Mérida, Yucatán.- Irrumpí la oficina ¡Asesinaron a Colosio!, dije al director
general. Sergio Esquivel contestó con un “No digas eso”, Sí, Jacobo (Zabludovsky)
está al aire. Informa que el atentado sucedió pocos minutos después de las
cinco. Televisa suspendió toda su programación, informé.
Encendió el televisor de
su oficina y vimos juntos las imágenes de Lomas Taurinas, de Aburto, del
hospital. Esquivel estaba perplejo.
Era 1994. Traté de
contactar al equipo yucateco que acompañaba a Colosio. Nada. Nadie. Valerio
Buenfil, quien estaba en la campaña sólo había hablado a su ex jefa, la ex
gobernador Dulce María Sauri para informarle del suceso. Después, el silencio.
Muchos reporteros que viajaron en el pull de prensa del
candidato presidencial se fueron de
compras a la frontera. Para ellos todo era rutinario. Un mitin más y por ello también
perdieron sus empleos. Incluso Jacobo habilitó a Talina Fernández como reportera.
Después la confusión. Vimos en la pantalla las fricciones en
el hospital entre los reporteros y policías. El impacto fue cuando el secretario
de Información y Propaganda de la campaña, Liébano Sáenz, anunció el
fallecimiento de Colosio. Vimos la primera declaración del presidente Salinas,
a las siete de la noche, y a las nueve de la noche confirmando el fallecimiento
y se comprometió a aplicar la ley con rigor y esclarecer el crimen a plenitud.
Salí de la oficina del director General. Bajé las
escalinatas y me dirigí a mi oficina de director de Noticias de Canal 13.
Mientras tomaba un café recorría una y
otra vez las cintas de su discurso en Mérida, días antes, ante el Monumento a
La Patria.
Días después circuló la hipótesis que en Mérida sería el magnicidio,
pero había mucha seguridad, cosa que no sucedió en Lomas Taurinas, donde se pasaron
por alto muchos problemas de logística.
(Imágenes de Robert Gauthier de UT San Diego)
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