonso Reyes en Madrid, España al año siguiente de la muerte de Amado Nervo
con la publicación de sus obras completas, que fue una manera de agradecer su
ayuda, pero también para hacerse de algunos ingresos.
“En ese
momento, el año de 1919, no había un antecedente similar en la literatura
mexicana, pues sólo se había intentado hacer algo similar con la obra de Manuel
Gutiérrez Nájera, así que el proyecto de Amado Nervo fue bastante comercial,
cuyo mayor logro fue el de recuperar libros agotados, además de haber sido
editado a la altura de los clásicos, como lo dijo el propio Alfonso Reyes. Los
ejemplares de este proyecto se agotaron a mediados del siglo XX, por lo que una
editorial tomó la iniciativa de volver a ofrecerlos al público, pero resultaron
ser miles de páginas, impresas a doble columna, lo cual desalentó su lectura.
Así que a partir de entonces prácticamente la obra de Amado Nervo dejó de ser
leída”.
Amado Nervo
realizó una autobiografía cuando se encontraba en pleno goce de su popularidad
y en ella compartió recuerdos que inician en su infancia. En su madurez recordó
también la algarabía callejera y el estallido de los judas en las fiestas
patronales, así como los acordes de las primeras lecciones de música con un
profesor ciego; la decisión de su madre y de su nodriza de tomar la educación
verbal para desarrollar la sensibilidad de aquel niño que para ellas era “todo
ojos y oídos”.
En 1884
ingresó como interno al Colegio San Luis Gonzaga de Jacona, Michoacán, donde
cursó dos años de estudios preparatorios; entre sus profesores destacan los
sacerdotes y humanistas José Dolores Mora y del Río y Francisco Plancarte
Navarrete. En ese plantel surgió su interés por la astronomía, afición que años
más tarde enriqueció con lecturas teosóficas.
En 1886
Amado Nervo entró al Seminario de Zamora donde escribió sus primeros poemas,
relatos y prosas autobiográficas (de publicación póstuma en Mañana del poeta y
Ecos de una arpa), además de concluir con la preparatoria, inicia la carrera de
leyes y estudia un año de teología.
En 1891
abandonó el Seminario de Zamora y regresó a Tepic. El tiempo libre que le dejan
las horas de dependiente en un comercio local, lo ocupa en leer la prensa
liberal de la capital del país y en escribir su novela corta inicial, Pascual
Aguilera —publicada hasta 1905 en el volumen Otras vidas—.
A mediados
de 1892 se muda a Mazatlán, Sinaloa, donde inicia su prolongada carrera como
cronista para El Correo de la Tarde, y publica adelantos de sus dos poemarios
iniciales de 1898 Perlas negras y Místicas. Gracias a su formación católica,
modificada en el transcurso de su vida hasta llegar a la espiritualidad
heterodoxa, se trasluce en varias épocas de su obra, por ejemplo en Místicas y
El arquero divino.
En julio de
1894 se trasladó a la Ciudad de México, donde conoció a Luis G. Urbina, Manuel
Gutiérrez Nájera y Justo Sierra, entre otros autores, a los que dedica algunas
“semblanzas íntimas” en El Nacional. Durante su estancia inicial de Amado Nervo
en la capital del país (1894-1900), el campo artístico y literario transcurría
entre la apertura, el auge y el cierre de la Revista Azul de Gutiérrez Nájera y
Díaz Dufoo (1894-1896), así como la fundación, el impulso y la continuidad a
una segunda época de la Revista Moderna y Moderna de México (1898-1911),
apoyada en la primera época por el político y poeta Jesús E. Valenzuela,
mecenas de la cofradía modernista.
En las
empresas periodísticas de Rafael Reyes Spíndola, El Mundo, El Imparcial y
Cómico, Amado Nervo colaboró tanto en la redacción como en las columnas fijas
“Cartas de Mujeres”, “Crónica de la Moda “La Semana de Oberón” y “La Semana”.
Además de la carga periodística extenuante, Amado Nervo pagó el precio de la
exclusividad que exigía el empresario modernizador a sus colaboradores, por
ello se mantuvo al margen del nuevo proyecto editorial en ascenso: la Revista
Moderna.
Acerca del
ejercicio periodístico que desarrolló el autor, Gustavo Jiménez Aguirre destacó
que fue una de las experiencias más enriquecedoras para el escritor. “En los
años sesenta del siglo XX, José Emilio Pacheco fue uno de los primeros en
llamar la atención acerca de la posibilidad de acercarnos a la obra de Amado
Nervo con una mirada distinta. De este periodo me parece relevante señalar
también que supo moverse con gran habilidad tanto en medios para grandes
públicos como lo son los periódicos, como en aquellos dirigidos a lectores
mucho más preparados.
“Otro
aspecto interesante es que fue el primero en poner atención plena a la
producción de una escritora que en 1910 estaba prácticamente olvidada: Sor Juan
Inés de la Cruz, a quien dedica un libro que incluye tanto las obras de la
autora como ensayos del propio Amado Nervo sobre su producción literaria. Por
ello, a mediados del siglo pasado él estaba asociado a un tipo de trabajos un
tanto alejados de su producción, pero gracias a otros escritores su obra
comenzó a ser revalorada y vuelta a leer”.
Desde el
año 2001, con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través
del Instituto de Investigaciones Filológicas, el proyecto multimedia Amado
Nervo: lecturas de una obra en el tiempo http://www.amadonervo.net, el cual
recupera su obra para difundirla a través de la red, y una aplicación para
iTunes —en colaboración con el Conaculta—, que contiene la lectura de parte de
la producción poética, así como relatos y crónicas.
“Considero
que la falta de lectores de Amado Nervo no es un problema a resolver, por lo
que nos hemos dedicado en este proyecto a desarrollar diversos soportes
electrónicos que ofrecen a un público tan amplio como el que frecuente
Internet, tratamientos variados de la producción de este autor, para lograr así
dimensionarlo en toda su plenitud. Mientras que en las nuevas generaciones de
escritores se hace presente sobre todo con sus narraciones de ciencia ficción y
al seguir su ejemplo de escritura con una prosa sencilla, amena y pulcra”.
La obra de
Amado Nervo necesita una antología precisa
Juan
Domingo Argüelles, escritor, poeta y académico dedicado a investigar la obra
Amado Nervo, considera que buena parte de su producción poética se encuentra
rebasada por el tiempo, “pues sus textos fueron muy variados, van de los
filosófico a lo místico, de lo amoroso a lo verdaderamente cursi, con un estilo
que hoy consideraríamos como de ‘autoayuda’. Aun así, estamos frente a un autor
vigente tanto por la relevancia del resto de su producción como por aquellos
versos en los que están ausentes todos esos calificativos.
“De ahí que
considero que es necesaria una antología lo más completa posible, que supere a
aquella publicada por editorial Aguilar —que alejó a los lectores de su obra—,
en la que se resalten sus atributos y vigencia. Bajo una perspectiva
contemporánea, con un estilo tan ágil como al que estamos a acostumbrados,
cabría en una edición de unas 150 o 200 páginas cuando mucho, para de esa
manera acceder a un público pero sobre todo joven, quienes seguramente
encontrarán varios puntos de coincidencia”.
Para 1918
Amado Nervo es ya uno de los poetas más populares en Hispanoamérica, pues
incluso colaboró con diarios y revistas argentinos. Atento a ese prestigio,
Isidro Fabela aconseja al presidente Venustiano Carranza que nombre al escritor
ministro plenipotenciario en ese país, así como en Uruguay y Paraguay, con el
objetivo de promover el apoyo de aquellas naciones para que Estados Unidos
reconozca al gobierno constitucionalista.
El 6 de
noviembre de 1918 el autor salió de la ciudad de México con destino a Buenos
Aires. El viaje se prolongó y complicó por el término de la Primera Guerra
Mundial. Llegó en tren a Nueva York, se embarcó hacia Francia y abordó otro
arco en Londres. Con la salud muy deteriorada, arribó a Buenos Aires a finales
de febrero de 1919. Tras una breve pero intensa labor periodística y frecuentes
homenajes de escritores, el 24 de mayo falleció en el Parque Hotel de
Montevideo por una crisis de uremia.
De inmediato
proliferaron en México, Buenos Aires y Montevideo ediciones autorizadas de sus
obras. Seis meses después, sus restos, a bordo del buque de guerra Uruguay,
fueron trasladados a México. Durante la trayectoria se sumaron cruceros de
otras nacionalidades americanas y se realizaron ceremonias fúnebres en
distintos puertos del continente. Finalmente, el cortejo desembarcó en Veracruz
el 10 de noviembre de 1918.
Los
funerales de la Ciudad de México resultaron apoteósicos. Cuatro días después
Amado Nervo es sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de
México. De inmediato Alfonso Reyes inició la publicación de las primeras Obras
completas en la Biblioteca Nueva de Madrid. La segunda compilación,
considerablemente ampliada, estuvo a cargo de Alfonso Méndez Plancarte y
Francisco González Guerrero en 1952 para la editorial Aguilar.
Juan
Domingo Argüelles comentó que esa popularidad de la que gozó en su momento
Amado Nervo es uno de los principales aspectos de su carrera a promover y
difundir, “pues él es un autor relevante en la historia de la literatura
mexicana, aunque en su caso no existen seguidores de su producción poética,
como ocurre por ejemplo con José Alfredo Jiménez, que lo menciono a propósito,
pues tiene momentos mucho más potentes; o Jaime Sabines, de quien algunos lo
reconocen como una influencia en su propia escritura y otros que son lectores
asiduos de sus libros.
“Eso no
pasa con Amado Nervo, pues su estética en el contexto actual resulta un tanto
fastidiosa, como lo dijo en su momento José Joaquín Blanco, confundió la
sinceridad con la poesía. En el momento en que se despojó de toda consideración
estética y piensa que lo único que necesita hacer es desojar su espíritu, en
ese momento se revela como un autor poco interesante. Mientras que para los
investigadores es aún un interesante objeto de estudio y reflexión”.
(Conaculta)
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