- Las personas de la tercera edad requieren programas orientados al goce de una vida plena, expuso Luis Durán Arenas, de la Facultad de Medicina de la UNAM, en ocasión del Día del Adulto Mayor, que se conmemora este 28 de agosto
México,
DF.- México requiere políticas públicas de prevención y cuidado de la salud
enfocadas a los adultos mayores, como parte de una estrategia integral que
garanticen que, en el primer nivel de atención, cada persona cuente con un
médico de cabecera, responsable de hasta dos mil pacientes.
Además de
las consultas, este profesional debe brindar orientación para detectar y
minimizar riesgos, y promover el auto cuidado, coincidieron académicos de la
Facultad de Medicina (FM) de la UNAM en ocasión del Día del Adulto Mayor, que
se conmemora este 28 de agosto.
Para tener
un envejecimiento con bienestar físico, psíquico y social, son indispensables
programas orientados al goce de una vida plena. Esto demanda que el sistema de
salud del país se transforme, sostuvo Luis Durán Arenas, jefe del Departamento
de Salud Pública de la citada instancia.
En total,
17 de cada 100 derechohabientes del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales
de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) son mayores de 65 años; en el Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS) la cifra es de 12 de cada 100, refirió.
En los
servicios estatales de salud, en particular, fuera de los de seguridad social,
no se cuenta con un esquema sólido de atención primaria y esta población es
recibida en hospitales y clínicas que no reúnen las características para tratar
y dar seguimiento a las enfermedades crónicas. El esquema muestra sus
deficiencias, pues no responden a las necesidades, aseguró.
La
prevención es una prioridad. Si un adulto mayor no recibe atención oportuna, no
pueden detectarse los riesgos a los que está predispuesto para desarrollar
algún padecimiento o presentar complicaciones.
En los
próximos años, el país enfrenta el reto de establecer un sistema de atención
primaria, basado en la figura del médico de cabecera, coordinado con una red de
unidades de larga estancia diseñadas para atender a pacientes con enfermedades
crónicas. De no hacerlo, las condiciones de injusticia e inequidad se
profundizarán y los costos aumentarán, sostuvo.
Síndromes
geriátricos
Este
segmento poblacional requiere esquemas de cuidados especiales, integrados en
los programas de las instituciones de salud del país, como parte de un proceso
de educación colectivo, para erradicar de la cultura el maltrato y descuido que
padecen por su condición de fragilidad, expuso Antonio Villa Romero,
coordinador de Investigación del Departamento de Salud Pública de la FM.
En la
facultad, informó, se desarrollan líneas de investigación para valorar la
salud, con estudios interdisciplinarios realizados por médicos, nutriólogos,
trabajadores sociales y odontólogos, quienes identifican cuadros originados por
una serie de enfermedades que alcanzan gran prevalencia en las personas mayores
de 65 años y que son causa de discapacidad funcional o social, definidos como
síndromes geriátricos.
Uno de los
más frecuentes son las caídas, propiciadas por la pérdida de fuerza muscular y
equilibrio, asociada a la osteoporosis, que representan altos costos sociales y
económicos. Provocan fracturas, inmovilidad y demandan intervención médica,
además del desgaste emocional para la familia.
Al
respecto, Luis Durán dijo que las personas presentan tal deterioro porque no
cuentan con alternativas para prevenirlo. Para disfrutar de una vejez con
bienestar físico, psíquico y social, los adultos mayores requieren atención
especializada que les garantice el goce de una vida plena y para esto es
esencial la detección de factores que pongan en riesgo su estado de salud.
No a la
violencia
Además,
sufren violencia al ser agredidos física o verbalmente, despojados de sus
bienes, ingresos o inmuebles para ser utilizados sin su consentimiento o tomar
en cuenta sus necesidades; padecen maltrato emocional con amenazas y palabras
ofensivas, ausencia de expresiones de cariño o respeto o daño a su identidad y
dignidad.
Los
indicadores de la agresión son: pérdida de peso, debilidad, palidez, falta de
higiene, timidez, tristeza y depresión.
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