Nuestra bandera no discrimina a ningún integrante de su pueblo. Creel

Participa como orador en la Ceremonia Conmemorativa del Día de la Bandera

Nuestra bandera no discrimina a ningún integrante de su pueblo. Creel

  • En tanto México exista, no perecerá su bandera, será siempre el fiel reflejo de su identidad

Ciudad de México.- El presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda, afirmó que nuestra bandera no discrimina a ningún integrante de su pueblo, porque representa nuestra historia en mayúsculas y la identidad de las y los mexicanos.

En su discurso durante la Ceremonia Conmemorativa del Día de la Bandera, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el diputado federal destacó que, “en tanto México exista, no perecerá su bandera, será siempre el fiel reflejo de su identidad”.

Nuestro lábaro patrio, dijo, ha ondeado en gobiernos de sistemas políticos muy distintos, desde imperios y repúblicas de corte autoritario, hasta la joven democracia que hoy tenemos. Por eso convocó a honrarla y dejarla como legado de gloria a las futuras generaciones.

“No representa sólo a los que vencieron, también representa a los vencidos. Tampoco es una historia de héroes o villanos y, menos aún, una que intenta reivindicar el pasado para legitimar el presente”, destacó.

Creel Miranda dijo que son los derechos humanos y la democracia los conceptos que le dan nuevo significado a nuestra bandera que hoy conmemoramos y “ése es y debe ser el México del Siglo XXI y de los siglos por venir”.

Señaló que las reformas en la materia de 2019 y 2020 contienen los derechos más revolucionarios de la Constitución y complementan las garantías con nuevos derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales, en su dimensión individual y colectiva.

“Ahora, la Constitución reconoce a los derechos humanos como inherentes a la persona, norma eficazmente sus garantías de protección y reconoce todos los derechos humanos de los tratados internacionales de los que México es parte, que son auténticamente la Ley Suprema de la Unión”, detalló.

Enfatizó que los tribunales federales son los garantes de sancionar y ordenar reparar las violaciones a los derechos humanos. “Una vez conquistado un derecho humano, bajo el principio de progresividad, jamás, jamás, puede retrotraerse, debe evolucionar continuamente para salvaguardar de mejor manera la dignidad humana y las libertades de las personas”.

Ciudad de México, a 24 de febrero de 2023.

DIPUTADO SANTIAGO CREEL MIRANDA

Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados

Mensaje en la ceremonia con motivo del Día de la Bandera, en el Campo Deportivo Militar “Marte”.

Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos,

Presidente del Senado de la República,

Ministro representante del Poder Judicial de la Federación,

General Secretario de la Defensa Nacional,

Almirante Secretario de la Marina,

Secretario de Gobernación,

Integrantes del presídium,

Señoras y señores,

Nuestra bandera es historia: un puente entre el pasado y el presente que nos da identidad a los mexicanos 

Representa la unidad de los muchos Méxicos que han existido y existen, establecidos en un territorio con una orografía muy variada, habitado por una población heterogénea, pluriétnica, pluricultural, plurilingüe, diversa y de grandes contrastes socioeconómicos. 

El lábaro patrio ha ondeado en gobiernos de sistemas políticos muy distintos, desde imperios y repúblicas de corte autoritario, hasta la joven democracia que hoy tenemos. 

Nuestra bandera no discrimina a ningún integrante de su pueblo y no lo hace, porque representa nuestra historia, la historia en mayúsculas.

No representa sólo a los que vencieron, también representa a los vencidos. Tampoco es una historia de héroes o villanos y, menos aún, una que intenta reivindicar el pasado para legitimar el presente.

Nuestra Historia en mayúsculas es lo que nos hace ser lo que hoy somos. La construcción de nuestro símbolo patrio originario, el águila sobre un nopal que devora una serpiente, se inicia en el mítico Aztlán, con la profecía del dios Huitzilopochtli, quien después de una peregrinación de 260 años, exactamente cinco vueltas del siglo mesoamericano de 52 años, funda la gran Tenochtitlán, en 1325.

Nuestro primer símbolo patrio resistió 300 años de Virreinato. Dio identidad, inclusive, a las grandiosas edificaciones coloniales que se construyeron en el Siglo XVI y fue sello de las antiguas ordenanzas virreinales. 

El águila devorando la serpiente superó y derrotó a los escudos heráldicos de los Habsburgo y de los Borbones, que por siglos dominaron a Europa. 

En 1810, el cura Hidalgo, en el grito de Dolores, une el emblema mexica con la imagen de la Virgen de Guadalupe. Símbolos máximos de la nación. Así, se fortaleció la idea de una patria libre, soberana e independiente y sin divisiones. 

Los colores de nuestra bandera tienen su origen en Veracruz, en la sierra Zongolica, lugar donde habita el trogón mexicano, un ave de cabeza verde, cuello blanco y plumaje rojo. 

En aquella región, los pueblos originarios que acompañaron a Nicolás Bravo, confeccionaron la Bandera “Siera”, que quiere decir exactamente eso, sierra, el primer estándar tricolor.

El Siervo de la Nación, el 19 de agosto de 1812, estampa, por primera vez en su bandera, el águila sobre un nopal. La circunda una leyenda que en latín que reza: “Con los ojos y las garras igualmente victoriosos”.

Agustín de Iturbide, con la fuerza del diálogo, del acuerdo y del Abrazo de Acatempan, que no de las armas, entra a la Ciudad de México y cabalga por debajo de un arco triunfante; en su parte superior, se observa al águila imperial y a sus costados dos banderas trigarantes con franjas horizontales.

En 1823, el Soberano Congreso Constituyente, porta la bandera con el símbolo patrio, con los colores trigarantes ya en franjas verticales, pero sin corona imperial y reaparece una rama de encino y otra de laurel, símbolos de fortaleza y de victoria. Ya antiguamente establecidos en la época virreinal.

Vinieron los tiempos de guerra: primero contra la invasión estadounidense, después entre mexicanos en la Guerra de Reforma, finalmente la intervención francesa. Fue un largo proceso, doloroso y costoso, en el cual se perdió más de la mitad del territorio nacional. 

A pesar de esa terrible tragedia, el lábaro patrio con el águila devorando la serpiente sobre el nopal, continuó imperturbable y sus colores adquirieron aún más fuerza y nitidez.

El gobierno itinerante del presidente Benito Juárez pudo iniciar su regreso triunfante a la capital, cuando se recupera la ciudad de Chihuahua, el 25 de marzo de 1866. Gesta en la cual el Ejército se cubrió de gloria con la bandera de los Supremos Poderes.

¿Cómo no recordar la batalla del 5 de mayo, cuando las banderas del invasor fueron derrotadas, o la batalla del 2 de abril, cuando la bandera de Maximiliano fue tomada por las fuerzas tlaxcaltecas? ¿O la derrota del sitio de Querétaro, que termina de manera definitiva con todas las banderas imperiales?

O lo hecho por las mujeres mexicanas durante la ocupación francesa. Capitaneaban cuerpos guerrilleros, aportaban dinero, armas, atendían enfermos, alimentaban a las tropas y, además, de manera muy significativa, bordaban banderas.

O la gallarda participación de los zacapoaxtlas en la batalla de Xochiapulco. Fue emblemático cómo portaron la bandera nacional a la hora de cargar contra las fuerzas imperiales.

La patria se afianza con su bandera y sobrevive el viejo y largo régimen porfirista. 

Se izó en las diversas revoluciones: la maderista, la villista, la zapatista, la del ejército convencionista, la del ejército constitucionalista. Todos ellos portaron el águila de centro, pero con algunas variantes y leyendas. Unas incluyen el gorro frigio sobre el águila, como signo de libertad y de emancipación.

Por orden del presidente Venustiano Carranza, el 20 de septiembre de 1916, se estableció que el águila se representara de perfil izquierdo, como en la insignia antigua mexica, posada sobre un nopal, que brota de una roca rodeada de agua y adornada en la parte de abajo con ramas de encino y de laurel. 

Posteriores decretos hicieron de la Bandera, un Escudo y el Himno Nacional, los símbolos que hoy tenemos. 

Su significado cambia a lo largo de la historia. Mediante un intermitente diálogo y negociación, que tiene inicio en 1997, se acuerda la reforma constitucional más importante que ha tenido México, desde la Constitución de 1917: la reforma de Derechos Humanos, promulgada en el año 2011. 

Es un logro invaluable de nuestra generación, que hicimos el cambio político en paz y a través de las instituciones. 

Esta reforma, contiene los derechos más revolucionarios de la Constitución, incluye todos aquellos otorgados antiguamente como garantías y los complementa con nuevos derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales, en su dimensión individual y colectiva.

Ahora, la Constitución reconoce a los derechos humanos como inherentes a la persona, norma eficazmente sus garantías de protección y reconoce todos los derechos humanos de los tratados internacionales de los que México es parte, que son auténticamente la Ley Suprema de la Unión.

Los derechos humanos, así establecidos en nuestra Carta Magna, han generado una vasta y nueva jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se ha enriquecido con las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

La reforma ha tenido un impacto determinante en nuestro orden jurídico. Así se atestigua en la Constitución Política de la Ciudad de México, expedida en el 2017. 

Igualmente, las reformas constitucionales llevadas a cabo en los años 2019 y 2020 van en esa misma dirección. Puntualizan derechos sociales fundamentales.

Los tribunales federales son los garantes de sancionar y ordenar reparar las violaciones a los derechos humanos. Una vez conquistado un derecho humano, bajo el principio de progresividad, jamás, jamás, puede retrotraerse, debe evolucionar continuamente para salvaguardar de mejor manera la dignidad humana y las libertades de las personas.

Son los derechos humanos y la democracia lo que le da nuevo significado a nuestra bandera, que hoy conmemoramos. Ese es, y debe ser, el México del Siglo XXI y de los siglos por venir.

Termino con una frase que citamos los constituyentes en el preámbulo de la Constitución Política de la Ciudad de México:

“En tanto que dure el mundo no acabará, no perecerá, la gloria de México Tenochtitlán”.

Cierro la cita.

De la misma manera, en tanto México exista no perecerá su bandera, será siempre el fiel reflejo de su identidad.

Honrémosla y dejemos que este legado de gloria lo reciban nuestros hijos y que así lo hereden a las futuras generaciones. 

Gracias.

No hay comentarios.

Publicar un comentario

© all rights reserved
Hecho con