- Pide a las autoridades promover la salud integral de la población y favorezcan la atención de los enfermos de SIDA
- Exhorto a los sacerdotes para que en las misas se tenga de manera especial la intención por los enfermos de VIH/SIDA
- En Yucatán Hermanas Misioneras de Cristo Resucitado cuidan a enfermos de SIDA
Indica que en Yucatán, en el albergue de la “Misericordia de Dios Padre”, las hermanas Misioneras de Cristo Resucitado "realizan una incansable y fecunda labor al servicio y cuidado de estos hermanos nuestros con esta enfermedad".
En su mensaje episcopal exhorta a las autoridades que
promuevan la salud integral de la población y favorezcan la atención de los
enfermos de SIDA, basándose en principios de responsabilidad, solidaridad,
justicia y equidad.
A las parroquias y comunidades cristianas para que continúen
promoviendo la estabilidad de la familia y la educación de sus hijos en el
recto uso de la actividad sexual como don de Dios para una entrega amorosamente
plena y fecunda.
Para todos los que están comprometidos en la lucha contra el
VIH/SIDA, en primer lugar, los enfermos y sus familias, invocamos las
bendiciones de Dios todopoderoso, afirma.
Destaca la siguiente indicación: “Oremos continuamente por
todos los enfermos, y especialmente este 1 de diciembre de 2016, exhorto a los
sacerdotes para que en las misas se tenga de manera especial la intención por
los enfermos de VIH/SIDA".
Recuerda que durante diez años, del 2004 al 2010, le tocó
acompañar la campaña “Esperanza de VIHDA”, a nivel nacional, desde la Comisión
Episcopal de Pastoral Social, “en la cual buscamos poner en red y fortalecer a
todos los grupos y casas de inspiración cristiana trabajando en favor de los
enfermos de VIH/SIDA”.
En aquellos años compartíamos la experiencia de Uganda, que logró abatir la curva del VIH/SIDA promoviendo una campaña de abstinencia”, señaló.
Texto íntegro del Mensaje Episcopal con motivo de la Jornada
Mundial Contra el VIH/SIDA.
A los sacerdotes, diáconos, miembros de la vida consagrada,
seminaristas, miembros de grupos y movimientos apostólicos, y a todos los
miembros de esta Iglesia Arquidiocesana: ¡Pax!
El 1 de diciembre se conmemora la Jornada Mundial contra el
VIH-SIDA. Esta efeméride quiere hacer un llamamiento a todos, en especial a los
que tienen cargos de responsabilidad en el campo del VIH/SIDA. Esta jornada
ofrece a todos los involucrados la oportunidad de dar a conocer la situación e
impulsar avances en materia de prevención, tratamiento y atención a los
afectados en los países con elevada prevalencia y también en el resto del
mundo.
La Iglesia Católica se une a las instituciones y
organizaciones nacionales e internacionales a fin de que a este mal planetario
se responda con una acción también global. De acuerdo con datos ofrecidos por
el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, el 26.7% de los centros
para el cuidado del VIH/SIDA en el mundo son católicos. Son numerosos los
proyectos y los programas de formación, prevención y asistencia, cuidado y
seguimiento pastoral en favor de los enfermos que las Iglesias locales, los
institutos religiosos y las asociaciones laicales llevan adelante con amor,
sentido de responsabilidad y espíritu de caridad.
Las acciones que se realizan en el campo del SIDA se pueden
esquematizar del siguiente modo:
promoción de campañas de sensibilización, programas de prevención y
educación sanitaria, ayuda a los huérfanos, distribución de medicamentos y
alimentos, asistencia domiciliaria, institución de hospitales, centros,
comunidades terapéuticas que concentran su obra en el cuidado y la asistencia
al enfermo de VIH/SIDA, colaboración con los gobiernos, atención en las
cárceles, cursos de catequesis, elaboración de sistemas de ayuda a través de
internet, e institución de grupos de apoyo al enfermo. Junto a este
incalculable y loable compromiso, el Papa Juan Pablo II instituyó el 12 de
septiembre de 2004 la fundación "El Buen Samaritano", confiada al
Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, y confirmada por el Papa
Benedicto XVI, para llevar, gracias a las donaciones que se reciben, una ayuda
económica a los enfermos más necesitados del mundo, en particular a las
víctimas del VIH/SIDA.
Durante 10 años, del 2004 al 2010, a un servidor le tocó
acompañar la campaña Esperanza de VIHDA, a nivel nacional, desde la Comisión
Episcopal de Pastoral Social, en la cual buscamos poner en red y fortalecer a
todos los grupos y casas de inspiración cristiana trabajando en favor de los
enfermos de VIH/SIDA. En aquellos años compartíamos la experiencia de Uganda,
que logró abatir la curva del VIH/SIDA promoviendo una campaña de abstinencia.
La Iglesia Católica, fiel al mandato de Jesucristo, el Señor
de la vida, sabe que su aportación más propia en la lucha contra esta epidemia
que está causando tanta muerte se encuentra en el ámbito de la educación para
la prevención. La transmisión del virus por las transfusiones sanguíneas no
depende de los hábitos de las personas, pero en los casos en que se transmite
sexualmente, la prevención más profunda y a la vez más eficaz es la formación
en los auténticos valores de la vida, el amor y la sexualidad. Su recta
perspectiva hará conscientes a las mujeres y hombres de hoy, de cómo a través
de estos valores llegan a su plena realización personal en una madurez afectiva
y en una sexualidad ordenada, que da exclusividad a la pareja y la lleva a
seguir normas de conducta que la preserva del contagio sexual del VIH/SIDA. En
este contexto se entienden los valores de la fidelidad matrimonial y de la
castidad; y así, la prevención y la información que conlleva se realizan
respetando la dignidad del hombre y su destino trascendente, excluyendo
campañas que impliquen modelos de comportamiento que destruyan la vida y favorezcan
la extensión del mal.
Los médicos y enfermeras y otras profesiones similares
tienen mucho de "buen samaritano", el apoyo que les demos compartirá
este noble oficio. Los sacerdotes debemos tener conciencia de que estos
enfermos necesitan una palabra de auténtico consuelo, dándoles sentido a sus
vidas que están consumiéndose.
En Yucatán, en el albergue de la “Misericordia de Dios
Padre”, las hermanas Misioneras de Cristo Resucitado realizan una incansable y
fecunda labor al servicio y cuidado de estos hermanos nuestros con esta
enfermedad.
En este sentido la Pastoral de la Salud busca la atención
integral, la curación y la salvación que viene de Jesucristo para todos los
enfermos, especialmente a los enfermos de VIH/SIDA.
Oremos continuamente por todos los enfermos, y especialmente
este 1 de diciembre, exhorto a los sacerdotes para que en las misas se tenga de
manera especial la intención por los enfermos de VIH/SIDA.
Quisiera exhortar:
- A las parroquias y comunidades cristianas para que
continúen promoviendo la estabilidad de la familia y la educación de sus hijos
en el recto uso de la actividad sexual como don de Dios para una entrega
amorosamente plena y fecunda.
- A las autoridades a fin de que promuevan la salud integral
de la población y favorezcan la atención de los enfermos de SIDA, basándose en
principios de responsabilidad, solidaridad, justicia y equidad.
- A la sociedad en general para eliminar toda forma de
discriminación de los enfermos de SIDA y apoyarlos espiritualmente para que
nunca sientan que han sido abandonados por Dios.
Para todos los que están comprometidos en la lucha contra el
VIH/SIDA, en primer lugar, los enfermos y sus familias; invocamos las
bendiciones de Dios todopoderoso.
Dado en el Arzobispado de Mérida, a los 29 días del mes de
noviembre del año del Señor de 2016.
+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán
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