Las lagrimas no terminan de nublar mis ojos porque más que amigo, para mi fue el hermano mayor. Lo había visto de reojo en los eventos, pero lo comencé a tratar en la oficina de prensa del Ayuntamiento de Mérida.
Éramos jóvenes entonces. Era muy solidario. Recuerdo que fue a instancias de él que le di posada en casa a un trabajador que recién había llegado a la ciudad e incorporado al departamento de cultura, Gerardo Lerma, un tipo bastante simpático que trabajaba como payaso.
Desde joven siempre tuvo un buen trato con el personal. Edith y Julia, las gemelas, y Mary Quintal, tienen el testimonio. Y así fue su paso en jefaturas de prensa en los gobiernos federal, estatal y municipal donde supo ser, más que compañero, subordinado o jefe, amigo.
Más académico que periodista, compartimos triunfos laborales y sinsabores familiares. Muchos jóvenes del sureste mexicano, desde Tabasco, Chiapas y Campeche venían a Mérida, varios fueron al Instituto de Ciencias Sociales de Mérida (ICSMAC). Las oficinas estaban en el centro. Había tiempo para un café en su oficina, en la Pop o en Vips.
Lo vi enamorado y la ilusión de su casa. Seremos vecinos, me dijo contento. Estuvo para mi en tiempos difíciles de la vida familiar y lo acompañé en el suyo. Con café las penas se disipan o al menos escuchas al otro.
Se alegraba con las notas en portada que yo conseguía y a mi me daba gusto sus logros, sus nombramientos. Recuerdo cuando “rolábamos” en su coche sólo para platicar, mientras fumábamos.
No olvido sus palabras de siempre: “Jhon, tú siempre adelante…”-
No será el mío un texto para descubrir facetas desconocidas de un hermano, alguien escribirá el libro sobre sus hazañas. El mío sólo es para expresar el enorme vacío y la profunda tristeza que deja un hermano. Más doloroso bajo esta circunstancia que fue ingresado y murió sin poder estar con él.
Hoy ha muerto una buena persona, un caballero y un padre amoroso.
Mayo de 2020
En memoria de Jorge Alberto Barquet Chel.
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