Miguel León-Portilla: mexicano universal

  • La reivindicación del levantamiento neozapatista, no hubiese sido igual sin la perspectiva lingüística y cultural abierta por él: Rodrigo Martínez Baracs
  • El Homenaje Nacional a este mexicano universal continúa el lunes 8 de julio con un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional, en el Palacio de Bellas Artes
Ciudad de México.- “Mexicano universal”, “una de las mentes más preclaras del siglo XX”, “superviviente de una clase en extinción, la de los humanistas”, “autor de una obra portentosa”; todo adjetivo es poco para sopesar los aportes del doctor Miguel León-Portilla, pero en el segundo día del Homenaje Nacional que promueve la Secretaría de Cultura, diversos estudiosos dejaron claro que sobran los argumentos que sustentan estos calificativos.

El Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología se llenó nuevamente de colegas, amigos y familiares, esta vez para abordar la vida y obra del célebre historiador, y su generoso papel de tlamatini, que en náhuatl significa “el que sabe cosas”, como señalaron los doctores Rodrigo Martínez Baracs, Salvador Reyes y Ángeles González Gamio.

Para Martínez Baracs, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y discípulo del reconocido filósofo, “el aporte histórico fundamental de don Miguel consiste en haber incorporado —de manera radical— el mundo indígena: sus lenguas, cultura e historia, a la autoconciencia del país”. De su tío, el arqueólogo Manuel Gamio, y del padre Ángel María Garibay, adquirió sus dos grandes pasiones: el México antiguo, así como la lengua náhuatl.

La obra de Miguel León-Portilla —dijo—, fue decisiva para que en México iniciara el orgullo y cesara la vergüenza de hablar la lengua indígena. Estimó que “la gran reivindicación del levantamiento neozapatista, en el aldabonazo —como él mismo lo llamó—, del 1 de enero de 1994, no se hubiese dado igual sin la perspectiva lingüística y cultural abierta por don Miguel”. 

Su Visión de los vencidos abrió el diálogo entre dos mundos 

Con Visión de los vencidos, publicada en 1959, el emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) abrió el verdadero diálogo entre los dos mundos. Rodrigo Martínez Baracs, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, refirió que, así como Edmundo O’Gorman, en La invención de América (editada un año antes, en 1958), había llamado a examinar cómo los europeos fueron incorporando a su pensamiento al continente americano, concibiéndolo como un Nuevo Mundo; “don Miguel llamó a estudiar cómo los americanos percibieron a los invasores del Viejo Mundo, y su inserción en un mundo, por primera vez, global”.

Al respecto, el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Baltazar Brito, expresó que los trabajos de su maestro alcanzan el rango de clásicos, porque en su contenido “se ven reflejadas todas las culturas del mundo”; la lectura de sus libros “humaniza”.

En su opinión, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes y la citada Visión de los vencidos, ya son clásicos de la historiografía nacional; en el primero, presentó de forma inédita cuál era la concepción del ser humano del mundo mesoamericano, “demostrando que los pensamientos abstractos y filosóficos se hallaban presentes en las culturas precolombinas”. Brito anunció que próximamente saldrá la edición —revisada por el maestro— de los Códices Matritenses del Palacio Real, un asunto del que está pendiente don Miguel, aun en su convalecencia.

En esa misma mesa, titulada: “Miguel León-Portilla, el tlamatini”, la cual fue moderada por la doctora Aída Castilleja, secretaria técnica del INAH, participó la periodista e historiadora Ángeles González Gamio, quien recordó que fue en 1974, cuando el homenajeado recibió el nombramiento de cronista de la Ciudad de México, un cargo que no quería en un principio, pese a que toda su obra puede ser considera “una gran crónica, la cual va más allá del trabajo de un historiador, porque Miguel se ha metido realmente en el alma de los antiguos mexicanos”. 

En la misma idea coincidió la doctora Ana Rita Valero, quien al hablar del estudio de los códices mexicanos por parte de León-Portilla, señaló que “él domina a la perfección estos documentos mesoamericanos, los de antes y los de después de la Conquista, para demostrar que, tras este evento histórico, los pueblos indígenas siguieron escribiendo porque no pudieron dejar de hacerlo, no pudieron abandonar sus plumas ni prescindir de sus códices. 

“Es un hecho que, en el escenario de grandes pérdidas sufridas a raíz de la Conquista, la escritura sobrevivió. No se perdió, no se detuvo, no se desmanteló; lo que sí pasó con otras manifestaciones como la escultura o la arquitectura. Por eso don Miguel ha dicho que México es una tierra de libros, una Amoxtlalpan, antes y después de la Conquista”.

Mi estrella es México

Del profundo amor por su tierra, dio cuenta su nieto Fabio en una breve y contundente anécdota, cuando de niño le preguntó a su abuelo: ¿quién es tu estrella?, esperando le dijera: eres tú, o su mujer, Ascensión. Su respuesta fue una muy distinta: “mi estrella es México, porque es la tierra que me vio nacer y me verá morir, y es la tierra que amaré toda mi vida. Incluso después de eso la seguiré amando”.

Luego de este ciclo, el Homenaje Nacional a Miguel León-Portilla también contempla la difusión de publicaciones alusivas a su obra, por ejemplo, textos en náhuatl y español escritos por el humanista, que serán repartidos a través del Sistema de Transporte Colectivo Metro, de la Ciudad de México, lo mismo que maratones de lectura y festivales. Destaca la realización del concierto escénico “La voz del tlamatini”, que el próximo lunes 8 de julio ofrecerá la Orquesta Sinfónica Nacional, a las 20:00 horas, en la Sala Principa

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