- Presenta su nuevo proyecto: el Telescopio Espacial James Webb.
Mérida, Yucatán.- “Somos reciclados. Los elementos químicos
que nos conforman provienen de estrellas que explotaron”, fueron las palabras
con las que el premio Nobel de Física 2006, el doctor John C. Mather, inició su
charla en la Sala Mayamax del Gran Museo del Mundo Maya, repleta de estudiantes
interesados en conocer más acerca del origen y la expansión del universo, en
palabras de una de las mentes más brillantes de este siglo.
En el marco de las actividades de la clausura del Año
Internacional de la Luz, que se celebran en Yucatán del 4 al 6 de febrero, y en
las que Mather presentará una ponencia, la Secretaría de Investigación,
Innovación y Educación Superior (Siies) organizó un encuentro con jóvenes
talentos destacados en distintas áreas del conocimiento, que forman parte de
programas como Raíces Científicas, Savia, Impulso Científico Universitario y
Alfa, dedicados al fomento de vocaciones en este sector.
Con gran claridad, el especialista expuso a los asistentes
sus estudios sobre la radiación de fondo de las microondas cósmicas que, con la
instrumentación del satélite COBE lanzado al espacio por la NASA, han sido
claves para confirmar la hipótesis de que todo comenzó con una gran explosión:
la famosa teoría del Big Bang.
“¿Qué pasó con el calor residual del Big Bang? De ahí
surgimos nosotros. El mapa de calor en la galaxia, obtenido a partir de la
medición de las variaciones mínimas en las temperaturas de la radiación a
medida que el universo se expande, y que dio origen a la vida sobre la Tierra,
fue catalogado por el físico Stephen Hawking como el descubrimiento científico
más importante de todos los tiempos”, contó con orgullo el experto.
Con generosidad, el recipiendario del Nobel presentó a los
jóvenes yucatecos el proyecto en el que trabaja actualmente, nada menos que el
Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés), que se lanzará
al espacio en 2018 desde la Guyana Francesa y llegará “a donde nunca ha llegado
el hombre”.
El JWST mide 6.5 metros de diámetro y tiene por objetivos el
estudio de la evolución de las primeras galaxias del universo, la formación de
las estrellas y las ondas espaciales que no pasan por la atmósfera, así como la
medición de calor, entre otros.
El Telescopio, resultado de un proyecto que involucra a la
NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Canadiense, cuenta con
celdas solares para cargarse de energía, pero también contiene sombrillas y una
estructura de plástico como blindaje, del tamaño de una cancha de tenis
profesional, para que pueda mantenerse frío a pesar del Sol.
Durante el encuentro, los participantes tuvieron la
oportunidad de interactuar con el reconocido astrofísico. Uno de ellos preguntó
cómo llegar a ser un premio Nobel, a lo que el laureado respondió: “Todo
empieza por tener el deseo de hacer algo por el mundo y hacerlo, buscar a otras
personas que sean buenas en eso y apoyarse. No tengan miedo de pedir ayuda. La
curiosidad es la base de la ciencia”.
Al hablar sobre el modelo educativo actual y de cómo lograr
que más personas se interesen por estas disciplinas, explicó que “tenemos que
cambiar la forma en que enseñamos en las escuelas, esmerarnos en satisfacer la
curiosidad de los niños, pero cuando llegan a la escuela y les dicen que tienen
que aprenderse de memoria las cosas, ya no es divertido; debemos concentrarnos
más en la aventura de descubrir las cosas y menos en cómo aprobar un examen”.
Ante el cuestionamiento sobre la posibilidad de que exista
otro planeta con características similares al nuestro, el físico expuso que
resulta improbable que no haya un cuerpo celeste similar, ya que existen tantos
como estrellas, y eso solamente en nuestra Vía Láctea. Sin embargo, considera que
la Tierra es un lugar especial, por su combinación de placas tectónicas y
océanos, así como por sus formas de vida.
Al finalizar su intervención, el doctor Mather recibió un
reconocimiento de manos del titular de la Siies, Raúl Godoy Montañez, quien le agradeció
su tiempo e interés para reunirse con los jóvenes de Yucatán, y brindarles la
oportunidad de interactuar con él.
El Año Internacional de la Luz, convocado por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) por iniciativa de Rusia, Ghana, Nueva
Zelanda y México, inició en París, Francia en 2015 y se han llevado a cabo un
gran número de actividades en distintas partes del mundo, con el fin de
destacar la importancia de este elemento para la ciencia, el bienestar y el
progreso de la humanidad.
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