- El especialista señala que en México existe una industria cultural muy fuerte que merece una medición de temas como el de los circuitos culturales
- El experto en políticas culturales afirma que “lo destacable de los circuitos es la participación ciudadana que propicia la formación de redes culturales”
Para el también coautor del Libro Verde para la
Institucionalización del Sistema de Fomento y Desarrollo Cultural de la Ciudad
de México, el Estado debe constituirse en un gran promotor de los circuitos
culturales que no solamente se establecen según criterios económicos o de
mercado sino que, “tienen más bien una función socio-integradora, de
producción, distribución y consumo”.
Con respecto del fomento a la industria cultural, es
conveniente para México un mayor impulso bajo formatos de economía social
“porque cuando hablamos de industria cultural, prácticamente nos remitimos a
las grandes industrias o de acuerdo a los criterios marcados por la UNESCO, a
las industrias con derecho de autor y
con una serie de características específicas como las editoriales o las
productoras de cine, por ejemplo; pero mutualidades de artistas o cooperativas
que se rigen bajo otros criterios que no son empresariales, o que no tienen
marca, quedan en la marginalidad”, señaló.
Para Mesa Iturbide, espacios culturales como los que se han
abierto en colonias como la Roma o la Condesa y que incluyen galerías,
restaurantes o cafeterías son un referente, ya que se trata de paseos
culturales que han crecido y que son una iniciativa social ante el interés de
la gente por resignificar la historia de sus colonias. “Esto es destacable
porque sale de una iniciativa de los propios vecinos; y no forma parte de
ninguna política de gobierno, todavía” y atajó, “este tipo de iniciativas son
las que se deben aprovechar para después ver cómo se pueden extender, porque
son espacios de convivencia importantes y ciudadanos”.
Y es que el investigador señala que en países como
Argentina, Brasil y sobre todo en Uruguay, este tipo de industrias se ha desarrollado
considerablemente. “Uruguay ha tenido un enorme desarrollo cultural gracias a
que su actual administración ha impulsado temas de participación e incluso se
han revivido manifestaciones culturales muy tradicionales que hacen referencia
por ejemplo a la época de la esclavitud y el Candombe, que ahora se resignifica
como recuerdo y celebración”.
Para Mesa lo destacable de los circuitos es la participación
ciudadana que propicia la formación de redes culturales. “La idea de política
de red surgió en Europa como una relación de colaboración entre el Estado y la
sociedad; se refiere a la participación de actores privados, públicos y
sociales para el diseño, ejecución y evaluación de la política pública”.
Afirmó que la idea de
que se fortalezcan las redes culturales en México es para que, en cuanto se
plantee un problema, se diseñe un proceso de participación entre quienes lo
requieren, los expertos de esa problemática y los políticos, “porque la
participación en la definición de agendas y, la definición de problemáticas de
política pública es conveniente que haya una estrecha colaboración con el
gobierno por parte de universidades, especialistas y promotores mediante un
diseño previo, lo que llaman en políticas de red, el proceso de bolas de nieve”.
Se trata, añadió el investigador, de que el tema de la
industria cultural se aborde e impacte en las leyes. “En España por ejemplo, se
entró a un tema muy importante, el de ciudades y gobiernos locales y; entonces,
a partir de la Agenda 21 de la Cultura, todas las regiones en España tendrían
la posibilidad de crear su propia política cultural, a partir de una ley de
regiones, aquí en México podríamos pensar en una red de municipios, estados y
federación”, concluyó.