- UADY e INAH unen esfuerzos en la investigación
Los trabajos se realizaron en la Sección de Restauración del
Centro INAH Campeche, bajo la dirección de la Maestra Diana Arano Recio y su
equipo.
Este hallazgo, permitió los estudios, análisis y seguir
obteniendo valiosa información acerca de los primeros pobladores de América y
la vida hace miles de años en lo que es hoy la Península de Yucatán, a través
de los restos óseos de esta joven que vivió entre 13,000 y 12,000 años A.P., y
quien al morir tenía entre 15 y 17 años de edad.
Este sitio prehistórico tan importante fue descubierto por
los espeleobuzos del Proyecto Espeleológico Tulum (PET) Alberto Nava, Alejandro
Álvarez y Franco Attolini, equipo al que muy pronto se sumó Roberto Chávez.
Fueron ellos quienes lo llamaron Hoyo Negro, en analogía con
el fenómeno que ocurre en el espacio exterior. Susan Bird, integrante de este
grupo de buceo especializado, “bautizó” al esqueleto como Naia, en recuerdo a
las náyades de la mitología griega que cuidaban de los estanques en la
antigüedad.
Gracias a la notificación de los descubridores, la
Subdirección de Arqueología Subacuática creó, a finales de 2011, el Proyecto
Arqueológico Subacuático, Hoyo Negro, Tulum, Quintana Roo, coordinado por la
Arqlga. Pilar Luna Erreguerena y en el cual participan renombrados científicos
nacionales y extranjeros, además de los descubridores y otros buzos expertos en
cavernas, todos ellos entrenados en el registro arqueológico.
Antes de llegar a su destino final en el Museo Nacional de Antropología,
donde bajo la responsabilidad del Dr. Antonio Saborit, director del museo,
estos restos óseos se encuentran resguardados con los parámetros ideales de
preservación en cuanto a temperatura y humedad relativa, la Subdirección de
Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) unió esfuerzos con las facultades de Ciencias Antropológicas y de
Odontología de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), para realizar un
registro tomográfico (CBCT) completo de sus segmentos con mayor resolución de
Naia.
Este estudio se llevó a cabo del 5 al 7 de julio y
posibilitará obtener réplicas precisas de la osamenta para fines museográficos,
científicos y será un invaluable apoyo para las posteriores etapas de
investigación interdisciplinaria del caso.
Este trabajo estuvo a cargo de los doctores adscritos a la
UADY, Vera Tiesler, Elma Vega Lizama, Rubén Herrera Atoche, Marco Ramírez
Salomón, Héctor Rubio Zapata, Julio Chi Keb y Andrea Cucina, quienes realizaron
diversos estudios dentales, gíneco-obstetras, biomecánicos y tafonómicos del
material óseo, gracias a su excelente preservación y conservación.
También se trabajó en conjunto con los Dres. James Chatters
(co-director del proyecto, de Applied Paleoscience de Washington), Diana Arano
Recio (INAH-Campeche) y Andrés Zuccolotto Villalobos (restaurador de la
SAS/INAH-CDMX) quienes participaron activamente en el recinto durante la
estancia de Naia en la UADY.
Para realizar estos trabajos, se contó con el apoyo de los
Dres. Celia Rosado Avilés y Fernando Aguilar Ayala, directores de las
Facultades de Antropología y Odontología de la UADY respectivamente, así como
el de Abel Cauich Hernández técnico encargado del tomógrafo y del personal
manual adscrito de la Universidad.
Las intervenciones actuales culminan una larga serie de
estudios de esa osamenta, en que el personal académico de la UADY ha
participado conjuntamente con los colegas del INAH, del CINVESTAV y de
instituciones internacionales.
Dichas investigaciones se han abocado al registro e
identificación esquelética, a las particularidades de los procesos de
desintegración y esqueletización subacuática de la joven, una vez muerta, así
como sus condiciones de preservación actual tras descansar por miles de años
debajo del agua.
Otros enfoques más lo fueron, su buen estado de alimentación
infantil y su deterioro de su salud antes de morir, asimismo sus
características (epi)genéticas dentales y su salud oral.
Se averiguaron además una serie de condiciones inflamatorias
de su pelvis para concluir acerca de su posible rol reproductivo.
Un estudio propiamente histológico se llevó a cabo en el
Laboratorio especializado de Bioarqueología e Histología de la UADY y las
secciones delgadas ya han dado nuevas pistas sobre la historia metabólica de la
joven y las posibilidades analíticas de prospectos análisis especiales de su
colágena, como son la isotopía y el ADN.
Adicionalmente, se han realizado estudios sobre su
morfología craneofacial, su salud bucal y la presencia de alteraciones de tipo
dental, información que ha dado indicios sobre su origen étnico, forma de vida
y de su crecimiento facial; estos análisis fueron llevados a cabo en los
laboratorios de Endodoncia y Ortodoncia de la Facultad de Odontología de la
UADY.
Cabe agregar que en Hoyo Negro también se han descubierto 26
esqueletos de animales, pertenecientes a 13 especies, cinco de ellas extintas
(gonfoterio, tigre dientes de sable, oso tremarctino, dos perezosos gigantes y
cánido) y otros que todavía existen hoy en día, como puma, tapir, coatí, gato
de monte, bagre, murciélago y pecarí.
En el campo del estudio de la fauna pleistocénica se ha
contado con el apoyo del Dr. Joaquín Arroyo-Cabrales, jefe del Laboratorio de
Arqueozoología de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH,
así como de los doctores Blaine Schubert, director del Center of Excellence in
Palentology de la Universidad Estatal de Tennessee del Este y H. Greg McDonald,
del Bureau of Land Management de Estados Unidos.
Un estudio de los doctores McDonald, Chatters y Timothy
Gaudin, publicado el mes pasado en el Journal of Vertebrate Paleontology señala
que el perezoso gigante Megalonychid del Pleistoceno Tardío encontrado en Hoyo
Negro pertenece a un nuevo género y especie.
Los doctores Chatters y Dominique Rissolo, dos de los
co-directores del proyecto, han invitado a expertos de universidades y
laboratorios de Estados Unidos, Canadá y Dinamarca para participar, de manera
generosa, en este proyecto que incluye distintas líneas de investigación, cuyos
resultados preliminares están arrojando importante luz sobre el paleoambiente
en el que vivió Naia, la formación de este sistema cavernario, la fluctuación
en el nivel del mar, la fauna que ahí se encuentra, la paleobotánica y diversos
espeleotemas, entre otros.
Asimismo, se ha contado con el apoyo de varias dependencias
del INAH, UNAM, y otros centros de investigación, como es el CINVESTAV (Unidad
Mérida), cuya aportación se dirigió al estudio material, la diagénesis y el
estado de conservación de Naia, conduciéndose estos estudios por la Dra.
Patricia Quintana Owen.
A partir de las micro-tomografías, las radiografías y los
escaneos CT de Naia con que ya se cuenta, uno de los siguientes pasos en cuanto
a la divulgación científica será elaborar réplicas exactas y exponerlas en por
lo menos dos museos de México, a fin de que el público pueda conocer este
extraordinario esqueleto y la historia que nos ha contado a lo largo de estos
años de investigación.
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