- La capa pictórica se había perdido en 30 por ciento de la superficie de la obra, que fue atendida in situ por especialistas del INAH
Sin embargo, con el paso del tiempo comenzó a “descarnarse”.
En busca de una solución, los priostes y el párroco del templo solicitaron la
intervención de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH).
Aunque el templo de la comunidad, que data de 1619, está
dedicado a San Francisco de Asís, el Cristo es la escultura que pende en el
altar y en su honor se realiza una feria cada dos años, a mediados de enero. La
próxima celebración será especial pues el Cristo del Amor luce hoy una
apariencia muy distinta.
El proceso involucró a toda la comunidad, anota la
restauradora Natalia Hernández Tangarife, del Centro INAH-Yucatán. Mediante el
taller “Puertas abiertas”, al menos 60 habitantes de Popolá aprendieron los
valores de manufactura, de carácter estético, pero también de cohesión social
que entraña esta obra religiosa.
Esta escultura policromada data del siglo XVIII.
Originalmente, se sabe, estuvo colgada en alguna otra iglesia de Valladolid,
pero 200 años atrás fue llevada, por razones desconocidas, a Popolá, localidad
que la adoptó de inmediato como su imagen de mayor devoción, pese a que el
patrono es San Francisco de Asís.
Los trabajos de conservación y restauración abarcaron seis
semanas y fueron financiados mediante el Programa de Desarrollo Cultural
Municipal, en el cual convergen recursos de los ayuntamientos, del Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes y de la Secretaría de la Cultura y las
Artes estatal.
Natalia Hernández, quien coordinó estas labores, comentó que
el primer paso consistió en definir el estado de conservación para formular una
propuesta de intervención.
El Santo Cristo del Amor, como también llaman a la obra, no
presentó problemas estructurales, pero en el aspecto estético estaba,
literalmente, deteriorada.
“El estado de conservación de la capa pictórica era
delicado: estaba perdida en cerca del 30 por ciento de la superficie a causa
del uso que se le dio. Por costumbre, antes de la fiesta se le daba una
limpieza empleando tomate, agua bendita y talco; todo ello ocasionó
abrasiones”, explicó.
La escultura fue bajada de su cruz. Por petición de la
comunidad y, dadas sus dimensiones de 1.65 m de alto y 1.60 de ancho con los
brazos extendidos, se intervino in situ.
El Cristo fue tendido sobre una mesa de la sacristía y un
equipo compuesto por la restauradora Tania Martínez, la auxiliar en
restauración María Eugenia Canto y Natalia Hernández empezó a reparar los daños
presentes a lo largo de su cuerpo, pero acentuados en la barba, rodillas,
muslos y brazos.
Para evitar cualquier afectación de la capa pictórica
original, la suciedad superficial, que empañaba las llagas y laceraciones del
Cristo, se retiró empleando solventes adecuados. Asimismo fueron estabilizadas
las zonas de faltantes y se aplicaron resanes en las lagunas.
La parte final se dedicó a la reintegración cromática. En
las áreas resanadas se unificó el color con pinturas al barniz mediante el
puntillismo, técnica que permite identificar la capa pictórica original de la
intervención.
Los resultados dejaron por demás satisfecha a la comunidad
de Popolá. Este entusiasmo también es resultado de los talleres de
socialización que especialistas de la Sección de Conservación y Restauración
del Centro INAH-Yucatán impartieron a lo largo de las seis semanas que duraron
los trabajos.
Con 160 niños que realizan su catequesis y los propios
catequistas se elaboró un mapa donde se marcan los bienes comunales del pueblo
y se realizó un rally de conocimientos; mientras, con señoras que habitan en
los cinco sectores pastorales, se ubicaron las fiestas religiosas de Popolá en
un plano.
Un taller más estuvo dedicado a capacitar a los priostes del
templo en el cuidado de la imagen recién restaurada, que de ahora en adelante
sólo deberá ser limpiada con una brocha.
Una labor importante para la conservación y adecuada
custodia de los bienes de esta iglesia fue la elaboración del inventario de sus
piezas sacras.
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