110 años del saqueo a Catedral de Mérida

Los “quema-santos” asaltaron e incendiaron la Catedral de Mérida, junto con miembros de varios sindicatos

El 24 de septiembre de 1915 una enardecida multitud ingresó a la Catedral de Mérida y causó severos destrozos en imágenes y altares

  • La imagen histórica del Santísimo Cristo de las Ampollas fue quemada en la plaza, frente a la Catedral, colocándola sobre los rieles del tranvía, pero no ardió: canónigo José S. Correa 
  • El general Salvador Alvarado promulgó leyes y decretos que disminuyeron notablemente la labor educativa y pastoral de la arquidiócesis de Yucatán

Mérida, Yucatán.- La noche del 24 de septiembre de 1915, mientras la banda municipal tocaba La Cucaracha, una muchedumbre, compuesta por miembros de diversos sindicatos y de trabajadores ferrocarrileros y un contingente de Progreso conocido como los “quema-santos”, destruyó la puerta de la Catedral sobre la calle 61, ingresó al templo y causó destrozos en imágenes, retablos, objetos del culto y sustrajo vasos, ornamentos y joyas.

---“Ropas y ornamentos sagrados tirados por el suelo, mezclados con fragmentos de imágenes, de vidrios, de jarrones, de cristal y de yeso, de ramos artificiales destruidos; el nuevo y riquísimo órgano desbaratado; el púlpito y su escalera destrozados; los altares desmoronados; las imágenes del Santo Patrón de la Catedral, San Ildefonso, de San Juan Nepomuceno, de Nuestra Señora de las Victorias, de la Purísima Concepción del Santo Niño de Atocha, de los Apóstoles San Pedro y San Pablo y San Andrés, de San Isidro, de la Santísima Trinidad y otras de mérito por su antigüedad, yacían decapitadas unas, quemadas la mayor parte rodando por los suelos del templo. Allí se veía también tirada a media iglesia, la gran reja de hierro que comunicaba el Sagrario con la Catedral”, escribió en su reporte el canónigo José S. Correa, quien entró el sitio tres días después acompañado por el cura Pablo Ortiz.

Añade el documento:

---"1915. El 24 de septiembre de este año fue saqueada la Catedral y destruido el altar e imagen de la Santísima Trinidad, y robadas las alhajas de la misma, así como las de toda la Catedral, altares, ropas de uso, sagrados ornamentos y manteles; gran parte de esto fue quemado en el mismo sagrado recinto. La imagen histórica del Santísimo Cristo de las Ampollas fue quemada en la plaza, frente a la Catedral, colocándola sobre los rieles del tranvía, pero no ardió, como lo atestiguan más de 2000 espectadores, que atónitos contemplaban aquellos salvajes atentados, sin poder remediarlo. Con este motivo se suspendió el culto mensual a la Santísima Trinidad. 

El gobierno del Gral. S. Alvarado ocupó la Catedral 2 días después para poner mercancías; se entregó el 12 de mayo de 1917; comenzó el culto poco a poco después de la solemne Reconciliación, que se verificó el 17 del mismo mes, día de la Gloriosa Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo. El culto a la Santísima Trinidad no pudo comenzar aún por no tener su altar propio...  Canónigo J.S. Correa, secretario [rúbrica]".  (Libro de misas mensuales de la Sma. Trinidad 1911-1914. AVCMY)

Los informes y crónicas señalan que ese día salió de la Casa del Obrero Mundial, acompañada de dos bandas, una manifestación compuesta por miembros de diversos sindicatos y de los trabajadores de los talleres de los Ferrocarriles Unidos, a la que se sumó un contingente proveniente del puerto de Progreso, un grupo radical anticlerical.

Al llegar a la esquina del Palacio de Gobierno, frente a la catedral, los participantes fueron arengados por algunos oradores que ocuparon la tribuna, estimulando a la muchedumbre para “quemar hoy los ídolos de los fanáticos católicos”.

Instigados, destrozaron la puerta de la catedral, situada en la calle 61, “y penetraron con un furor iconoclasta”.

Imágenes, retablos, objetos del culto y joyas fueron despedazados; la muchedumbre se lanzó en contra del Señor de la Conquista, la virgen de las Mercedes y la Santísima Trinidad. En la capilla donde se veneraba al Cristo de las Ampollas, “mientras la banda de música municipal, obligada por la violencia, tocaba el himno revolucionario ‘La Cucarachaʼ”, la multitud pretendió prender fuego a la imagen del Cristo, pero al fracasar en su intento, la abandonaron en la calle, donde fue recogida por las autoridades policiales que la trasladaron a la comandancia militar y nunca se supo su destino.

El órgano del templo fue destruido y en las capillas del Sagrario, de San Juan de Dios y del Divino Maestro, el quebranto fue semejante. Únicamente se preservó la última imagen, que el cura Pablo Ortiz y Santiago Escalante Lara, hermano mayor de la cofradía del Santísimo, ante la sospecha de algún acto contra la catedral, extrajeron discretamente horas antes del asalto. En este punto, llama la atención el hecho de que si ya temían un eventual “saqueo” no hubieran rescatado también al Cristo de las Ampollas, imagen emblemática para la población yucateca. Ante los mencionados acontecimientos, el gobierno estatal únicamente arrestó a doce obreros y se les procesó con el cargo de “robo de objetos eclesiásticos pertenecientes a la nación”.

Una muchedumbre acudió a ver los estragos cometidos en la catedral y sus capillas y “todos censuraron acremente a los autores del atentado”. Quizá por esta razón, y para prevenir eventuales manifestaciones por parte de la feligresía, apenas dos días después de entregada la iglesia a su cabildo y al señor cura del Sagrario, la comandancia militar mandó a la policía a cerrarla y recoger las llaves.

---“Durante aquel triste episodio histórico, se registraron importantes pérdidas en el patrimonio religioso, artístico e histórico de la catedral, tales como la destrucción de los retablos y altares, incluido el magnífico retablo mayor; el saqueo de la capilla del Santo Cristo de las Ampollas y la pérdida de esta venerada imagen patronal, así como la sustracción de vasos sagrados, destrucción de ornamentos y otros objetos litúrgicos, con los que la devoción de los yucatecos habían ofrendado a lo largo de siglos a Dios y a la catedral meridana, reseña la Catedral de Mérida. 







Estos hechos ocurrieron en el marco de la independencia de Yucatán promulgada por el general Abel Ortiz Argumedo y combatida por el presidente Venustiano Carranza, a través del general Salvador Alvarado quien llegó a Yucatán procedente de Campeche el 19 de marzo de ese año.

Alvarado promulgó leyes y decretos que disminuyeron notablemente la labor educativa y pastoral de la arquidiócesis de Yucatán, mientras el responsable de la sede episcopal, Martín Tritschler y Córdova, permanecía exiliado en La Habana, Cuba, desde agosto de 1914.

Alvarado expropió templos en la capital y los pueblos, incautó instituciones educativas en manos de la Iglesia, expulsó clérigos y restringió la administración de sacramentos entre la población.

Dispuso el cierre de todos los templos foráneos, instruyendo a los clérigos que las atendían a reubicarse en la capital yucateca. La iglesia de Jesús María, en Mérida, fue incautada para ser convertida en templo masónico y su arquitectura se cambió al estilo neomaya. Asimismo, se giraron instrucciones para que únicamente se “rezara” una misa al día y quedó rigurosamente proscrita la confesión y la comunión. Para tener control sobre los sacerdotes, el gobierno requirió de los mandos eclesiásticos una lista con los nombres de todos aquellos que todavía habitaban en Yucatán, pues un elevado porcentaje ya se encontraba en el exilio.

Alvarado incautó también el Palacio Episcopal, residencia del arzobispo, y ordenó la demolición de las capillas virreinales de San José y del Rosario que unían a este con la catedral, para trazar en ese espacio una calle, un andador peatonal, que recibiría el nombre de “Pasaje de la Revolución”.

Con este evento se ejecutó la separación de las dos edificaciones más simbólicas de la Iglesia, cumpliéndose la disposición que prohibía la comunicación de los templos y sacristías con las casas curales. 

También se procedió a la clausura del seminario, y en general las acciones del gobierno continuaron diezmando las propiedades y las actividades de la Iglesia.

---“Años después, en 1967, el arzobispo don Fernando Ruiz Solórzano bendijo la imagen monumental del Cristo de la Unidad, levantando en el presbiterio, en el mismo espacio del antiguo retablo mayor. Don Fernando quiso que ese Cristo fuera un signo visible de reconciliación del pueblo y la Iglesia de Yucatán, superando las heridas históricas, y continuando como Iglesia Diocesana, con la mirada centrada en Cristo nuestro Señor y en la construcción de su Reino”: Catedral de Mérida. 

El 15 de septiembre de 1915 es conocida como La  Noche Negra.

Fotos: Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Yucatán (AHAY), Sección Martín Tritschler y Córdova; Facebook, Catedral de Mérida, Pbro. Juan Pablo Moo Garrido

Fuentes:

Alvarado, Salvador, Pensamiento revolucionario, Mérida, Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Yucatán, 1980.

Matute, Álvaro, “El anticlericalismo ¿quinta revolución?” en Franco Savarino y Andrea Mutolo (eds.), El anticlericalismo en México, México, Porrúa, 2008, pp. 29-38.

Negroe Sierra, Genny M., “Iglesia y control social en Yucatán. Culto al Cristo de las Ampollas”, Temas Antropológicos, Universidad Autónoma de Yucatán, vol. 21, núm. 1, 1999, Mérida, pp. 5-35.

Pérez de Sarmiento, Marisa, Los mensajeros de Job. Otra cara de la revolución en Yucatán, México, UNAM/Instituto Mora, 2020.

Pérez-Rayón, Nora, “El anticlericalismo en México. Una visión desde la sociología histórica” en Sociológica, 2004, en <https://cutt.ly/gJk3Uco>.

Savarino, Franco, Pueblos y nacionalismo[s], del régimen oligárquico a la sociedad de masas en Yucatán, 1894-1925, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1997.

Marisa Pérez Domínguez, Marisa. El “atentado” a la catedral de Mérida. Instituto Mora.

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