- Especialistas emplean un repelente de aceite de cedro, inocuo para los quirópteros, que son los principales causantes del deterioro en el patrimonio edificado del país
México, DF.- Especialistas del Instituto Nacional de
Antropología e Historia aplican un repelente que expulsa, de manera definitiva,
a los murciélagos guaneros que habitan los monumentos históricos y sitios
arqueológicos. Se trata de un método basado en el aceite de cedro, que no causa
daño a estos mamíferos nocturnos, indicó el doctor en Ciencias Biológicas Pablo
Torres Soria, adscrito a la Coordinación Nacional de Conservación del
Patrimonio Cultural del INAH.
Dijo que estos quirópteros son los principales causantes del
deterioro que presentan los murales, madera y enlucidos (capas de yeso) de los
inmuebles antiguos, de ahí la necesidad de erradicarlos.
Manifestó que “representan
un riesgo no sólo para los inmuebles, sino también para la salud del ser
humano, pues son portadores del virus de la rabia, y su guano en presencia de
humedad puede desencadenar una histoplasmosis, que afecta severamente a los
pulmones”.
El murciélago insectívoro, llamado murciélago mexicano de
cola libre o Tadarida brasiliensis mexicana, se ha extendido desde el norte de
México hasta la Península de Yucatán. Su hábitat natural son las cuevas y
grutas, pero es muy común encontrarlos en edificios históricos y zonas
arqueológicas silenciosas y oscuras similares a su hábitat.
También se localizan en graneros, granjas, fábricas
abandonadas, grandes almacenes, parroquias y árboles frutales, debido a que en
los últimos años algunas comunidades han tapiado sus cuevas o las han
transformado para el ecoturismo, ocasionando que los murciélagos invadan sitios
urbanos para sobrevivir.
Mientras que en los monumentos históricos no sólo se les ha
encontrado en las techumbres, sótanos, bodegas, puentes, andadores, túneles,
pozos artesianos, árboles de huertos conventuales y campanarios, sino también
dentro de iglesias y en la parte posterior de los retablos, lo que aumenta el
riesgo para la estabilidad de las ornamentaciones de los retablos, y para la
salud de personas por el guano que dejan sobre madera, muros y piso.
El especialista en Ciencias Biológicas desarrolló durante
2012 y 2013 el proyecto de investigación para alejar a los murciélagos del ex
convento franciscano de Santa Ana Tzintzuntzan, en Michoacán, mediante una
preparación con base en aceite de cedro con resultados exitosos.
“Es muy importante que los quirópteros abandonen los
monumentos, pues dañan los murales, enlucidos y viguerías; sin embargo, se debe
respetar su vida porque juegan un papel muy importante en la polinización de
plantas, hortalizas y orquídeas, y además controlan la población de insectos”.
Pablo Torres explicó que al hacer una revisión bibliográfica
sobre la erradicación de murciélagos en áreas urbanas y agrícolas, encontró que
se utilizan diversos métodos químicos agresivos contra los murciélagos, por lo
que desechó esa posibilidad y tomó en consideración los planteamientos de otros
autores, por ejemplo Burfield (2002), Chaudhary at Singh (2011), que citan el
uso del aceite de cedro para repeler insectos.
El especialista se planteó esta hipótesis: “Si el aceite de
cedro actúa para alejar insectos, entonces es posible que su efecto repelente
pueda expulsar a los murciélagos de los albergues en la viguería de techumbre
en los monumentos históricos”. Así decidió realizar ensayos mediante un diseño
experimental con cuatro grupos de murciélagos.
En un primer grupo empleó humo blanco, producto de la quema
de aserrín aplicado con ahumador de apicultor; mientras que en el segundo
utilizó humo blanco seguido de la aspersión de aceite de cedro sobre la
superficie de las vigas en los albergues o dormitorios; en el tercero usó estos
dos elementos y una compresa de algodón seca para tapiar los albergues, y en el
cuarto grupo aplicó tanto el humo blanco como aceite de cedro asperjado y
algodón impregnado de aceite por aspersión, colocado a manera de compresa para
bloquear las guaridas.
Los resultados fueron: en el caso del primer grupo, al
disiparse el humo, los murciélagos regresaron tres horas después. En el segundo
grupo los quirópteros entraban y salían de sus albergues retirando con el roce
de sus cuerpos el aceite de la superficie de la madera, y al cabo de un mes
anidaron nuevamente. Lo mismo sucedió con el tercer grupo, que además tiraron
las compresas de algodón seco. Los murciélagos del cuarto grupo de viguerías
fueron repelidos durante un año, por el fuerte olor a lápiz que se desprende
del aceite de cedro.
El éxito del repelente contra murciélagos en el Ex Convento
de Tzintzuntzan, en Michoacán, ha permitido que el especialista lo lleve a
otros sitios como al Ex Convento Yanhuitlán, en Oaxaca, y al Claustro Bajo de
la Parroquia de Chila de las Flores, en Puebla. Finalmente, externó su
disposición a proporcionar asesoría a los interesados en solucionar dicha
problemática.
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