- En su discurso reflexionó sobre la trilogía de la traducción, la traición y la tradición
- Propuesto por Vicente Quirarte, Leopoldo Valiñas y Hugo Gutiérrez Vega, el investigadores académico de número ocupando la silla XII
México, DF.- “Roger Bartra es un investigador de gran
mérito, un ensayista maduro, razones por las que ingresa a la Academia Mexicana
de la Lengua (AML). Estoy seguro de que en ella rendirá su mejor esfuerzo y le
brindará las pruebas de su talento”, expresó Jaime Labastida, presidente de la
AML, en la ceremonia de ingreso del antropólogo, sociólogo y ensayista a la
institución.
La noche de 13 de
febrero, en el auditorio Museo Tamayo Arte Contemporáneo se realizó la
ceremonia solemne en la que el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013 recibió
el diploma e insignias que lo reconocen como integrante de la institución.
Ante un auditorio
presidido por Jaime Labastida, Felipe Garrido, Gonzalo Celorio y Adolfo
Castañón; Roger Bartra reflexionó, durante su discurso sobre la trilogía: la
traducción, la traición y la tradición, además de indicar que para él resultó
una sorpresa haber sido propuesto para ingresar a la academia.
“No porque sea ajeno
a los temas de la literatura y la lengua, por el contrario vengo de una familia
de escritores y, yo mismo considero mi trabajo como parte de la literatura sin
por ello renunciar a mi vocación científica; me parece que no ha habido antes
en la academia un sociólogo antropólogo, así que debo agradecer la invitación
de Jaime Labastida, y a los tres académicos que me propusieron: Vicente
Quirarte, Leopoldo Valiñas y Hugo Gutiérrez Vega”.
El investigador recordó a su antecesora en ocupar la silla
número XII, la historiadora Clementina Díaz y de Ovando, fallecida en
2012; e hizo mención de los académicos
que la precedieron: María del Carmen Millán, Julio Torri, Rubén Romero,
Federico Escobedo, Rafael Delgado y Manuel Peredo.
Al abordar la trilogía: tradición, traición y traducción,
Bartra señaló que en cuanto a la palabra traición, la cual tiene connotaciones
negativas en el diccionario, que la relacionan con la comisión de delitos, ya
que supone la existencia de un lazo que ata o compromete al sujeto traidor con
una persona, comunidad, institución, religión, cultura o ideología, el cual se
rompe intencional y voluntariamente para lograr un beneficio.
Abundó al respecto al reflexionar que, si no hubiera un
cierto grado de incomunicación, no se podría desarrollar la cultura, el
lenguaje o la ciencia; y que la legitimidad de un sistema político depende en
buena medida de la peculiar combinación de traducciones, tradiciones y
traiciones que se generan en estructuras mediadoras.
El autor de Campesinado y poder político en México abundó en
que los mecanismos de mediación son solamente característicos de las
estructuras democráticas, por lo que resulta fascinante, pero muy inquietante
comprobar que en las dictaduras y en los regímenes autoritarios también
funcionan sofisticadas y complejas redes mediadoras que conectan la masa
popular con los poderes gubernamentales.
En su disertación, el Premio Universidad Nacional
Investigación en Ciencias Sociales, 1996 comentó que las claves de aquello que
nos hace humanos están en las traducciones, las traiciones y las tradiciones
con que está tejida la red que une indisolublemente a la cultura con la
biología.
“Si pensamos en la bola de escribir que usaba Nietzsche
podemos comprender que los artilugios que hoy usamos, como las computadoras,
los teléfonos inteligentes, la internet y las inmensas bases de datos son parte
de nuestra conciencia, a las que se agregan viejas prótesis como los libros y
los mapas, las artes y la música”, apuntó Bartra.
Mencionó que los problemas de comunicación entre los humanos
son la prolongación social del enigma como cadenas de signos, señales y
símbolos con las que se forma la conciencia individual.
“Para Ortega y Gasset escribir bien es subvertir los usos
vigentes y un acto de rebeldía contra el entorno social, si el traductor
encierra al autor en la prisión del lenguaje normal, forzosamente lo
traicionará ya que el estilo personal implica desviarse del sentido habitual de
las palabras. La verdadera traducción es algo improbable, sólo logramos
aproximaciones”, aseguró.
En su opinión, el peso de la tradición con frecuencia
cristaliza con la exaltación de valores patrios y en la reivindicación de la
ciencia eterna de las lenguas. “Las identidades nacionales son consideradas por
muchos como lecturas que no cambian y que expresan las peculiaridades del alma
inmortal del pueblo, cualquier modificación y traducción a la vida moderna es
vista con sospecha”.
Roger Bartra expuso que la Real Academia Española tiene como
misión velar para que los cambios no quiebren la unidad que mantiene la lengua
en todo el orbe hispánico, y que la Academia Mexicana de la Lengua se propone
el estudio de la lengua española y los modos en que se habla y se escribe en
México.
“Propongo una idea que me parece central, la cultura y la
sociedad existen gracias a la incomunicación, a las discontinuidades y a las
interrupciones, podría afirmar que no hay relaciones humanas sin un toque de
comunicación, no hay compañía sin un punto de soledad, por eso la tradición y
la traducción, siempre van acompañadas de la traición”.
Finalmente señaló que, en la Academia Mexicana de la Lengua,
como en todas las academias se deben admitir e incluso estimular dosis de
traición en el uso del lenguaje, lo que redundaría en el fortalecimiento de las
tradiciones necesarias y en la vitalidad de la cotidiana traducción que se debe
emprender para interpretar a semejantes y entender el mundo que nos rodea.
La ceremonia concluyó con la participación de Jaime
Labastida al darle la bienvenida a su nueva casa académica. “Tus iguales te
recibimos con los brazos abiertos”, apuntó el presidente de la academia
Mexicana de la Lengua.
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