Leer y releer a Julio Cortázar, una obligación gozosa: Hugo Gutiérrez Vega


  • Hernán Lara Zavala aseguró que “tú lees a Cortázar y te vuelves joven otra vez”, porque era un vitalista por excelencia
  • Rayuela es la obra cumbre de Cortázar: Gutiérrez Vega; Después de esa novela nadie puede intentar hacer algo así: Hernán Lara Zavala

México, DF:- Julio Cortázar (Bruselas, 26 de agosto de 1914-París, 12 de febrero de 1984), una de las principales figuras del boom latinoamericano, junto con Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, es un maestro del cuento y la novela, cuya lectura no sólo es obligada, sino también gozosa.
 Para el poeta Hugo Gutiérrez Vega, el escritor argentino es una de las figuras icónicas del siglo XX y un innovador de las estructuras narrativas. Además de Rayuela, su obra emblemática, tiene grandes novelas y cuentos espléndidos.
 Hijo de un funcionario de la Embajada de Argentina en Bélgica, Julio Cortázar señalaba que su nacimiento, ocurrido en Bruselas, hace ya 100 años, el 26 de agosto de 1914, “fue producto del turismo y la diplomacia”. A los cuatro años de edad, su familia regresó a Argentina, donde cursó estudios de magisterio y letras, tras lo cual se desempeñó durante cinco años como maestro rural.
 En 1951 viajó a París con una beca y su trabajo como traductor de la UNESCO le permitió radicar en la capital francesa. El propio Cortázar indicó en una entrevista realizada en 1973 que “lo que siempre me gustó de Francia es que, siendo yo un hombre por naturaleza solitario, tímido y muy metido en sí mismo, características argentinas, por lo menos en mi generación encontré en Francia un país de gente profundamente respetuosa de la soledad y de la vida privada ajena”.
 Aunque avecindado en París, el escritor aseguraba que sus libros son “muy argentinos. No hubiera podido escribirlos sin estar, en lo entrañable, viviendo aquí. Esos libros, aunque físicamente hayan sido escritos lejos, son libros argentinos y creo que mis lectores lo saben”.
 Justamente el escritor Hernán Lara Zavala apuntó que si bien Cortázar “nació en Bélgica, se fue a Argentina, hablaba francés, regresó a París y ahí se afincó, sus cuentos son una maravillosa combinación de París y Argentina provinciana, pues aunque conoció bien Buenos Aires, muchísimos cuentos son de la parte interna de la Argentina”.
 Un escritor extraordinario
 Su ejercicio del cuento imaginario, del cuento en que se conjuga la parte fantástica y la parte lúdica, han hecho que Cortázar forme parte, junto con Jorge Luis Borges y Juan José Arreola, lo que Lara Zavala llama “una tripleta muy buena”, ya que los tres de algún modo modificaron el panorama de la literatura latinoamericana “para empujarla un poquito hacia lo fantástico”.
 Arreola, Borges y Cortázar, llamados el ABC de la literatura latinoamericana, continuó el escritor, son los tres grandes del imaginario de lo fantástico, pero también del buen escribir, que tiene que ver con la concisión de la metáfora y los juegos imaginarios.
 Mario Vargas Llosa en un artículo de 1991 aseguraba que para Cortázar “escribir era jugar, divertirse, organizar la vida, las palabras, las ideas con la arbitrariedad, la libertad, la fantasía y la irresponsabilidad con que lo hacen los niños o los locos. Pero jugando de este modo la obra de Cortázar abrió puertas inéditas, llegó a mostrar unos fondos desconocidos de la condición humana y a rozar lo trascendente, algo que seguramente él nunca se propuso. No es casual (…) que la más ambiciosa de sus novelas tuviera como título Rayuela, un juego de niños”.
 Rayuela, la obra emblemática
 La novela cumbre de Cortázar es Rayuela que, escrita en 1963, cambió para siempre las estructuras novelísticas. Según Hugo Gutiérrez Vega, esta obra “señaló un camino nuevo que podía seguirse también para narrar y narrar con eficacia y además es divertido, y eso es muy importante, porque hay otros que han jugado con la estructura de la novela para convertirla en un mazacote, en un laberinto inexplicable. En la Rayuela de Cortázar siempre hay salida, como cuando de chicos jugábamos rayuela y sabíamos que el brinco final nos podía colocar en un nuevo camino”.
 Traducida a 30 idiomas, el mismo Cortázar decía que se trata de una contranovela, “de alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura”, que cuenta la historia de Horacio Oliveira y su relación con La Maga, y ofrece diferentes lecturas, pero sobre todo dos: una que se realiza desde el principio y termina en el capítulo 56 y otra que comienza en el capítulo 73 y al final de cada capítulo se indica dónde continuar la lectura.
 Por ello, Hernán Lara Zavala advirtió que Rayuela “fue una de esas novelas raras que llevaron a la novela a un callejón sin salida. Después de Rayuela nadie puede intentar hacer algo así, porque se ve inmediatamente el intento. Cortázar traía dentro de él, en su cabeza, en su cuerpo, una rayuela y, por eso, qué bueno que la escribió”.
 Aunque ambos autores recordaron que Rayuela fue un libro de suma importancia para su generación, ya que según Gutiérrez Vega era lectura obligada, pero además gozosa, “era la novela que leímos y volvimos a leer religiosamente”, también destacaron la faceta cuentista del escritor argentino.
 “Por supuesto, fue una novela, sobre todo para mi generación, importantísima, rompió con todos los moldes, pero debo decirte -apuntó Lara Zavala- que ya a la distancia, ahora que ya peino canas, me resulta mil veces más interesante sus cuentos. Rayuela está elaborada a partir de cuentos”.
 De hecho, agregó, los cuentos de Cortázar “son todos impecables, sobre todo sus primeros cuatro libros; son una cosa tan extraordinaria” y aunque uno de sus libros favoritos es Bestiario, aseguró que otra de las obras maestras del argentino es El perseguidor.
 Hernán Lara Zavala precisó que el boom latinoamericano tiene cuatro obras maestras breves: El perseguidor, de Jullio Cortázar; Aura, de Carlos Fuentes; El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez, y Los cachorros, de Mario Vargas Llosa.
 En El perseguidor, comentó, Cortázar “dijo, ahora voy a descender al nivel de la realidad y ahí voy a pensar qué es lo que puede pasar por la cabeza –es la parte más interesante– de un músico, de un jazzista y tratar de descubrir cosas que a él le gustaban, el tiempo, la identidad”.
 En tanto, Hugo Gutiérrez Vega también reconoció que el escritor argentino es un gran cuentista: “es un maestro del cuento y un innovador en las estructuras narrativas y hay otro aspecto, su afición por el jazz, que eso le da un ritmo muy especial a su prosa y muy novedoso”.
 Entre los cuentos de Cortázar, el poeta destacó La autopista del sur, que “es un verdadero cuento magistral sobre la tecnología y el avance del progreso, tiene además ensayos, escribió mucho”.
 Hernán Lara Zavala consideró que los cuentos del argentino son impecables, entre ellos mencionó La flor amarilla, Lejana –que es uno de sus favoritos–, La continuidad de los parques, El manuscrito hallado en un bolsillo en el Metro, Carta a una señorita en París y Casa tomada.
 Sin embargo, para Lara Zavala uno de los textos más importantes de Cortázar es La imagen de Kikí, donde el autor se muestra integral: “es todo, es el traductor, el poeta y es una rayuela tal cual, me gusta más que Rayuela, porque es más espontánea, más modesta, pero salen todas las cualidades de él”.
 Y es que, dijo, “tenía muchas, la sencillez, su enorme y eterna juventud, su sentido del humor, su inteligencia, la manera en que podía concebir sus cuentos”, por ejemplo en Axolotl, se da cuenta de que el ajolote tiene mucho de humano y lo concibe como un espermatozoide que finalmente se convertirá en un ser humano.
 Por ello, Lara Zavala llamó al argentino como un “gran prestidigitador”, lo mismo te convierte a un ajolote en un ser humano que a un ser humano en un ajolote.
 Un vitalista por excelencia
 Lara Zavala aseguró que el escritor argentino fue “un espíritu juvenil siempre, tú lees un cuento de Cortázar y lo primero que te ocurre es que te cae bien, que curioso, te cae bien su narrador, nunca dices qué pedante, qué petulante; no, te cae bien. Luego se burla de sí mismo, tiene sentido del humor, tiene mucho entusiasmo, es un vitalista, yo diría ‘es el vitalista por excelencia’, ama la vida, tiene muchísimas cualidades, tú lees a Cortázar y te vuelves joven otra vez, él era joven, era el eterno joven”.
El mismo Julio Cortázar, en una entrevista realizada en 1973, cuando ya tenía casi 60 años, aseguraba que “me siento muy joven. Incluso, a veces tengo la impresión de estar viviendo hacia atrás, es decir, sentirme cada vez más joven. Cuando yo tenía 25 años me sentía realmente mucho más viejo que hoy”.
El poeta Hugo Gutiérrez Vega apuntó que Cortázar “fue permanentemente joven por razones biológicas y también por razones literarias, fue coherente políticamente, siempre fiel a sus ideas que defendió a capa y espada, así es que es un personaje muy completo en todos sentidos”.
Y es que además de cuentista y novelista, su preocupación social lo llevó a identificarse con los movimientos de izquierda, por lo que viajó a Cuba, Chile y Nicaragua, tras lo cual escribió artículos y libros como Dossier Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen de Pinochet y Nicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza.
También se desempeñó como traductor, realizando la obra completa de Edgar Allan Poe, así como la de Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, y Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.
Por todo esto, la influencia que ejerció el escritor argentino fue muy importante y definitiva para la literatura mexicana, ya que de acuerdo con Hernán Lara Zavala, autores como Guillermo Samperio, Juan Villoro, Gonzalo Celorio y Eduardo Casar, se nutrieron, sin llegar a ser imitadores, de la escritura de Cortázar.
Lara Zavala advirtió que Cortázar tiene un lugar muy importante en la literatura argentina, sólo después de Jorge Luis Borges, quien de hecho fue el primero en publicarle un texto en Argentina, en la revista Los anales de Buenos Aires y que fue el cuento Casa tomada.
Jorge Luis Borges señalaba que aunque profesaban credos políticos bastantes distintos, “a mí los cuentos fantásticos de Cortázar me gustan”.
 Julio Cortázar falleció el 12 de febrero de 1984; en 1981 había optado por la nacionalidad francesa como protesta contra el gobierno militar argentino.
 A 100 años del natalicio de Julio Cortázar, Hugo Gutiérrez Vega señaló que tenemos la obligación de leerlo y releerlo, una “obligación bastante gozosa. Los jóvenes lo siguen leyendo, me consta, para empezar una nieta mía está leyendo Rayuela”. AGB

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