El misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe

Los ojos de la Virgen son un misterio, incluso para la ciencia.

El misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe

  • Si bien sus dimensiones son microscópicas, agrandada 2,500 veces su tamaño real, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. 
  • Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente.
  • Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. 
  • Lo extraordinario es que las fibras del "ayate" que utilizaban los indios se degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la imagen está impresa desde hace 491 años y se ha salvado de ataques, incluso de un bombazo.

Ciudad de México.- En el planeta sólo hay dos imágenes no pintadas por manos humanas. La Sábana Santa y la Virgen de Guadalupe, plasmada en el Ayate de Juan Diego, asevera el sacerdote Jesús Aguilar. Los iris de los ojos de la patrona de las Américas, quien apareció en 1531, agrandada hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real reveló 13 figuras, mismas que conforman siete imágenes. Los ojos de la Virgen son un misterio, incluso para la ciencia.

Nadie, ni un pintor, hubiera sido capaz de realizar tan delicados y precisos rasgos en una tela como la tilma. Las figuras que aparecen dentro de los ojos en el retrato de la Virgen, son una de las grandes sorpresas de la imagen, de acuerdo con la investigación plasmada en el libro "El secreto de sus ojos".

Lo más extraordinario, añade el sacerdote Aguilar, es que casi 500 años después la imagen se ha preservado, al igual que la tela del ayate. También es de destacar que la imagen está en dos lienzos, algo difícil de realizar para un pintor.

En 1956 el doctor mexicano Javier Torroella Bueno hizo el primer reporte médico de los ojos de la Virgen Morena. El resultado: se cumplían, como en cualquier ojo vivo, las leyes Purkinje-Samson, es decir, hay un triple reflejo de los objetos localizados enfrente de los ojos de la Virgen y las imágenes se distorsionan por la forma curva de sus córneas.

En 1979, el ingeniero José Aste Tonsman, un ingeniero peruano, comenzó estudios digitales de los ojos en la imagen. Amplió el iris de los ojos de la Virgen 2.500 veces y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, pudo identificar las imágenes de al menos trece personas en los ojos.

Lo que captaron ambos ojos era como si la Virgen misma estuviera presente de manera oculta mirando la escena y dejando el signo de su presencia en sus ojos. Sus ojos tienen el reflejo que se habría impreso en los ojos de cualquier persona en su posición cuando San Juan desplegó su tilma.


En enero de 2001 reveló los resultados de másde 20 años de estudiar ese tosco tejido hecho con fibras de maguey de Juan Diego. En particular, se ha concentrado en el enigma de los ojos.

En efecto, si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente.

El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 12 de diciembre de 1531.

La técnica que ha utilizado para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones visivas.

--"Nos encontramos ante una imagen 'que no ha sido pintada con mano de hombre', aseveró. 

Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho, con el pasar del tiempo, las fibras del «ayate» que utilizaban los indios se degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la imagen está impresa desde hace 491 años.

Richard Kuhn premio Nobel de Química, recordó Aste Tönsmann, hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales ni mucho menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen, desde este punto de vista, es inexplicable.

En 1979 los estadounidenses Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura y que el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica.

Aste Tönsmann, preguntó entonces, «¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado? Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?».

El ingeniero peruano añadió que «Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridescencia, una técnica que no se puede reproducir con manos humanas».

El investigador peruano comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes impresos en los ojos de la Virgen.

En los ojos de la Virgen --revela-- se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento la que Juan Diego mostraba el ayate al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición.

Se puede individuar un indio sentado, que mira hacia lo alto; el perfil de un hombre anciano, con la barba blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato de Juan de Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos marcados, con barba y bigote, que abre su propio manto ante el obispo, sin duda Juan Diego; una mujer de rostro oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano.

En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.

En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida, se puede ver otra «escena», totalmente independiente a la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre, y algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann. El cómo se ha realizado algo así no es posible descifrarlo con métodos científicos.

El ingeniero, sin embargo, se aventura a ofrecer un porqué considera que en los ojos de la Virgen hay un mensaje «escondido» para nuestro tiempo, cuando la tecnología es apta para descubrirlo, y cuando dicho mensaje es más necesario. «Este puede ser el caso de la imagen de la familia en el centro del ojo de la Virgen, en una época en que la familia está bajo un serio ataque en nuestro mundo moderno». Un mensaje, además, profundamente antirracista, pues varias etnias se encuentran reflejadas


Las imágenes: 

Un indígena: En la córnea izquierda aparece un indígena sentado en el suelo, tal vez sirviente de Zumárraga, mide un milímetro de ancho y menos de cuatro de largo. En la espalda lleva una calabaza, como depósito de agua. Los rasgos del rostro no son visibles, pero la posición que adopta denota atención y reverencia.

Un anciano: En la córnea izquierda aparece el rostro de un anciano calvo de nariz grande y recta, con ojos hundidos, que miran hacia abajo, mide apenas 1.6 milímetros. En el ojo derecho también aparece, pero más pequeño y menos preciso, se cree que es Zumárraga, ya que el pintor Cabrera plasmó la imagen del obispo en uno de sus cuadros y se asemejan demasiado.

Un hombre joven: Se observa un hombre joven, su expresión es de asombro y por la posición de sus labios parece que está hablando con el anciano, se trata de un traductor, pues el religioso no hablaba la lengua náhuatl de Juan Diego.

Juan Diego: En la córnea izquierda, se ve un nuevo rostro, tal vez el más importante del estudio, es el de un hombre de edad madura y con aspecto nativo que sobre la cabeza lleva un sombrero. Sus pómulos son prominentes, barba rala, algo de bigote muy pegado a la cara, labios que parecen entreabiertos y nariz aguileña. Lo más interesante es la tilma que lleva, extiende su brazo derecho por debajo de ella y la despliega en dirección a donde está el anciano. Esta escena corresponde «al milagro de las rosas», por lo que evidentemente es Juan Diego.

Una esclava: Detrás de Juan Diego aparece una mujer de raza negra que ve lo que ocurre. Sólo puede verse el busto y la cara, su tez es oscura, nariz achatada y labios gruesos. Esta imagen se encontró en 1996 en el ojo derecho de la Virgen, aunque también aparece en la córnea izquierda, pero más tenue.

Hombre barbado: También aparece un hombre con barba cuyo rostro expresa asombro al mirar a Juan Diego, por su porte se cree que es Sebastián Ramírez y Funleal, el entonces presidente de la Segunda Audiencia de la Nueva España.

Familia: En el centro de ambos ojos aparece otro grupo de figuras, pero más pequeñas que semeja una familia indígena. Sobresale la imagen de una mujer que mide medio milímetro, la cual parece mirar hacia abajo. Sobre sus cabellos lleva trenzas y sujeta en su espalda a un bebé. En un nivel más bajo y a la derecha de esta mujer se encuentra un hombre con sombrero que parece estar sentado, entre ellos se observa un niño y una niña. Por la espalda de la joven, se pueden distinguir a un hombre y una mujer maduros que pueden ser los abuelos en este cuadro familiar. El «abuelo» sólo aparece en el ojo derecho.

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