Brasil.- Para Brasil, perder a su mayor figura por lesión en
medio de una Copa Mundial de la FIFA™ no supone una novedad. Pero, por difícil
que sea ver que un astro no está en condiciones de jugar, la propia historia de
la Seleção muestra que una baja de tal calibre no tiene por qué afectar de
forma negativa a la campaña. Y no estamos hablando de una estrella cualquiera,
sino de Pelé, cuya ausencia a partir del tercer partido del Mundial de 1962 no impidió
que el equipo ganase el segundo título mundialista de su historia.
Hace 52 años, un problema muscular del número 10 brasileño
conmocionó a todo un país, pero la entrada en juego de Amarildo contra España
disiparía todas las dudas: ni siquiera O Rei era irreemplazable. A sus 22 años,
el joven delantero del Botafogo no acusó una presión que muchos juzgaban
excesiva, marcó goles decisivos rumbo al título y se convirtió en el mejor
ejemplo para el jugador que ahora, en 2014, tendrá la misión de sustituir a
Neymar en la semifinal contra Alemania.
“No me puse nervioso, sino todo lo contrario: lo afronté
como algo normal, incluso estimulante, porque en ese momento tenía que
demostrar mi valía”, explica Amarildo, ahora de 75 años, a FIFA.com. “No quería
que Pelé se lesionase, por supuesto, pero yo debía demostrar algo, y lo hice en
un partido decisivo, contra España: o pasábamos nosotros, o pasaban ellos.
Estaba poniendo en juego mi carrera, intentando levantar la estima de los
brasileños, porque tenía que estar a la altura de la situación. No sentí
nerviosismo, sino la responsabilidad de lanzarme a por los rivales, con
valentía”.
El choque decisivo al que hace referencia no era exactamente
como la semifinal que espera a Brasil este martes, aunque una derrota ante
aquella selección española de Ferenc Puskás, Francisco Gento y Alfredo Di
Stéfano hubiera significado el fin precoz del sueño de seguir en el torneo. La
misión se complicó al saberse que Pelé no podría continuar en el Mundial, pero
la entrada de otro jugador del Botafogo en aquel equipo que ya contaba con
Didi, Zagallo, Garrincha y Nilton Santos —todos ellos integrantes del club
carioca— hizo que no se alterase el equilibrio.
“Perder a un jugador que es considerado el mejor del mundo
representa un golpe, por supuesto. Pero gracias a Dios Amarildo, que jugaba en
el extremo conmigo en el Botafogo, no acusó la presión de vestir los colores de
la Amarelinha. Ya estaba acostumbrado a estar con los compañeros, así que se
soltó e hizo un gran Mundial”, recuerda Zagallo, también en declaraciones a
FIFA.com. “Amarildo daba la impresión de no estar listo, pero había hecho una
liga fantástica en el Botafogo, y por eso fue convocado. Jugar en un Mundial
requería seguridad, y él fue perfecto”, añade Pelé.
Y el Poseso (no) tembló...
Ese gran Mundial de Amarildo empezó precisamente en aquel
encuentro ante España, en el que Brasil comenzó perdiendo y remontó mediante
dos goles del Poseso, apodo que le había dado el cronista Nelson Rodrigues por
su talento y fuerte personalidad. Esas características harían que ya no
abandonase el equipo dirigido por Aymoré Moreira, y que la selección se tomase
la ausencia de su mayor estrella como algo natural.
Con un Garrincha imparable, Brasil pasó por encima de
Inglaterra y de Chile hasta alcanzar la final contra Checoslovaquia, el mismo
adversario ante el que había empatado a 0-0 en el encuentro de la lesión de
Pelé. Y aunque se había reivindicado, Amarildo tuvo que convivir con las
expectativas del regreso de O Rei, que al final no se produciría. “Dos días
antes de la final, Pelé, que estaba loco por jugar, se sometió a una prueba
para ver si podía estar en la cancha. ¿Qué cara se le pondría entonces a
Amarildo? ¿Y si Pelé pasaba la prueba?”, recordó en su momento Djalma Santos en
una entrevista con FIFA.com. “Pero al final volvió a resentirse, así que
Amarildo jugó, y jugó bien”.
Al igual que en aquella “primera final” contra España,
Amarildo y Brasil empezaron perdiendo, después de que los checos se adelantasen
por medio de Masopust a los 15 minutos, pero la respuesta —y el inicio de la
remontada, que acabaría con un 3-1— no tardó en llegar, justamente a través de
un gol del Poseso, aquel joven delantero de personalidad inquebrantable... o
no. “Nelson Rodrigues me puso el apodo y acertó, porque en el terreno de juego
yo no tenía miedo de nada ni de nadie: noventa minutos para mí eran como una
guerra”, cuenta Amarildo. “Aunque en aquel momento, cuando Mauro estaba
recibiendo el trofeo, admito que temblé. Es algo impresionante oír el himno
nacional, ver aquella copa que de niño uno nunca hubiera imaginado tener
cerca... Pero fue un temblor de felicidad”.
Simples consejos
Cincuenta y dos años después de dejar el banco de reservas
para entrar directamente en la historia de la Copa Mundial de la FIFA, Amarildo
aún recuerda cada detalle de la campaña. Y precisamente por haber sido tan
positiva su experiencia se considera en condiciones de afirmar que la baja de
Neymar no perjudicará a Brasil. Para eso bastará con que tanto el sustituto del
número 10 como todo el equipo sigan al pie de la letra los consejos de alguien
que fue capaz de superar la desconfianza de toda una nación.
“Quien juegue no puede sentirse un sustituto de Neymar, sino
alguien que está listo para ayudar y que no va a disminuir el rendimiento de la
selección. Y, pensándolo bien, ese cambio incluso puede ser beneficioso, al
aportar una novedad y cambiar la forma de jugar del equipo”, apuesta. “Tendrán
que cambiar la forma de jugar él y todos los demás, crear nuevos recursos, y
eso puede incrementar las opciones del equipo. El equipo tendrá que unirse,
jugar unido en todo momento. Y deberá tener mucho corazón para poder ganar este
Mundial, por supuesto”. Y, al final, únicamente se le permitirá temblar de
felicidad. (fifa.com)
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