La pérdida de un millón de vidas por COVID-19 es “escalofriante”, dice Guterres

Una trabajadora de salud hace la prueba del COVID-19 a una niña en Nepal.© UNICEF Nepal

  • Debemos aprender de los errores y recordar que nuestro futuro depende de la solidaridad como personas y como naciones, apunta el titular de la ONU cuando el mundo suma el millón de fallecimientos a causa de la nueva enfermedad. El director de la agencia mundial de salud asevera que no es tarde para controlar la pandemia.

Nueva York.- “Nuestro mundo debe hoy lamentar una cifra atroz: la pérdida de un millón de vidas como consecuencia de la pandemia de COVID-19”, dijo el Secretario General de las Naciones Unidas refiriéndose al hito alcanzado el lunes, a nueve meses de la aparición del coronavirus.

A esa cantidad se suman más de 32 millones de casos de personas infectadas en prácticamente todo el mundo.

“La cifra es escalofriante. Y no debemos perder nunca de vista cada una de las vidas individuales que encierra”, señaló António Guterres en un emotivo mensaje de video.

El líder de la ONU destacó el dolor de las familias que han perdido a algún ser querido a causa del COVID-19 -una enfermedad a la que calificó como “despiadada”-, sin siquiera poder decirle adiós.

“El riesgo de infección ha mantenido a las familias lejos del lecho de estos enfermos y, con frecuencia, no ha sido posible el duelo ni celebrar la vida de esas personas”, apuntó.

En su mensaje, Guterres advirtió que aún no se vislumbra el final de la propagación del virus, ni tampoco de las consecuencias devastadoras que tiene en la economía y las sociedades, así como en la vida cotidiana de todas las personas.

Un desafío que se puede superar

No obstante, afirmó que el mundo puede superar el desafío si aprende de los errores.

Subrayó que hace falta un liderazgo responsable que se base en los conocimientos científicos y, sobre todo, en la cooperación.

“No olvidemos nunca que nuestro futuro depende de la solidaridad: como personas unidas y como naciones unidas”, recalcó.

El Secretario General insistió que cuando exista, la vacuna contra el COVID-19 debe ser un bien público asequible para todos.

Mientras tanto -añadió- la tarea de la población es hacer todo lo posible por salvar vidas siguiendo las instrucciones básicas de mantener la distancia física, utilizar la mascarilla y lavarse las manos

Nunca es demasiado tarde

El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) coincidió con Guterres al asegurar que no es demasiado tarde para revertir el curso de la pandemia.

En un artículo de opinión publicado en la prensa inglesa, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus consideró que en medio del sufrimiento que vive el mundo existen chispas de esperanza para el futuro.

Entre esas señales alentadoras, citó el desarrollo de pruebas de diagnóstico, la identificación de tratamientos con corticoides para reducir la mortalidad en los casos graves de COVID-19, y los proyectos de vacuna que se encuentran en la fase final de pruebas.

Agregó que muchos países han respondido con acciones que involucran a todo el gobierno y la sociedad y que, con la infraestructura adecuada, han podido contener oportunamente los brotes, antes de que la transmisión saliera de su control.

Tedros mencionó a Tailandia, Italia y China como algunos ejemplos de respuestas que han funcionado.

América

Con respecto al continente americano, señaló que si bien es la región más afectada, Uruguay ha reportado el menor número de casos y muertes en términos absolutos y relativos.

“Y esto no es accidental. Uruguay cuenta con uno de los sistemas sanitarios más sólidos y resilientes de América Latina, logrado con una inversión sostenible basada en el consenso político que prioriza la salud pública”, apuntó.

Añadió que la lección clave es la misma para todos: no importa el punto de la pandemia en que se encuentre un país, “nunca es demasiado tarde para cambiar el rumbo”.

En este sentido, reiteró algunas las medidas esenciales que todos los países, comunidades e individuos deben tomar: evitar las aglomeraciones y espacios cerrados; proteger a los grupos vulnerables; mantener la distancia física; lavarse las manos regularmente; usar mascarilla; e identificar, aislar, hacer pruebas y rastrear los casos.

Los países no deben dedicar “ni un solo dólar” a los proyectos de carbón, señala experto

Minas de carbón afuera de Samaca, en Colombia.Banco Mundial

Ginebra.- Pese a la importancia de los planes de estímulo económico en la respuesta a la pandemia del coronavirus, los Estados no han de olvidar otras prioridades como la crisis climática o la renuncia a financiar proyectos o infraestructuras alimentadas por carbón, advirtió el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y el medioambiente.

En un comunicado emitido este martes, David Boyd señaló que los países no deben dedicarle “ni un solo dólar” a este tipo de proyectos.

"Estamos en medio de una emergencia climática sin precedentes y de una crisis socioeconómica de gran magnitud, con importantes repercusiones en los derechos humanos de hoy y efectos catastróficos inevitables en el futuro, a menos que se hagan cambios rápidos, sistémicos y transformadores en nuestros sistemas energéticos. El carbón debe eliminarse lo antes posible".

Boyd destacó que el carbón es uno de los principales causantes de dos de los peores problemas ambientales que asolan al planeta: el cambio climático y la contaminación atmosférica.

El experto recordó que la industria dedicada al carbón produce alrededor de un tercio de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y que contribuye en gran medida a la polución del medioambiente, provocando cada año millones de muertes prematuras y comprometiendo los derechos a la vida, a la salud y a un entorno limpio.

Por si no fueran bastante estos argumentos, añadió que las minas de carbón han provocado desalojos forzosos en muchos países, desplazamiento de comunidades enteras y otras violaciones del derecho a una vivienda adecuada.

Las energías renovables como alternativa al carbón

Un argumento adicional que Boyd introdujo en su razonamiento es que en la mayoría de los países se ha producido un abaratamiento del costo de las energías renovables en relación con el carbón.

Pese a que antes de la aparición de la COVID-19 el carbón se usaba para suministrar más de un tercio del total de la electricidad mundial, la Agencia Internacional de la Energía prevé una caída del uso del carbón de un 8% durante este año, la mayor disminución desde la Segunda Guerra Mundial.

Un dato positivo que podría ensombrecerse si se recuperan las infraestructuras alimentadas por el carbón y no se activan políticas públicas para reducir la dependencia de las energías contaminantes.

"Los Estados deben cerrar las minas y las centrales eléctricas de carbón, junto con la elaboración de estrategias de transición adecuadas para los trabajadores y las comunidades afectadas", dijo Boyd, emplazándolos a unirse a la alianza Powering Past Coal, que ya cuenta con más de 30 países.

Del mismo modo, señaló que, con el fin de garantizar la protección de los derechos humanos contra los efectos del cambio climático y la contaminación atmosférica, todos los Estados de ingresos altos deberían finalizar el uso del carbón en 2030 o antes, los de ingresos medios en 2040 y los de bajos ingresos una década más tarde.

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