Mérida, Yucatán.- Lugar que ocupa la música es lugar que
pierde la delincuencia… todos los niños del mundo deben aprender música, no
para que sean músicos, sino para que se afine su sensibilidad, recomendó el
maestro Armando Manzanero Canché, en su intervención como orador huésped
durante la Sesión Solemne de Cabildo para conmemorar el CDLXXIII aniversario de
la fundación de Mérida.
En una intervención distante de todo protocolo, el maestro
Armando Manzanero Canché recorrió su historia como niño, hijo y nieto y sus ‘pininos’
como cantautor.
Asimismo, se declaró sorprendido por el vasto currículum que
fue leído por el regidor Juan Barea Canul, previo a su participación en la
Sesión Solemne.
Ante el Alcalde Renán Barrera Concha y demás integrantes del
Cabildo, Manzanero Canché, dueño de las tablas debido a su experiencia por los
escenarios recorridos por todo el mundo, focalizó la atención de los presentes
que llenaron a tope el auditorio Silvio Zavala Vallado, del Centro Cultural de
Mérida “Olimpo”.
El cantautor se dijo orgulloso de su segundo apellido,
porque es la esencia que lo distingue como maya.
Durante su participación, con modestia, omitió hablar de los
éxitos obtenidos que le han permitido ser reconocido e interpretado por las
voces más distinguidas del mundo musical.
Al comenzar su intervención, precisó que su cumpleaños no es
el 7 de febrero, ya que nació el 7 de diciembre de 1934, y dijo ignorar porqué
su padre, Santiago, también cantautor, lo registró meses después.
Se refirió a su madre Juanita y también a Rita, su abuela
materna, quien lo cuidó.
Al hablar de su infancia, dijo que tuvo la enorme suerte de
ser criado por su abuela, quien tejía cintas para sombreros, razón por la cual
“soy un empedernido del sombrero”.
Se acordó de las esquinas de El Cocoyol y de El Chomac, que
transitaba a diario para llevar la comida de su abuela.
En ese entonces, dijo, existía un Mérida mágico, en una
época que es inolvidable para él.
—Mérida era una ciudad pequeña, con escasos miles de
habitantes, pero con magia pero, desafortunadamente, no puede ser que las cosas
evolucionen y que al mismo tiempo no cambien las cosas —expresó.
También vino a su mente el cine Cantarell al que se acudía,
no tanto para ver las películas, sino para dormir, debido al aire acondicionado
que tenía.
Se refirió a la gastronomía yucateca que gusta a los locales
y es motivo de la llegada de visitantes.
Señaló que cuando le preguntan qué lo ha inspirado, responde
que haber vivido en una ciudad con el cielo limpio.
—¿Por qué los yucatecos componemos música?... porque nacimos
junto al mar, porque nuestros cielos son nítidos, porque nuestras lunas son
llenas —confesó el secreto de la producción musical vernácula—. Quien disfruta
de todos elementos, definitivamente tiene que componer canciones o poemas.
—Soy músico porque me enterqué, como buen Sagitario, y mi
padre al darse cuenta que sería músico, vendió el piano, pero obtuve un
acordeón con el que compuse mi primera canción que acaba de grabar Fernando de
la Mora aunque no sé dónde la obtuvo —indicó.
Señaló que los yucatecos tienen la oportunidad de escuchar
grandes concertistas, grandes cantantes, grandes pianistas...
Recordó que el primer concierto que escuchó fue en el teatro
Jacinto Cuevas (donde estuvo el Centro Escolar Felipe Carrillo Puerto y que
ahora ocupa el mercado San Benito) y se preguntó porque lo desbarataron para
hacer un lugar para vender queso de bola y mantequilla de Chetumal.
Señaló que el concertista se llamaba Alejandro Villalta, de
origen catalán.
—Gracias a Yucatán, a la luna, a los mares, y a sus cielos,
soy músico —rubricó.
Durante la sesión, la regidora Manuela Cocom Bolio, leyó el
Acta de la Fundación de la Ciudad Mérida.
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