- Fue nombrado científicamente como Xibalbaonyx oviceps y los primeros fechamientos arrojan una antigüedad de entre 10647 y 10305 a.C.
El cráneo (Za2014-01) y la mandíbula (Za2014-05), así como
nueve vértebras, tres huesos largos, tres costillas y siete garras fueron
colectados en 2014, como parte de un rescate dirigido por la arqueóloga
subacuática Carmen Rojas Sandoval, investigadora del Centro INAH Quintana Roo.
El resto del esqueleto yace aún en el cenote y se planea continuar con su
colecta y estudio en 2018. En el cenote se colectaron también cinco huesos
largos de puma (Felis concolor), asociados al perezoso, así como dos fragmentos
del maxilar y fémur del roedor endémico Peromyscus yucatanicus, extraídos del
interior del cráneo del perezoso.
"Pote", el perezoso de Zapote, como se bautizó al
individuo colectado (Za2014-01) pertenece
al superorden Xenarthra, orden Pilosa, superfamilia Megatherioidea,
familia Megalonychidae y su descripción se publicó el 22 de mayo en la revista
PalZ Paläontologische Zeitschrift, por Sarah R. Stinnesbeck, Eberhard Frey,
Jerónimo Avilés, Wolfgang, Stinnesbeck, Patrick Zell, Heinrich Mallison, Arturo
H. González, Eugenio Aceves, Adriana Velázquez, Alejandro Terrazas, Martha E.
Benavente, Fabio Hering y Carmen Rojas, en el artículo “Xibalbaonyx oviceps, a
new megalonychid ground sloth (Folivora, Xenarthra) from the Late Pleistocene
of the Yucatán Peninsula, Mexico, and its paleobiogeographic significance”.
Los tratamientos de conservación para deshidratar los huesos
de “Pote” duraron dos años, durante el primero se hizo un cambio muy gradual
del agua original de cenote (agua dulce) por agua destilada, para en abril de
2015 comenzar su deshidratación de manera muy lenta, en cámaras con condiciones
de humedad, luz y temperatura completamente controladas las 24 horas del día.
Los primeros fechamientos arrojan una antigüedad de entre
10647 y 10305 a.C. (calibrado), y fueron realizados por el Laboratorio de
Espectrometría de Masas (Lema) del Instituto de Física de la UNAM, mediante la
técnica de carbono 14 por Aceleración de Espectrometría de Masas.
El esqueleto se encuentra casi completo, distribuido entre
50 y 55 metros de profundidad, por lo que se cree que el animal cayó cuando el
cenote se encontraba seco, o posiblemente con un poco de agua a mayor
profundidad. La parte profunda del cenote comenzó a inundarse en el Holoceno
Temprano (hace 10,000 años), cuando el nivel del mar Caribe se incrementó, y
las cuevas de la península de Yucatán comenzaron a quedar sumergidas. Este
proceso permitió la conservación extraordinaria de los esqueletos de animales y
humanos que vivieron en el Caribe mexicano. Al día de hoy se han registrado
catorce individuos de perezosos en once cuevas más, los cuales están aún por
identificar.
Los perezosos gigantes han sido ampliamente documentados en
Sudamérica, desde donde migraron hacia Norteamérica, arribando hace nueve
millones de años. Su ruta fue nadando a través de las islas Antillas e islas de
la via maritima panameña (hoy Centroamerica), pues en el pasado, América estuvo
dividida por este mar en dos continentes. A finales del Pleistoceno, en la
península de Yucatán, el clima era tropical medio, siendo el agua dulce un
factor crucial en la dispersión de esta megafauna. En México, el perezoso
gigante con mayor distribución es el Nothrotheriops shastensis, si bien el sureste muestra una
importante diversidad.
Las rutas de migración y relaciones evolutivas entre perezosos terrestres de
Norte y Sudamérica aún son poco entendidas, así como los eventuales hábitats y
las barreras geográficas. En México se encuentra la mayor parte del corredor
entre los dos continentes que posteriormente conformarían América, jugando un
papel geográfico crucial para su migración y distribución.
El proceso de rescate y estudio de los restos óseos de
“Pote” estuvo a cargo de la maestra Carmen Rojas, con la destacada participación
de la doctora Corina Solí, del Lema-UNAM, las biólogas Valentina Cucciara y Luz
María Guzmán, los espeleobuzos Vicenzo Biroli, Ernesto Contreras, David Orozco
y Mario A. Chávez.
Las fotógrafas Karen Becerril y Natalia Cativa hicieron el
proceso de registro, mientras que Sarah R. Stinnesbeck, Eberhard Frey, Jerónimo
Avilés, Wolfgang, Stinnesbeck, Patrick Zell, Heinrich Mallison, Arturo H.
González, Eugenio Aceves, Alejandro Terrazas y Martha Benavente participaron en
diferentes etapas del proceso de análisis. Los propietarios del Parque Zapote,
Rosario de Fátima González y Santos Zúñiga, fueron activos impulsores de los
trabajos y a ellos se debe en mucho, la buena conservación de los restos. La
temporada de campo 2014 para el rescate de esta nueva especie se realizó
gracias a los fondos aportados por el INAH, el Museo del Desierto de Coahuila,
la Universidad de Heidelberg y el Instituto de la Prehistoria de América AC. (Foto INAH)
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