- Un equipo liderado por el arqueólogo Ivan Šprajc constató un área altamente modificada por los antiguos mayas, alrededor de sitios recientemente hallados
- En ese “paisaje fosilizado” hace más de un milenio, podrían encontrarse pistas sobre el colapso de dicha cultura en esta región, al norte de la Reserva de la Biosfera de Calakmul
Šprajc, director del proyecto de investigación avalado por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es consciente del
grado de preservación de este espacio cubierto por la selva baja y mediana.
Salvo pocas huellas de reutilización de algunos monumentos en el periodo
Clásico Terminal o Posclásico, varios siglos antes de la conquista española,
los arqueólogos encontraron aquí un paisaje cultural “fosilizado”, abandonado
hace más de un milenio.
El hallazgo inicial de Chactún con sus numerosas estructuras
piramidales y palaciegas, y casi una veintena de estelas con jeroglíficos; y el
posterior descubrimiento de Lagunita y Tamchén —la primera con una espectacular
fachada que representa al monstruo de la tierra con sus fauces abiertas y una
serie de monumentos esculpidos, y la segunda caracterizada por edificios
alargados y numerosos chultunes dispersos en su superficie—, hicieron necesario
comenzar a determinar su hinterland o zona de influencia.
En esta temporada de investigación que abarcó dos meses, el
equipo de arqueólogos y geodestas con apoyo de gente local, lograron recorrer
un área de más de 100 km². Se dirigieron a lugares de potencial interés
ubicados sobre todo al norte de Chactún, espacios referenciados en los modelos
de elevación del terreno, obtenidos en 2016 para un área de 200 km² mediante el
uso del LiDAR (Laser Imaging, Detection and Ranging).
La adquisición de los
datos fue realizada por el Centro Nacional de Cartografía Láser
Aerotransportada (NCALM, por sus siglas en inglés), adscrito a la Universidad
de Houston, en Texas, Estados Unidos.
En los productos derivados del uso del LiDAR y durante las
verificaciones en campo, se constató “una densidad inusitada de conjuntos
habitacionales, calzadas (sacbés), y modificaciones agrícolas como albarradas y
terrazas, lo que indica una cantidad significativa de pobladores y
—sospechamos— el advenimiento de tiempos difíciles para el periodo Clásico
Tardío-Terminal, entre el 600-1000 después de Cristo, que hicieron necesario
aprovechar el más mínimo pedazo de tierra.
“Prácticamente toda el área que recorrimos presenta
terraceo, es decir que el trabajo modificó la forma natural del terreno, y
fueron estas obras las que durante siglos permitieron la sobrevivencia a una
población bastante numerosa”, explica el investigador del Centro de
Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes.
Lo anterior —abunda quien también fuera investigador del
INAH— se observa en el manejo de los recursos hídricos: albarradas
frecuentemente con canales, aguadas con terraplenes que reflejan mantenimiento
o excavación, canalizaciones en los bajos, etcétera, modificaciones que si bien
pueden encontrarse en el sur de Quintana Roo y sitios como Caracol, en Belice,
tampoco proliferan en todas las Tierras Bajas Mayas.
Con los modelos derivados de la técnica LiDAR pueden hacerse
análisis para establecer, por ejemplo, las relaciones entre la densidad de
ocupación y ciertos rasgos del medio ambiente, patrones de los flujos de agua
naturales y aspectos que reflejan su manejo, detalla el arqueólogo Luis Torres
Díaz, colaborador del proyecto.
“Incluso a partir de Sistemas de Información Geográfica
pueden hacerse cálculos de densidad, cuántas personas pudieron residir en estos
espacios. Asimismo, estas alteraciones artificiales del terreno nos hablan de
la explotación de ciertos recursos, de manera que se puede definir cómo fueron
modificando cada una de las pendientes y las áreas, caso de los bajos, que no
se prestaban para habitación”.
Pese a la exactitud de los datos obtenidos mediante el
LiDAR, ciertas características de las estructuras y la presencia de monumentos,
como estelas y altares, sólo pueden verificarse en campo. Tanto Ivan Šprajc
como el doctor Octavio Esparza, investigador del Centro de Estudios Mayas de la
UNAM, comentan que esta zona, en el norte de la Reserva de la Biosfera de
Calakmul, tiene varias peculiaridades.
“Encontramos cierta continuidad con los estilos
arquitectónicos de las regiones Río Bec y Chenes, que ocupan la parte oriental
de Campeche y porciones adyacentes de Yucatán y Quintana Roo. Lo anterior se
ejemplifica en la fachada zoomorfa de Lagunita, muros con bloques de piedra
finamente labrados y torres gemelas; pero hay aspectos sorprendentes:
construcciones piramidales poco comunes en la región Río Bec y conjuntos de
estructuras relativamente pequeños pero con gran cantidad de canchas de juego
de pelota —cada pueblito tenía su juego de pelota, algunos hasta dos—, lo cual es raro en las Tierras Bajas
Centrales.
“En cuanto a la configuración de los grupos arquitectónicos
se notan distinciones, pues en la parte norte del área recorrida hallamos
plazas cerradas por estructuras continuas, más o menos cuadrangulares, con
esquinas redondeadas”, relata Šprajc.
De acuerdo con el epigrafista Octavio Esparza, también fue
sorprendente la gran cantidad de piedras cilíndricas —con un diámetro promedio
de 50 cm— ubicadas en las plazas y
alineadas en grupos de tres o cinco, o formando un círculo, cuya función no se
ha podido establecer hasta el momento. Otro rasgo inusual, aunque previamente
encontrado en Lagunita, lo representan los altares cuadrangulares con tambores
de piedra como soportes.
“Durante esta temporada registramos sólo tres monumentos
esculpidos, al parecer del periodo Clásico Tardío: un par de altares con textos
jeroglíficos y la representación de un gobernante y una entidad descarnada,
respectivamente, además de una estela también con la imagen de un personaje
importante, cuya iconografía y forma es parecida a otra del sitio de Pechal,
localizado a poca distancia al noreste del área recorrida”.
Estos tres monumentos, refiere el también arqueólogo, se
suman a los cerca de 25, también labrados, que se registraron entre 2013 y 2014
en Chactún, Tamchén y Lagunita.
“Si bien, la cantidad de inscripciones descubiertas es
escasa, refleja este interés que tuvieron las élites locales de darse a
conocer. Lo interesante es que hasta el momento no hemos hallado alguna que
haga referencia a la dinastía Kaan que gobernó Calakmul y que influyó en varias
regiones, esto podría indicar que ésta no tuvo injerencia en esta zona
relativamente cercana a su asiento”.
El doctor Ivan Šprajc concluye que por ahora “tenemos más
preguntas que respuestas” sobre el área de influencia alrededor de Chactún,
Lagunita y Tamchén. Después de todo sólo se tiene idea sobre un área de 200
km², “mientras que la región circundante que permanece arqueológicamente
desconocida rebasa 3,000 km2”.
Las investigaciones de 2017 del proyecto Paisaje
Arqueológico y Dinámica Cultural en el Área de Chactún, Campeche, fueron
financiadas por la Agencia Eslovena de Investigaciones Científicas, Ken &
Julie Jones Charitable Foundation (Estados Unidos) y con apoyo de empresas
privadas.
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