- Las obras surgen del laboratorionovela, inspirado en el proyecto que Lord Byron y un grupo de amigos desarrollaron en la Villa Diodati, a orillas del lago Ginebra, en 1816.
En 1816, que fue conocido como “el año sin verano”, en la
Villa Diodati, a orillas del lago Ginebra, el excéntrico Lord Byron (junto con
un grupo de amigos) tuvo la idea de enfrascarse en la singular experiencia
creativa de escribir una historia de terror en unos cuantos días de encierro.
De este afortunado experimento resultaron textos emblemáticos como El Vampiro,
de John William Polidori, y Frankenstein, de Mary Shelley.
Dos siglos después, se juntó el grupo de escritoras para
reproducir esa experiencia creativa en una casa de campo a orillas de otro
lago, en Valle De Bravo, México”. De ahí surgen “Berenice”, “El mar no devuelve
a sus muertos”, “El paisaje del Ciego”, “Flor de Sal” y “La caza de la ballena
azul”.
Las autoras relatan que no bien habían desempacado, apenas
estaban en la primera sesión teórica previa al inicio del proceso creativo,
cuando se enfrentaron con una revelación: resultaba difícil comulgar con los
miedos clásicos de la literatura de terror. La respuesta a la pregunta ¿qué nos
atemoriza?, parecía haberse alejado para siempre de lo sobrenatural; de los
monstruos, zombis o fantasmas, para ir a morar en lo común de la vida
cotidiana, donde los horrores se llaman narcotráfico, guerra, terrorismo,
abuso, enfermedad. Comprendimos que
causar miedo con las herramientas clásicas del género de terror era, cuando
menos, una tarea titánica. Pero ya estábamos ahí, y tendríamos apenas dos
semanas para lidiar con nuestros temores y con el reto de, con ellos, producir
una obra literaria perteneciente al género.
Cinco novelas resultaron de esa experiencia tan intensa como
aleccionadora. Cinco escritoras lograron conectar o bien con el miedo
primigenio o al menos con el temor que ha vivido siempre en algún rincón de
nuestra sique.
Laura Echevarría,
quien ha tomado diferentes talleres sobre creación literaria autora de tres
novelas, así como de varios cuentos, exploró el género de terror a través de
“Berenice”, la figura fantasmal donde se esconde la culpa que deriva del
arrepentimiento.
Por su parte, Linda Báez Lacayo, es autora de cuentos
incluidos en antologías publicadas en Chile, Nicaragua (su país natal) y México
y también ha escrito tres novelas, siendo “El mar no devuelve a sus muertos”
-donde escudriña el miedo en la debilidad de quienes sucumben ante los abusos-
la primera que se publica dentro del proceso de laboratoriodenovela.
Roslyn Ison, quien es comunicóloga y fotógrafa de formación,
escribió “El paisaje del ciego”, donde se valió del fantasma del remordimiento
para ajustar cuentas con la imposibilidad de salir ileso de la maldad. La
escritora cuenta con dos novelas publicadas por Editorial Axial, Tinta Nueva:
“Treinta días antes de morir” (2009) y “Reflejos de sombra” (2013), es autora
del cuento “Lienzo en la piel” incluido en la antología “Once mujeres que
cuentan erotismo”.
En “Flor de sal”, la socióloga con espacialidad en
educación, Alexandra Campos Hanon propone un ágil estilo narrativo y emprende
un paseo por las consecuencias de la superstición y el rechazo a lo diferente.
Ha publicado tres libros de divulgación mitológica y el cuento infantil “Eva y
el Ladrón de Sueños”.
La periodista, editora y traductora Teresa Piazza, con “La
caza de la ballena azul”, desnudó la vulnerabilidad de la adolescencia ante la
desesperanzada grisura del porvenir. A lo largo de su trayectoria como creadora
literaria ha ganado concursos convocados por Casa Lamm (México), la Secretaría
de Cultura del Estado de Guerrero por la Universidad de Salamanca (España), al
igual que varios certámenes de cuentos y poesías. Es autora de libros con temas
de interés general; de relatos incluidos en antologías y revistas y del libro:
“México Visto por sus niños”, editado por la Secretaría de Turismo y la
Secretaría de Educación Pública.
“Fueron cinco las maneras diferentes de acercarse a los
temores de esta cotidianeidad que nos abruma, cinco las novelas breves escritas
durante una experiencia que resultó mucho más intensa de lo que habíamos
imaginado, intensa tanto por la concentración emotiva como por lo arduo del
trabajo. Al finalizar la estancia creativa, volvimos a la ciudad fatigados, con
cinco novelas y preguntándonos en qué momento le permitimos a la modernidad
lograr que el mundo dejara de ser un lugar embrujado para ser, tan solo, un
lugar violento.”
La cita para esta presentación editorial es el martes 5 de
junio a las 19:00 horas en el Foro del Tejedor de la Cafebrería El Péndulo,
ubicada en Álvaro Obregón núm. 86.
Sinopsis de las novelas
El paisaje del ciego, de Roslyn Ison
Hay momentos en que el pasado se fusiona con el presente.
Para Leonardo, ese instante ha llegado. Su terrible pasado vuelve para
desordenarle la vida cuando Beto, su amigo de la adolescencia, regresa con la
advertencia de que contará el secreto que ambos han mantenido oculto por años.
Al mismo tiempo se desencadenan en el contexto de Leonardo algunas situaciones
que ponen en entredicho su cordura: la borrosidad paulatina de su visión, la
aparición de un halo azul en la luna y unas pinturas que parecen traer consigo
mensajes fatales de demonios y malos agüeros.
¿Qué le deparará la tercera y última pintura de la serie
titulada “Mis demonios”? ¿De qué forma logrará desasirse del fantasma de la
culpa que ha llegado a exigir justicia?
El mar no devuelve a sus muertos, de Linda Báez Lacayo
Flor de sal, de Alexandra Campos Hanón
Xochilcan, un pueblo dominado por la superstición y el miedo
es testigo del surgimiento de un monstruo: Ix Chel, la niña blanca. Ella traerá
la desgracia a quienes vivieron y más tarde murieron en aquella región minera.
Esta es la historia de un desierto donde las flores son de sal y los malos
augurios, son albinos.
En esta novela el autor intercala distintas voces que
acompañan al lector, y van completando la historia mientras siguen el relato y
juzgan la forma en que se narran los acontecimientos. Con planos temporales
imprecisos, nos presenta leyendas, acciones y sucesos en un tono misterioso y
un ambiente fantasmal.
Un estilo que nos remite a las interveciones teatrales, las
narraciones orales y la lectura conjunta.
La caza de la ballena azul. El Juego Suicida, de Teresa
Piazza
Muchos adolescentes a nivel mundial se han enganchado en el
reto de “La Ballena Azul”. Los 50 desafíos que plantea este juego virtual se
basan en una cadena de violencia física y emocional que gratifica con un
apasionante sentido de transgresión. Los participantes no son en su mayoría
hijos maltratados que no saben discernir el bien del mal, sino jóvenes que han
perdido el sentido de la vida ante un porvenir sin motivaciones.
El juego
está diseñado para crear la fatal dependencia del jugador con su curador, quien
puede suplantar el rol de un padre, y ejercer presión mientras guía, dialoga, e
incluso amenaza a la víctima.
El creador
del juego, Budeikin, expresó que quiso limpiar la mediocridad del mundo, para
evitar la suciedad y la proliferación de más gentuza, que no aportará nada
nuevo ni nada bueno a nuestra humanidad.
Su método es utilizar el morbo, la ignorancia, la excitación y la
necesidad de atención de los jugadores, o su falta de sentido de vida, para
desafiar lo prohibido por medio de la manipulación mental. El juego gratifica
con un apasionante ensayo de transgresión, representado por la superación de
los retos y por la “libre” decisión de violentarse el cuerpo y el alma.
Algunos
jóvenes se refugian en el fundamentalismo religioso o político, en el Internet
y en las redes sociales, o en las drogas.
Simples calmantes que en poco tiempo serán insuficientes y los
devolverán a una realidad cada vez más cruda, más brutal. En ese caso el
suicidio parece una buena salida.
Berenice, de Laura Echevarría Román
Fernanda, escritora y madre de familia, ve morir a su hija
de seis años. Después de un prolongado periodo depresivo, en el que descuidó a
sus otros dos hijos y a su marido, decide retomar la escritura como una
herramienta para vencer el duelo. La novela que escribe Fernanda se entremezcla
poco a poco con la realidad, y conforme avanza en la escritura de los
capítulos, una pequeña niña –que aparece a voluntad tanto en las páginas que
escribe Fernanda como en la vida diaria- se va adueñando silenciosamente de
ambas historias. Si bien la presencia de Berenice es benévola en la ficción, en
la vida real resulta peligrosa.
Laura Echevarría
explora, en esta su primera novela, los intrincados caminos tanto del dolor como
de la culpa.
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