Se trata de Rosa Ureña Chío, de 71 años de edad, y Julián
Pérez, de 84, pareja de progreseños casados desde hace siete años, quienes
forman parte de uno de los Clubes del Adulto Mayor, que son coordinados por el
Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Yucatán.
-Somos buenos compañeros. Cada quien hizo su vida, creció a
sus hijos y tenemos nietos. Ahora en la vejez nos acompañamos y nos cuidamos-,
indicó la señora Ureña.
Ella tiene cinco hijos, 10 nietos y dos bisnietos, mientras
que él, tres hijos y nueve nietos, por lo que ambos reciben la visita de sus
descendientes y comparten su vida. Don Julián fue pescador y actualmente
subsiste de una modesta pensión y doña Rosa es ama de casa.
Ahora en la vejez ambos han reencontrado el entusiasmo y las
energías para dedicarse a actividades que les aportan nuevas experiencias día a
día, pues desde hace casi un año entraron a formar parte del Club del Adulto
Mayor de Progreso, en donde a través de talleres y cursos diversos se brinda a
los senescentes la oportunidad de capacitarse y desarrollar nuevas habilidades
para enriquecerse como personas.
La pareja fue entrevistada en el marco de los festejos por
el Día Nacional del Adulto Mayor, durante su participación en las actividades
del Club, las cuales dijeron disfrutar mucho porque representan una oportunidad
para demostrar lo que aprenden, además de convivir con más personas.
Doña Rosa y don Julián tienen afición por la música, les
gusta cantar e intervienen activamente en el taller del área que ofrece
personal del DIF. Ahí los beneficiarios ponen toda su energía para aprender y
preparar las canciones que luego con orgullo y deleite presentan en diversos
eventos.
Diagnosticado con Alzheimer desde hace unos años, don Julián
se transforma con la música y su entusiasmo se contagia. Él toma con seriedad
esta actividad y cuando falta a los ensayos a causa de alguna complicación,
reconoce que por disciplina no debe participar en la presentación. No obstante,
desde su lugar observa la actuación de sus compañeros y su pareja, y en
silencio mueve los labios, acompañándoles en la canción.
Doña Rosa por su parte, además de cantante es una entusiasta
jugadora de dominó e incansable promotora de los derechos de las personas de la
tercera edad, y aunque no tiene preparación académica imparte pláticas sobre el
tema de una manera vivaz y contundente.
-Los abuelitos no debemos ser ignorados, tenemos derechos,
no somos invisibles, aún tenemos mucho por aportar-, señaló.
La señora añadió que acudir a los talleres del Club del
Adulto Mayor de Progreso, en donde incluso tienen el apoyo de un psicólogo, le
ha ayudado mucho a ella y a don Julián a disfrutar más de esa etapa de sus
vidas.
-Aprendemos, disfrutamos y nos acompañamos. Aún queda mucho
por hacer-, concluyó alegremente mientras estrechaba la mano de su esposo.
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