Al sacerdote se le recuerda con especial aprecio, particularmente
en el barrio de San Sebastián, así como en colonias del sur de Mérida, donde
realizó un programa para llevar alimentos a los necesitados, con apoyo de la
sociedad de San Vicente de Paul.
Previamente a Mérida, estuvo 23 años en Perú y escribió varios libros.
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