Brasil.- El 6 de junio de 2012, Bélgica encomendó la dirección de sus
Diablos Rojos a un hombre cuyo historial en los banquillos estaba prácticamente
en blanco. Marc Wilmots únicamente había ejercido de entrenador varios meses en
el Sint-Truiden, el club en el que debutó como jugador, y un poco antes también
en el Schalke 04, donde había colgado las botas. El círculo parecía haberse
completado ya. Sin embargo, después de intentar pasar página con el fútbol,
Willy no tuvo más remedio que hacer frente a la realidad: su historia de amor
con el deporte rey no había terminado.
Así, la figura más destacada de los belgas en las Copas
Mundiales de la FIFA™ fue designado seleccionador del país con el que había
brillado como futbolista. Dos años después de su llegada, el técnico dirige a
sus pupilos en su torneo preferido, en Brasil 2014. Y con un balance de dos
victorias en otros tantos partidos, obtenidas in extremis ante Argelia (2-1) y
Rusia (1-0). Y aunque estos triunfos no se distinguieron para nada por el juego
vistoso que se espera de gente como Eden Hazard o Vincent Kompany, el estratega
no se ofende, como explica en declaraciones a la FIFA. “Puede que no haya sido
muy espectacular, pero hemos logrado algo grande, con uno de los planteles más
jóvenes del torneo”.
Wilmots ha sido capaz de recuperar los valores de su época
de jugador. “Valoro la disciplina, el trabajo colectivo y la paciencia de mis
jugadores”, se congratula. El excentrocampista marcó en la cita mundialista
cinco goles, todos ellos con su impronta característica, la de un jugador más
físico que técnico. En apariencia, la nueva generación belga no se parece a la
anterior, encarnada por su seleccionador. Sus individualidades sobresalen ante
todo por la velocidad y el juego pulido.
Algunos exfutbolistas reconvertidos en técnicos prefieren
evitar mencionar sus carreras en sus discursos. A Wilmots, no obstante, le
gusta aprovecharla. Quiere transmitir a sus pupilos todas las lecciones
aprendidas dentro de la cancha, y moldearlos a su imagen. Los Diablos Rojos
monopolizaron la posesión del balón ante Rusia, y todavía más ante Argelia. Y
ahí es donde se nota la mano del Toro de Dongelberg. “Sé lo que es tener que
correr detrás de una pelota. Quiero que mis rivales sientan las mismas
sensaciones desagradables. Cansa muchísimo física y psicológicamente”.
Lecciones mundialistas
El rendimiento de sus reservas tampoco ha sido ninguna
casualidad. “Muchos observadores se asombraban al verme cambiar a los jugadores
continuamente durante los entrenamientos. Para mí es una de las claves que
permiten tenerlos disponibles y que sean eficaces durante los partidos”. Y los
tres goles de los belgas en sus dos primeros compromisos en Brasil han sido
obra de jugadores que habían comenzado como suplentes. El seleccionador cuenta
con los 23 integrantes de su equipo, convencido de la importancia de una sana
competencia y de la armonía entre quienes disputan menos minutos y los demás.
Es otra lección que aprendió en sus cuatro experiencias en la Copa Mundial de
la FIFA. Una vez más, el profesor parece haber encontrado las palabras
adecuadas, si nos guiamos por los comentarios de sus alumnos y el buen
desempeño de la clase.
Romelu Lukaku no llegó a meterse de lleno en el partido ante
Rusia, y tuvo que salir durante el examen. El maestro belga ofrece un
diagnóstico de las dificultades de su alumno. “Se crea demasiada presión”. Eso
también le trae recuerdos. “Yo lo hice mal en mis dos primeros Mundiales porque
me obsesionaba la victoria. Esperaba que los jugadores jóvenes tuviesen más
dificultades para afrontar este torneo, ya que se centran en la idea de que
tienen que ganarlo”. Como buen pedagogo, Wilmots es consciente de la
importancia de la confianza para el rendimiento. Y se esfuerza por transmitir
ese mensaje. “Sé que Lukaku puede hacerlo mejor, y él también lo sabe. Sigue
siendo muy importante para nosotros”.
La próxima etapa de este maestro belga es la República de
Corea. Como alumno, odiaba tener que hacer cálculos, ya que prefería entregarse
por completo. Con la clasificación para octavos de final ya asegurada, Wilmots
se alegra de poder explicar ahora otras asignaturas. “No tendremos que
preocuparnos únicamente por las matemáticas, podremos juzgar si nos conviene
más defender o atacar. Iremos a por la victoria”. Los coreanos están pues
advertidos: los alumnos belgas tienden a hacer caso.

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