- En elocuente discurso el especialista en neurociencias pretende examinar y comunicar éstas y otras ramas del conocimiento de la manera más pulcra posible
- Califica Ruy Pérez Tamayo el discurso de José Luis Díaz de “catarata monumental de información sobre la naturaleza de la lengua, escrita de forma no sólo impecable sino elegante”
México, DF.- Con un elocuente discurso, intitulado La
naturaleza de la lengua, el científico José Luis Díaz Gómez, especialista en
neurociencias cognitivas, ingresó formalmente a la Academia Mexicana de la
Lengua, donde ocupará la silla VI.
En sesión pública
solemne, Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, además
de entregar las insignias que acreditan a José Luis Díaz Gómez como miembro de
número -la medalla y el diploma-, anunció la incorporación de José Sarukhán
como Académico de Honor de ese órgano colegiado.
En su ponencia, el
nuevo académico recordó a quienes lo precedieron en la silla: Miguel Capistrán,
quien no llegó a tomar posesión; Enrique Cárdenas de la Peña, Edmundo O’Gorman,
Manuel Romero de Terreros, Francisco del Paso y Troncoso y Juan Bautista
Ormaechea.
El honor y la
satisfacción de ocupar un lugar en la Academia Mexicana de la Lengua, dijo,
tiene que ver “no sólo con mi afición por analizar el comportamiento por la
neurociencia cognitiva o por el problema mente-cuerpo, sino por mi tentativa de
examinar y de comunicar éstas y otras ramas del conocimiento de la manera más
pulcra posible”.
José Luis Díaz Gómez
destacó que su vocación por la letra y la ciencia le acometió desde la Facultad
de Medicina, donde escribió encendidos poemas adolescentes, al tiempo que
memorizaba los núcleos del cerebro, de nombres tan graciosos como putamen, tan
opacos como zona incerta o tan sensuales como tálamo.
Ya en materia, el
científico advirtió que “la lengua no se limita a la palabra, al enunciado o al
argumento, se asienta y se engarza con múltiples lenguajes disponibles gracias
a la evolución de los seres vivientes, a la fisiología del cerebro y a los
sistemas perceptuales y expresivos del cuerpo mismo; hay comunicación y
lenguaje en el gesto y en el aroma, en la música y en el lienzo, en el mapa y
en el edificio”.
Sin embargo, apuntó
que el meollo de toda lengua radica en el significado, en cómo se comprende el
significado de una palabra, reto ante el que planteó una hipótesis
neurosemántica, que señala que en la construcción del significado interviene
una red completa de todos los módulos cerebrales implicados en el procesamiento
del lenguaje.
Aseguró que “la
representación nerviosa se basa en códigos de disparo de neuronas, que se
organizan de manera compleja en redes, el contenido está determinado por el
origen y el destino de las vías en los diversos módulos del cerebro y
finalmente el significado estaría definido por la pauta dinámica de las
interconexiones entre los módulos, todo ello en asociación íntima con los
sistemas perceptuales y motores del cuerpo”.
A manera de colofón
“de cauto entusiasmo”, José Luis Díaz Gómez destacó que “la contribución
naciente de las ciencias biológicas cognitivas y cerebrales, coordinadas con
las humanidades, para comprender la naturaleza de la lengua y el significado
del significado, es tan reveladora como desafiante”.
Lejos de reducir el
logos a conductas compartidas a módulos cerebrales o a redes neuronales, se
“enaltece la naturaleza de la lengua con evidencias neurológicas y con teorías
cognitivas contrastables” que disponen al ser humano entre las criaturas
significantes de la Tierra y “reconoce el magisterio de la poesía y salvaguarda
la incógnita del símbolo y del significado como un reto colosal que requiere de
investigación más osada y más original”.
Su profesor en la
Facultad de Medicina, Ruy Pérez Tamayo, fue el encargado de responder a su
ponencia de ingreso, la cual calificó, como una “catarata monumental de
información sobre la naturaleza de la lengua, escrita de forma no sólo
impecable sino elegante, en un castellano noble preciso y casi perfecto”.
Señaló que con este
magnífico discurso de ingreso, donde abordó con majestuosidad el simbolismo, el
logos y el misterio de la relación entre mente y cerebro, se reafirma el
enriquecimiento que tendrá la Academia Mexicana de la Lengua, con la presencia
del especialista en neurociencias.
Tras recordar dos
libros escritos por José Luis Díaz Gómez, El revuelo de la serpiente.
Quetzalcóatl resucitado, un texto fascinante donde aborda la figura de la
serpiente emplumada, y Siembra y memoria. Muerte y evocación de un médico
republicano, en el cual recrea la vida de su tío, que le sirvió de estímulo
para estudiar medicina, Ruy Pérez Tamayo, con voz quebrada por la emoción,
aseguró que “me complace decirle a José Luis, a nombre de todos sus amigos y
ahora colegas de esta Academia Mexicana de la Lengua, bienvenido”.
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