#UnDiaComoHoy, 15 de junio, nacieron el escritor Edvard
Grieg y el poeta Ramón López Velarde; murieron el periodista Ignacio Ramírez
Calzada y el poeta Thomas Campbell, el director de orquesta Carlo María
Giulini, la jazzista Ella Fitzgerald y el investigador estadounidense Kenneth
Geddes Wilson.
#LaFraseDelDia “El soltero es el tigre que escribe ochos en
el piso de la soledad. No retrocede ni avanza”: Ramón Modesto López Velarde
Berumen fue un poeta mexicano. Su obra suele encuadrarse en el modernismo
literario.
Ramón López Velarde
Su nombre fue Ramón Modesto López Velarde Berumen, nacio en Jerez,
Zacatecas el 15 de junio de 1888 y murió en la Ciudad de México el 19 de junio
de 1921. Fue un poeta mexicano. Su obra suele encuadrarse en el modernismo
literario. En México alcanzó una gran fama, y llegó a ser considerado el poeta
nacional.
Fue el primero de los nueve hijos del abogado José Guadalupe
López Velarde, originario de Jalisco, y Trinidad Berumen Llamas, de una familia
de terratenientes locales. El padre, tras ejercer sin fortuna como abogado,
había fundado un colegio católico en Jerez. En 1900, Ramón fue enviado al
Seminario de Zacatecas, donde permaneció dos años; más tarde, debido a la
mudanza de su familia, se trasladó al Seminario de Aguascalientes. En 1905
eligió abandonar el Seminario y su posible futuro como sacerdote, optando por
la carrera de Leyes.
Durante los años del seminario, López Velarde pasó sus
vacaciones en Jerez. Durante su juventud Ramón fue enviado a una escuela de
mujeres por sus padres, el cual este estuvo muy molesto con ellos, aunque
después de unos años estuvo muy agradecido, pues aprendió a tratar a las
mujeres. En esta época conoció a Josefa de los Ríos, pariente lejana y ocho
años mayor que él, quien le causó una honda impresión. El primer poema que se
conoce de López Velarde, fechado en 1905, parece estar inspirado en ella, a la
que luego dará en su obra el nombre de "Fuensanta".
En 1906 colaboró en la revista Bohemio, publicada en
Aguascalientes por unos amigos suyos, con el seudónimo de "Ricardo Wencer
Olivares". El grupo de Bohemio tomó partido por Manuel Caballero, católico
integrista enemigo del modernismo literario, con ocasión de la polémica que
produjo la reaparición de la Revista Azul en 1907. Sus intervenciones, sin
embargo, tuvieron escaso eco en la vida literaria mexicana.
En enero de 1908 López Velarde comenzó sus estudios de Leyes
en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. Poco después murió
su padre, dejando a la familia, que regresó a Jerez, en una difícil situación
económica. El autor pudo continuar sus estudios gracias al apoyo de sus tíos
maternos. López Velarde continuó colaborando con diferentes publicaciones de
Aguascalientes (El Observador, El Debate, Nosotros) y luego de Guadalajara (El
Regional, Pluma y Lápiz). La revista Bohemio había dejado de existir en 1907.
En San Luis Potosí leyó a los poetas modernistas,
especialmente a Amado Nervo, a quien llamaría "máximo poeta nuestro",
y al español Andrés González Blanco, cambiando radicalmente sus opiniones en
manera de estética. A partir de este momento se convierte en defensor ferviente
del modernismo, y en 1910 preparó para su edición un manuscrito, que no llegó a
publicarse, que será el germen de su futuro libro La sangre devota.
Apoyó abiertamente las exigencias de reformas políticas de
Francisco I. Madero, a quien conoció personalmente en 1910. En 1911 obtuvo el
título de abogado y tomó posesión como juez de primera instancia en un pequeño
pueblo del estado de San Luis, llamado Venado. Sin embargo, dejó su cargo a
finales de año y viajó a la Ciudad de México, pensando que Madero, nuevo
presidente de la República, le daría algún puesto de confianza, pero no ocurrió
así, quizá a causa del catolicismo militante de López Velarde.
En 1912, Eduardo J. Correa, antiguo protector suyo, lo llamó
para colaborar en el diario católico de la Ciudad de México La Nación. Para la
mencionada publicación, Velarde escribió poemas, reseñas y muchos artículos
políticos sobre la nueva situación de México. En ellos atacó, entre otros, a
Emiliano Zapata. Abandonó el periódico poco antes de la sublevación del 9 de
febrero de 1913 en la Ciudad de México, que llevaría al poder a Victoriano
Huerta, y procuró alejarse de los desórdenes trasladándose de nuevo a San Luis
Potosí, donde puso un bufete. Allí comenzó a cortejar a María de Nevares, a
quien seguiría pretendiendo durante toda la vida, aunque nunca llegaron a
contraer matrimonio.
A principios de 1914 se instaló definitivamente en la Ciudad
de México. A mediados de 1915 se impone en México el liderazgo de Venustiano
Carranza y comienza una época de relativa tranquilidad. La poesía mexicana de
la época estaba dominada por el postmodernista Enrique González Martínez,
escasamente apreciado por López Velarde, como se evidencia en una reseña que
publicó por esos años. En cambio, se siente mucho más afín a José Juan Tablada,
con quien mantuvo una cordial amistad. En estos años se interesa también mucho
por la obra del argentino Leopoldo Lugones, quien tuvo una decisiva influencia
en su obra.
Es a partir de 1915 cuando López Velarde comienza a escribir
sus poemas más personales, marcados por la añoranza de su Jerez natal (al que
ya nunca regresaría) y de su primer amor, "Fuensanta".
En 1916 publica su primer libro, La sangre devota, que
dedica a "los espíritus" de los poetas mexicanos Manuel Gutiérrez
Nájera y Manuel José Othón. El libro recibió una buena acogida en los medios
literarios mexicanos. En La sangre devota está muy presente -incluso en el título-
la liturgia católica, asociada por el autor al mundo idealizado de su infancia
provinciana y única esperanza de refugio para su atribulada vida ciudadana. El
poema "Viaje al terruño" es, en el fondo, una ensoñación sobre el
regreso a la infancia.
Sin embargo, esta nostalgia del pasado no está exenta de
un cierto distanciamiento irónico, como cuando en el poema "Tenías un
rebozo de seda..." se recuerda a sí mismo como un "[...] seminarista
/ sin Baudelaire, sin rima y sin olfato". Una de las piezas del libro que mayor
interés han concitado es "Mi prima Águeda", donde también está muy
presente la ironía.
En 1917 muere Josefa de los Ríos, "Fuensanta", su
amor de juventud. Por entonces López Velarde comienza a preparar su próximo
poemario, Zozobra, que habrá de aguardar todavía dos años hasta ser publicado.
Entre marzo y julio de 1917 colabora en la revista Pegaso, junto con González
Martínez y, a pesar de recibir algunos ataques por su interés por el mundo de
la provincia y su catolicismo, su prestigio literario comienza a consolidarse.
En 1919 publica Zozobra, su segundo libro, considerado por
gran parte de la crítica como su mejor obra. En él la ironía es ya el tropo
dominante, y, junto a los poemas referidos a la provincia, aparecen también
otros fruto de su experiencia en la capital. Es evidente la influencia de
Leopoldo Lugones en cuanto a la voluntad de evitar los lugares comunes, la
utilización de un vocabulario hasta entonces considerado antipoético, la
adjetivación insólita, las metáforas inesperadas, los juegos de palabras, la
predilección por los vocablos esdrújulos y el uso humorístico de la rima. En
este sentido, su obra se asemeja también a la del uruguayo Julio Herrera y Reissig.
También se encuentran afinidades con el poeta venezolano Adriano González León,
a las que Octavio Paz llamaría "una evolución paralela" entre los dos
poetas.
Consta de un total de
cuarenta poemas que configuran un cierto recorrido circular, ya que el libro se
abre con "Hoy como nunca", despedida a Fuensanta y a Jerez, y se
cierra con "Humildemente", que marca una especie de retorno simbólico
a sus orígenes. Zozobra fue criticado duramente por González Martínez.
En 1920 la sublevación del general Álvaro Obregón supone el
final del gobierno de Carranza, que para Velarde había sido un período de
estabilidad y de gran desarrollo creativo. Sin embargo, tras los primeros
momentos de desconcierto, es nombrado secretario de Educación José Vasconcelos,
decidido a lograr una renovación cultural del país. López Velarde publica
artículos en dos revistas promovidas por Vasconcelos, México Moderno y El
Maestro. En este último apareció un breve ensayo muy significativo de Velarde,
"Novedad de la Patria", donde expone las ideas que desarrollará en su
poema más famoso, y que le valió ser considerado poeta de la Revolución
mexicana, La suave patria.
Murió el 19 de junio de 1921, poco después de cumplir los
treinta y tres años. La causa oficial de su muerte, según el certificado de
defunción, fue una bronconeumonía, que se le complicó debido también a la
sífilis que padecía. Dejó un libro inédito, El son del corazón, que no se
publicaría hasta 1932. Un libro de prosa, El minutero, sería también editado por
sus deudos póstumamente, en 1923. El 15 de junio de 1963 sus restos mortales
fueron exhumados y trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de la
Ciudad de México.
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