- En materia de leche y sus derivados, se requiere un Plan Nacional de Producción, Industrialización y Comercialización”, que no dependa de la Secretaría de Economía
Lo que necesitamos en México, dijo, son condiciones
favorables de apoyo a la productividad y que las instituciones del gobierno
entiendan que nunca será mejor importar un producto de mala calidad “a precios
de remate en los mercados internacionales”, que crear las condiciones para
producirlo localmente, con ventajas en empleo, inversiones y dinámica
comercial.
En vísperas de elecciones presidenciales y congresionales,
añadió González Muñoz, lo menos que esperamos los productores de leche es la
preparación de un Plan Nacional de Producción, Industrialización y
Comercialización de Leche y sus Derivados, bajo la responsabilidad de una sola
institución, sin la preponderancia de la Secretaría de Economía que, se ha
demostrado, solamente protege a la población urbana.
En materia de producción, industrialización, distribución y
comercialización de estos alimentos, añadió González Muñoz, México nunca debió
recurrir al mercado internacional de lácteos, a excepción de emergencias que,
en 24 años que hemos sido parte del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN), jamás se padeció ninguna situación emergente. “Sin embargo,
desaparecieron 600 mil unidades productivas lecheras”, afirmó.
El comercio de leche y sus derivados permaneció abierto
desde el momento en que se formalizó el TLCAN con EU y Canadá, en 1994, y ya
sin pago de aranceles hasta transcurridos los primeros 15 años de ejercicio,
cuando entró en vigor junto con azúcar, maíz y frijol. Este intermedio, dijo,
tuvo el propósito de avanzar en la aplicación de tecnologías modernas y
esquemas similares de competitividad y productividad, apuntó el líder lechero.
Los productores de leche tenemos la seguridad de que estos
compromisos y objetivos en la operación del TLCAN no se cumplieron por la falta
de apoyos tecnológicos y de financiamiento. Por ejemplo, se propuso la creación
de un Banco Internacional de Fomento, integrado por instituciones de los tres
países socios del TLCAN, que apoyaría el desarrollo de proyectos conjuntos.
Esto, jamás se cumplió.
Este desorden propició que empresas privadas, relacionadas
con la industria lechera y tiendas de autoservicio, empezaran a importar
directamente leche en polvo y sus derivados. Son las que se han beneficiado con
los cupos de importación. Muchas de ellas tienen marcas propias, con la
competencia letal para las empresas pequeñas y medianas y la incursión en
materia de producción de un producto que, en condiciones normales, no sería de
su competencia; “sería usurpación de funciones”.
Estas acciones contaron con el aval de instituciones del
gobierno mexicano como Economía y Salud –por la vía de Profeco y Cofepris,
respectivamente—con la libertad de adquirir en el extranjero cientos de marcas
de leche procesada y adulterada, con precios más altos que la leche natural
mexicana, por supuesto, con el riesgo de afectar la salud y la economía de los
consumidores mexicanos.
En esta dependencia se tiene la certeza de que la leche es
un producto –el más importante para la niñez y juventud por su potencial
proteínico—que “viene del super”, y no de un muy alto esfuerzo de productores,
empresas alimentadoras de forrajes, de medicamentos para las vacas, de sistemas
de equipamiento, de esterilización e inmunización del producto, empaque,
transporte para la distribución y comercialización.
En las
renegociaciones del TLCAN, sostuvo Álvaro González, nos hubiera gustado
participar para compartir información referente a que, mientras que a nivel de
productores se nos paga un precio menor a siete pesos por litro (así lo paga la
industria privada y LICONSA) en el comercio formal un litro se consigue en 16 y
18 pesos. El margen de ganancia es tres veces mayor que el costo de producción.
Los pequeños y medianos productores de leche deseamos más
que nadie que el próximo presidente nos considere sus aliados y termine de una
vez por todas con la marginación de nuestra actividad causada principalmente
por una política de privilegiar las importaciones, sin importar el interés
público.
La defensa de los
productores y los consumidores; será una asignatura para la nueva
administración y deberá impedir que los importadores y procesadores importen
materias primas para falsificar la leche pura, expresó el dirigente.
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