- Ciento ocho lectores le ponen voz a “La cuchara sabrosa del profesor Zíper”, de Juan Villoro.
Mérida, Yucatán.– Anécdotas de todo tipo, divertidas y
agridulces, así como recuerdos de sus inicios como literatos y hasta breves
lecturas de sus obras aderezaron la charla con la que cuatro escritores cerraron el Maratón de Lectura en
Voz Alta, organizado por la asociación Leer por Placer A.C. y la Feria
Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY).
Durante casi dos horas, Ramón Valdés, Antonio Flores Ramayo,
Jorge Coz y Juan Esteban Chávez compartieron con el público reunido en el
Parque de la Madre, sede durante 11 horas de actividades que enmarcaron el
maratón que registró 108 lectores, lo poco sencillo que resulta el andar para
quienes buscan publicar su primer libro.
Una de las primeras barreras a vencer, dijo Ramón Valdés, es
atreverse a desnudarse como escritor y exhibir tu esencia como persona, que
puede ser gris o negra. El escritor señaló, al igual que Juan Esteban, la
carrera de tenacidad que enfrentan los nuevos escritores, que provoca muchas
lágrimas pero no debe abandonarse.
“Si hay algo hermoso
de ser escritor es poder compartir tu sueño y lograr que el lector sueñe
contigo”, dijo el originario de la Ciudad de México, pero radicado en Mérida.
A diferencia de Juan Esteban y Ramón, quienes desde pequeños
experimentaron el gusto por la lectura, Antonio Flores y Jorge Coz se
sinceraron al decir que su primer acercamiento con los libros se dio porque no
tuvieron otra elección.
“Yo quería jugar futbol, pero mi abuelita no podía llevarme
a los entrenamientos y mi mamá trabajaba todo el día, así que pasaba mucho
tiempo solo y, entonces, lo natural para mi fue refugiarme en las letras para
poder expresarme”, compartió Coz, cuyos
cuentos como “De mi tiempo”, se basan en anécdotas de la sociedad
actual.
Para poder palpar un libro de su autoría, con el que anoche
los cuatro posaron muy sonrientes al finalizar la charla, los escritores
compartieron, por ejemplo, los 38 rechazos editoriales que enfrentó Ramón
Valdés antes de que Guillermo Shavelzon, uno de los agentes literarios más
importantes de Iberoamérica le diera el visto bueno a su exitoso libro “Flor
negra. El címbalo de oro”; la crónica con la que Antonio ganó un concurso de
cuento o la sociedad de autor que formó Juan Esteban a manera de experimento y
que le abrió diversos espacios para comentar su obra.
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