- Dong-Soon Kim, después bautizado en la hacienda henequenera como Manuel Kim Lee y quien llegó a Yucatán a los 13 años, contribuyó económicamente durante 33 años para liberar a su nación de Japón.
- “Eso fue lo más extraordinario porque a pesar de las carencias y maltratos que vivieron ellos hicieron ese gran esfuerzo para apoyar a su nación”, dice su nieta Ligia.
- “¡Chemulpo, Chemulpo!”, cantaban y lloraban en un bar en el barrio de Santiago sabedores que nunca regresarÃan a su patria.
- Condecorado por el Ministerio de Asuntos de Patriotas y Veteranos en el marco del aniversario del Centenario de la Fundación de la República de Corea.
Mérida, Yucatán.- Era 1905. Dong-Soon Kim, de 13 años de edad, como muchos coreanos, padecÃan todas las calamidades sociales por la agitación polÃtica en Corea por la expansión del Imperio del Japón. Muchos deseaban mejorar su situación y otros simplemente huir. Además, cumplÃa el requisito de contratación, que era a partir de doce años.
Hasta ese lejano paÃs llegó John Meyers, enviado por poderosos hacendados y el gobernador de Yucatán, Olegario Molina, para contratar mano de obra para las plantaciones henequeneras, pues los trabajadores indÃgenas estaban huyendo cansados de los abusos en contra de sus hijas y mujeres, la explotación de sol a sol y las impagables deudas en las tiendas de raya.
En China, Japón y Corea eso no se sabÃa, aún. Para cumplir su cometido Meyers prometÃa el paraÃso: altos salarios y otros incentivos. Buen trabajo, buen trato, comida, casa, buena paga e inmejorables condiciones para vivir. Eso decÃa el contrato que Meyers les hacÃa firmar, escrito en coreano e ingles, con duración de cuatro años con posibilidad de renovación.
El padre de Dong-Soon vio la oportunidad de mejorÃa al enterarse, a través de los anuncios publicados en los periódicos, sobre esta oportunidad laboral. El fue quien inscribió a su hijo. 23 personas más de la comunidad de Kaesong lo hicieron.
Ellos se concentraron en el puerto de Chemulpo (hoy Inchon) donde partirÃan rumbo a América. En esa comunidad fueron reclutados 223 paisanos y según los registros históricos también vinieron 454 de Seúl, 73 de Pusan, 55 de Mokpo, 37 de Pyongyang, 33 de Masan, 26 de Wonsan, 24 de Yongdongpo, 22 de Chechon, 18 de Tegu, 12 de Pongsan, 12 de Kyongdyu, 6 de Suwon, Ulsan, 5 de Kwangdyu, 4 de Jwangdyu y 3 de Miryang.
Al final Meyers habÃa logrado contratar a mil 33 inmigrantes (802 hombres, 207 mujeres y 24 niños), que se sumarÃan a los chinos y japoneses que llegaron a Yucatán en 1891.
Todos ellos firmaron un contrato de trabajo, redactado en coreano e inglés, de cuatro años “a partir del dÃa de llegada a la finca. Después de ese tiempo el contrato podrá extenderse si asà fuese la voluntad del trabajador”.
El paraÃso prometido: custodiados por soldados
El empleador cubrirá los salarios de los trabajadores de acuerdo con la siguiente tarifa: El corte de las pencas de henequén. 72 centavos por dos mil pencas, 40 centavos por cada mil adicional y un porcentaje de esta tarifa por una cantidad menor a mil pencas. Desyerbar y limpiar el campo. 25 centavos por un mecate (un
mecate equivale a 404 metros cuadrados). El corte de una planta de henequén. 25 centavos por cien plantas, bajo la condición de que el trabajador las transporte hasta las calles o los vagones.
Plantar henequén. 25 centavos por cien plantas. Cortar leña. 50 centavos por troncos de dos paras de largo, dos paras de ancho y una para de alto (una para equivale a 836 milÃmetros). Desbrozar el campo. 50 centavos por un mecate. El pago acostumbrado en la región por la realización de otros trabajos. El trabajador realizará todos los dÃas las actividades arriba mencionadas, asà como otras tareas que el empleador le asigne llevar a cabo en la finca con excepción de los domingos y dÃas festivos. El empleador se compromete a proporcionar al trabajador agua potable, casa, leña y una hortaliza. El empleador dará trabajo a los hijos del trabajador mayores de doce años y cubrirá los salarios en los términos estipulados en el presente contrato”. No sabÃan que era un engaño.
Para traerlos Meyers pasó obstáculos e incluso falsificó documentos y finalmente fletó el barco inglés llford que partió de Modyi el 14 de marzo rumbo a Pusan donde subieron los primeros 400 emigrantes. De ahà continuó hacia Chemulpo, el puerto escogido para el embarque definitivo.
La travesÃa duró 41 dÃas. El Ilford hizo escala en Yokohama, y ahà los emigrantes transbordaron a otro barco inglés, el Boat, que los condujo a Salina Cruz donde llegaron sólo mil 31, pues dos niños murieron en el viaje, el 15 de mayo de 1905, en plena temporada de lluvias. Quedaban dos etapas más: el viaje por ferrocarril de Salina Cruz a Coatzacoalcos donde se embarcarÃan nuevamente con destino a Progreso, Yucatán, antes de llegar a su destino final.
Tras descansar tres dÃas, abordaron el tren rumbo a Coatzacoalcos. Todo cambió. No sólo no entendÃan el nuevo lenguaje sino el por qué ahora estaban custodiados por la fuerza militar. Al llegar a Progreso, abordaron de inmediato el tren que los trajo a Mérida y fueron conducidos por los soldados al Cuartel de Dragones.
En Corea el gobierno ya estaba enterado que todo era un fraude; que habÃan caÃdo en mano de trata de esclavos por lo que se decidió prohibir toda emigración.
El amargo despertar: sin libertad y sin dinero
La Revista de Mérida en su reporte de la llegada de los coreanos a Mérida dice que “la Junta de Inmigración se muestra satisfecha, y asÃ, como es de esperarse, los coreanos que son frugales y tienen aspecto de ser gente de trabajo, llenan las necesidades que reclama la agricultura yucateca, se habrá resuelto el grave problema que ocasiona la falta de brazos para el campo”.
Un coreano inmigrante, José Sánchez Pac, quien al arribar a Yucatán tenÃa 44 dÃas se nacido, describe asà el paraÃso anunciado:
--“Recuperados de los estragos de tan largo viaje y cuando ya estaban fastidiados por la inacción, sin lograr entender por qué los habÃan dejado tanto tiempo prácticamente a la intemperie casi sin libertad y sobre todo sin dinero, fue cuando llegó el primer hacendado” y se les ordenó que se pararan y se formaran.
--“Uno de los hacendados, empezó a señalar con un bastón que traÃa en la mano y ordenó que los separaran del grupo [ ... ] Se cree que el hacendado que llegó primero haya sido el que colaboró con la mayor cantidad de dinero porque se llevó la mayor partida de trabajadores”.
Los coreanos fueron enviados a las haciendas de Chenché, Azkorá, Zukú, Buenavista, Chinkilá, TizimÃn, San Enrique, Zacil, San Francisco, Santiago, Kankapchen, Kuká, Nogeyong, Itzinkap, San Antonio, Sanaktáh, Chunchukumil, Yazché, Chocholá, Kohopchaká, Santa Rosa y Temozón.
Los bautizaron y les impusieron nombre de cristianos
Junto con su padre Dong-Soon fue enviado a una hacienda en la zona de TizimÃn. Ahà les cambiaron el nombre, ahora el niño era Manuel Kim Lee y su padre Juan Kim Chong. Después fueron transferidos a una hacienda en Izamal y finalmente a Yunkú, en Sacalum.
--“Cuando llegaron a Yucatán mi abuelo y mi padre fueron llevados a una hacienda por la zona de TizimÃn, dónde mucho tiempo estuvo. Allà conoció (en Izamal) y se casó con mi mamá Severiana Canché. En ese entonces los llevaban de hacienda en hacienda porque el trabajo escaseaba, hasta que llegaron a Yunkú (Sacalum) dónde nunca se agotó el trabajo. El dueño de la hacienda era JoaquÃn Peón, después paso a ser propiedad de Anita Peón. Ella era quien nos daba doctrina y nos llevaba a bautizar a Mérida”, narra su hijo Sixto.
A propósito de la religión expresa. “Los presbiterianos que me visitan, siempre preguntan que cómo me hice católico, ellos no entienden que todos los que trabajábamos en las haciendas nos impusieron desde pequeños la religión, quieras o no tenÃas que ir a misa, los patrones nos daban doctrina, nos enseñaban la religión, el padre que oficiaba misa venÃa de Muna, entonces nos juntaban a todos los peones y cocineras para entrar a la capilla de la hacienda, asà nos hicimos católicos, no te preguntaban si querÃas”.
Dong-Soon tuvo diez hijos con Severiana: Juan, Gumersindo, Matilde, Ramón, Clemente, Sixto, Fortunata, Manuela, Crecencia y Cristina.
En su juventud Sixto también vivió la esclavitud y narró cómo los hacendados yucatecos hacÃan tratos con los de Estados Unidos.
--“Hubo un tiempo nos juntaron a todos los peones para llevarnos a Arizona para trabajar en los campos de algodón, recuerdo que conocà tres lugares en Estados Unidos pero más tarde nos regresaron a la hacienda”.
Comienza la desbandada de coreanos
Muchos coreanos al ver que fueron engañados huyeron, unos se fueron al Distrito Federal buscando otras oportunidades de subsistencia, a Cuba y otros a Estados Unidos. Algunos buscaban regresar a su patria, lo cual era prácticamente imposible.
--“Llegaron engañados de que solo estarÃan en Yucatán por 4 años y cuando llegaron vieron la triste realidad después de cumplir el contrato de 4 años no pudieron regresar a Corea porque en eso entonces Japón ya habÃa sometido a Corea y no hubo gobierno que los reclame”, cuenta su nieta Ligia Kim, hija de Clemente.
Pero Manuel (Dong-Soon) no huyó, tenÃa otro objetivo: juntar dinero.
--“Nos contaba mi papá que cuando le llevaban el pozole al plantel donde se cortaban las pencas del henequén evitaba sentarse a tomarlo, mientras los demás trabajadores se regresaban a sus casas mi abuelo seguÃa cortando pencas. Con orgullo nos decÃa mi papá que no se explicaba cómo podÃa cargar tres rollos, cuando los demás con trabajo cargaban dos”. “Nos decÃa mi papá que los trabajadores de la hacienda apenas cortaban 2000 pencas de henequén por dÃa y mi abuelito él solo cortaba 5000 pencas”.
Manuel Kim Lee (Dong-Soon Kim) también querÃa que sus descendientes recordaran y aprendieran las costumbres, la historia y el idioma.
--“En mi casa nunca hacÃa falta el kimchi (es un platillo nacional de Corea y aunque muchos tipos de preparación la más famosa es el de repollo) era lo que acompañaba a todas las comidas. Mi papá nos juntaba en la casa ya que nadie iba a la escuela, sacaba un libro y nos enseñaba algunas cosas. Luego decÃa: “es momento de que aprendan el idioma de Corea”, él nos hablaba en coreano y luego nos decÃa qué significaba en español; mi papá hablaba un poco de español y maya”, recuerda Sixto.
“Sacaba sus libros para que estudiáramos, pero como éramos chamacos no le dábamos importancia, pero el decÃa: "Algún dÃa se van acordar de esto". En una ocasión un coreano que vino a abrir una fábrica por estos rumbos supo de mi y llegó a la casa con su intérprete, él me ofreció trabajo pensando que yo hablaba coreano, porque le habÃan dicho que éramos hijos de coreanos. Es allà cuando recordé las palabras sabias de mi papá.
Algunos hijos de coreanos venÃan a visitarnos eran muchachos que jugaban béisbol, pero tampoco hablaban coreano”, indicó.
Chemulpo, Chemulpo gritaban coreaban, mientras lloraban
Manuel Kim, junto con otros coreanos, formaron una asociación para apoyar a la liberación de su nación. Lograron contactarse y nunca perdieron el enlace. Desde Corea les enviaban libros y hasta periódicos. Ellos enviaban dinero para la compra de armas para luchar contra Japón.
--“El dinero lo mandaban a Estados Unidos y la comunidad coreana lo enviaba a China y los que se habÃan refugiado ahà proveÃan el armamento a quienes buscaban la independencia. Eso fue lo más extraordinario porque a pesar de las carencias y maltratos que vivieron ellos hicieron ese gran esfuerzo para apoyar a su nación”, dice Ligia.
Ellos se resignaron al saber que no regresarÃan a su nación, pero lucharon de ese modo para la liberación de Corea, añade.
Cuando ellos venÃan a Mérida iban a una cantina en el barrio de Santiago y cada vez que tomaban les llegaba la nostalgia y entre sollozos y llanto comenzaban a gritar: ¡Chemulpo, Chemulpo!, añorando el puerto de donde partieron y deseaban fervientemente regresar. Después, el propietario del lugar, enterado de la historia, le puso Chemulpo.
--“Por eso, la esperanza era ganar bien para apoyar a su familia, teniendo en cuenta de que no regresarÃan a su nación. Me dicen que se llenaba de lágrimas su rostro cada vez que cantaba”, narra Ligia.
“Es muy triste su historia, a mi aún me sigue conmoviendo mucho cuando la escucho y todo lo que padecieron: primero, porque no sabÃan nuestro idioma; segundo, por la clase de alimentación a la que no estaban acostumbrados, y luego el maltrato de muchos hacendados”, añade.
Me gana la nostalgia y el sentimiento solo en que le estoy contando esto, dice, mientras hace una larga pausa.
La abuela ordenó que quemen todas sus cosas
¿Y qué sucedió con los libros, revistas y recuerdos de su abuelito?, pregunté.
--”De la historia de mi abuelito no es mucho lo que sabemos, porque nos cuenta mi mamá que al fallecer, mi abuela ordenó que se quemaran todas sus cosas y todos los informes que tenÃa se destruyó. Mis hermanas y yo estábamos muy chicas en ese tiempo y aún no sabÃamos de nuestra descendencia”, responde.
Para los patrones Dong-Soon era muy trabajador y logró instalar una tienda en el pueblo. “Nos contaba mi papá que tenÃan una tienda grande y que cuando contaban el dinero de la ganancia eran monedas de oro y plata, pero dicen que no saben dónde acabaron. Mi abuela decÃa que los enterró porque no se explica dónde quedó tanto dinero”.
Corea busca a los patriotas de la independencia
En octubre de 2019 el Ministerio de Asuntos de Patriotas y Veteranos (MAPV), inició el Programa de Reconocimiento a los Patriotas de la Independencia mediante el cual se otorga la medalla de reconocimiento a los descendientes de los patriotas de la independencia, que se han sacrificado y contribuido a la independencia de Corea.
--“Sin embargo, siguen aumentando los casos en los que no se ha otorgado dicho reconocimiento debido a que no se han podido localizar a los descendientes de los patriotas. Es por lo anterior, que el MAPV se está esforzando en la búsqueda de los descendientes de los patriotas que participaron dentro y fuera del paÃs, especialmente en el marco del aniversario del Centenario de la Fundación de la República de Corea”, indica el comunicado.
--“La doctora Martha (Kim) me contactó por medio de Facebook por la foto de la familia de mi abuelito que publiqué y me dijo que al verla reconoció a mi abuelito Manuel que en nombre coreano es Dong-Soon Kim”, dice Ligia.
La ficha oficial dice: “Señor Dong-Soon Kim, fecha de nacimiento 1892 - 10 - 18 lugar de origen Kaesong. De 1909 a 1945 se desempeñó como vicepresidente y presidente del Distrito de Mérida de la asociación popular de Corea en México y apoyó los fondos del movimiento de independencia”.
En mayo de 1909 la Asamblea Nacional de América del Norte la Asamblea Nacional de los Estados Unidos envió a Hwang Yong-a y Banghwa - Jung para hacer esfuerzos por liberar a los Coreanos Mexicanos.
Cómo resultado el 9 de mayo de 1909 se fundó el Consejo Regional de Mérida bajo la Asamblea Regional de América Del Norte y más de 300 Coreanos Estadounidenses se unieron como miembros.
En agosto de 1909 Kim Dong - Soon se unió al distrito de Mérida. En diciembre de 1913 fue elegido inspector de templos en Mérida y en 1922 se desempeñó como vicepresidente, en octubre de 1922 asistió a la reunión ordinaria y organizó la asamblea nacional.
En 1923 fue electo presidente del distrito de Mérida y se celebró el DÃa Nacional en 1924, fue seleccionado como candidato a vicepresidente en la elección del candidato a Oficial de Distrito de 1929 a julio de 1932, trabajó como empleado laboral y apoyó los fondos del movimiento de independencia de 1912 a 1945 varias veces.
Las investigaciones sobre las contribuciones del difunto fueron realizadas por la doctora Martha Kim y Gabriel Yu, quienes enviaron la documentación al Ministerio de Veteranos y Patriotas de Corea.
Es algo extraordinario que ni yo me imaginaba
La Asociación Descendientes Coreanos de la Ciudad de México, que preside Gabriel Yu señaló a su vez que “con gran orgullo compartimos la condecoración del patriota coreano en México, quien con sus acciones y contribuciones apoyaron al movimiento de independencia de Corea”.
--“Agradecemos a los miembros de la familia Kim en Mérida, Yucatán, por la confianza depositada a nuestros representantes en México Presidente Mtro. Gabriel Vallejo y Vicepresidenta Dra. Martha Kim, para llevar a cabo la investigación, recopilación de documentos oficiales, justificación de identidad y proceso ante el Ministerio de Patriotas y Veteranos de la República de Corea. Agradecemos a la Embajada de la República de Corea en México y al Ministerio de Patriotas y Veteranos el poder llevar a cabo esta condecoración”.
--“Ningún esfuerzo puede competir con la inmensa satisfacción de ver y ser partÃcipe de estos momentos maravillosos que forman ya parte de la historia de la diáspora coreana”, expusieron el Mtro. Gabriel Yu y la Dra. Martha Kim.
El ahora patriota coreano Dong-Soon o Manuel Kim está enterrado junto a su padre y otros familiares en el cementerio de Sacalum.
La medalla del reconocimiento al Señor Dong - Soon Kim fue recibida por su hijo don Sixto Kim y su señora esposa doña Celia.
--“Es algo extraordinario que ni yo me imaginaba: que mi abuelito es un gran patriota, dijo con orgullo su nieta Ligia.
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