Concluyó la Banda Sinfónica Infantil y Juvenil de México su gira por el sureste de la República

Puebla, Tlaxcala, Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco, Chiapas, Durango, Hidalgo, Morelos, Querétaro, San Luis Potosí, Guerrero, Distrito Federal, Estado de México, Yucatán y Zacatecas, entro otros estados, estuvieron representados en este cuarto encuentro
México, DF.- De ojos elocuentes y juguetones; con manos ágiles e inquietas que casi nunca permanecen en calma; altos, bajitos, adolescentes, niños y otros no tanto, que difícilmente paran de hablar, preguntar, reír, jugar y cantar, pero que al subir a un escenario se transforman y concentran para hacer lo que según ellos, los libera, tranquiliza y motiva a superarse cada día: la música. Son los miembros de la Banda Sinfónica Infantil y Juvenil de México (Bandim) que el pasado fin de semana concluyó la gira de conciertos por el sureste de México con motivo de su Cuarto Encuentro.
El Puerto de Veracruz; Villahermosa, Tabasco; Ciudad del Carmen y Champotón en Campeche; así como Palenque, Chiapas; fueron testigos de la energía y talento musical de 110 músicos menores de 19 años (28 clarinetistas, siete flautistas, 12 trompetistas, cuatro saxofonistas, tres fagotistas, cuatro oboístas, tres barítonos, nueve cornistas, 15 trombonistas, siete tubistas y 11 percusionistas), quienes con la dirección de José Arturo González atraparon la atención de más de 2 mil personas.
Fueron cinco conciertos en los que los jóvenes instrumentistas mostraron su técnica musical y reafirmar su apego a la música de viento, algunos por herencia familiar y otros simplemente por la singular sonoridad que emerge de la reunión de instrumentos de aliento y percusiones en mayor cantidad que en una orquesta sinfónica.
Para Benny Miranda Clavería, clarinestista de 15 años de edad, oriundo de Santa María Tecuanulco, Estado de México, la música de banda es muy valiosa porque en ella están inmersas sus raíces. “Desde que nací ya había música en mi casa, mi papá estudiaba y practicaba lecciones de música con su trombón y yo lo imitaba con una trompetita de plástico. Mis abuelitos también son músicos, uno tocaba el trombón y el otro el clarinete. Siempre he apreciado la música y sobre todo la de las bandas, porque en ella están nuestras raíces; por ejemplo las marchas obras musicales que datan del siglo XIX y son utilizadas para acompañar desfiles o procesiones fueron compuestas en honor de personajes de la Revolución Mexicana como aquella dedicada a Roberto Fierro o al general Marías Ramos u otras dedicadas simplemente a la gente como Lindas mexicanas”.
 En opinión de Benny, quien participó como solista en este Cuarto Encuentro de la Bandim, hoy día, la música de viento es poco valorada en algunos lugares por el desconocimiento que existe en torno a ella, pero que esto no sucede en su pueblo. “A muchos se les olvida que en México las bandas de viento existen desde antes de la revolución, desde la época de Maximiliano y por eso hay muchos músicos de aliento. En mi pueblo respetamos mucho esta música. Nuestras fiestas siempre están acompañadas por la música de banda, como la del 22 de julio en honor a Santa María Magdalena, donde nos reunimos más de 70 músicos para La víspera  procesión y bueno la de 22 de noviembre en Santa Cecilia, patrona de los músicos, es muy grande donde nos volvemos a reunir”.
 Jimena, oboísta de nueve años de edad, afirmó que la música la emociona y la motiva a superarse. “Me gusta que mi papá vea lo que soy capaz de hacer, que vea mi esfuerzo y trabajo. Mi pueblo, ubicado dentro del municipio de Texcoco, es tierra de músicos, todos quieren serlo. Al principio yo quería ser doctora, pero ahora creo que ya no, quiero estudiar música de manera profesional”. Sobre sus obras preferidas confesó que su favorita es el Danzón N° 2 de Arturo Márquez.
Serio y consciente en su deseo de convertirse en músico profesional, Josué Gutiérrez Villagómez, guanajutense de 19 años de edad, comentó que desde pequeño su vida ha estado ligada a la música. Actualmente estudia música en el Conservatorio de Celaya y su objetivo es convertirse en un clarinetista profesional. “La música es mi vida, no me veo haciendo otra cosa. Mis papás me inculcaron el amor por ella, ambos son guitarristas, pero desde muy niño me mostraron lo apasionante que es este arte. Escogí el clarinete por casualidad, mi papá me dio a elegir entre alguno de los instrumentos que había en casa y desde ese momento casi no me desprendo de él. Me gusta su color musical”.
Sobre la discriminación o los adjetivos peyorativos que muchos adjudican a la música de banda, comparado con la de una orquesta Josué sostiene que para él, ninguna es menos que la otra. “En una orquesta sí hay cuerdas (violines, violas, chelos y contrabajos); en las bandas, el rol de las cuerdas lo hacen los clarinetes y bueno para mí eso es un reto, porque me obliga a superarme, aunque también es importante mencionar que el color y la sonoridad que se logra en una banda sinfónica o de viento es muy particular, son emociones y una energía diferentes. De hecho las vibraciones y la convención emotiva que se logra entre los instrumentos de aliento son más fuertes y emocionantes. A mí me gusta más”.

Por su parte, José Arturo González, director invitado para este Cuarto Encuentro de la Banda Sinfónica Infantil y Juvenil de México, señaló que estos chicos están convencidos de lo que quieren ser y lo que son. “Ha sido una experiencia muy bonita y estoy orgulloso de ellos, todos están convencidos de la valioso e importante que es revalorar la música de viento en México, porque en ella pervive parte de nuestra historia”, concluyó.

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