Peregrina, 100 años de una historia de amor contada en trova

Es “la profecía implícita de la separación”, dice Alma Reed en su autobiografía

Peregrina, 100 años de una historia de amor contada en trova

‘No te olvides, no te olvides de mi tierra, no te olvides, no te olvides de mi amor’, esas palabras mostraban la profunda resignación que se origina frente a la imposibilidad, afirma

Mérida, Yucatán.- Se cumplen en 2023 los 100 años de que el poeta Luis Rosado Vega y el compositor trovador Ricardo Palmerín Pavía, compusieran y musicalizaran “Peregrina”, convertida en el himno al amor entre la periodista Alma Red con el entonces gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto.

--Ha sido la más difundida de la trova yucateca bajo la voz de personajes como Nicolás Urcelay, Jorge Negrete, Pedro Infante, Plácido Domingo, Los Panchos, entre otros, sin dejar a un lado la interpretación de la Orquesta Típica Yucalpetén, dijo el profesor Luis Pérez Sabido en la máxima tribuna del Congreso local.


El presidente emérito de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín dictó una conferencia e inauguró una exposición alusiva a Peregrina, en el marco del 7o aniversario de que el Congreso del Estado declaró a “ La trova yucateca patrimonio cultural Intangible de YUcatán”.

Recordó que Rosado Vega (letra) y Ricardo Palmerín (música) presentaron la obra en el verano de 1923, a petición del gobernador Carrillo Puerto, el “Dragón Rojo con Ojos de Jade”, quien se enamoró de la joven periodista cuando la conoció en una recepción el día de San Valentín.

Agradeció a la LXIII Legislatura por permitir relatar la historia y los detalles que hacen de esta canción parte del legado de nuestro estado.


El propio Rosado Vega, autor de la letra, relata cómo surgió la famosa canción Peregrina dedicada a la corresponsal y enviada especial del New York Times:

"La letra fue simple consecuencia de una lluvia primaveral. Llovió copiosamente una tarde, y esta lluvia auspició una noche espléndida. Teatro, la Casa del Pueblo durante un festival. Concluido éste, nuestro inolvidable Felipe Carrillo Puerto, Alma Reed –la singular, por bella, periodista norteamericana, pero del sur de los Estados Unidos, o sea de San Francisco, California– y yo debíamos asistir a un convivio en la casa del maestro Filiberto Romero, director de la Escuela de Música. 

En el auto iba Alma sentada entre Felipe y yo. Entramos en el suburbio de San Sebastián. Con el aguacero de la tarde la tierra había abierto sus entrañas, y despedía de ella misma ese grato y sugestivo aroma de la tierra cuando acaba de ser fecundada por la lluvia. [...] y Alma dilató el pecho como para absorber a pleno pulmón aquellas fragancias y dijo: ¡Qué bien huele! 

Le salí al paso con una frase simplemente galante: –Todo huele bien porque usted pasa. Tierra, flores, quisieran besarla y por eso llegan a usted con sus perfumes. 

Dijo Felipe al punto: –Eso se lo vas a decir en un verso. 

Contesté: –Se lo diré en una canción. 

Alma rio argentinamente. Así reía. Concluido el convivio y ya en mi casa, compuse la letra. No podía olvidar a Palmerín. En la mañana siguiente lo busqué y se la di. Dos días después ya había nacido la canción. Y eso fue todo".


Alma Redd habla de la melodía en uno de los más de veinte capítulos de su autobiografía.

“Cuando salimos del Museo Arqueológico con rumbo a la pequeña fonda ubicada lejos del Paseo Montejo y en un ambiente tropical —Felipe la recomendaba ampliamente por su extraordinario pollo p’bil y por sus sorbetes, que eran mis preferidos—, el poeta me dijo que también tenía una sorpresa para mí.

‘Espero que la sorpresa le agrade’ me dijo. ‘Es una canción —compuesta con cariño y admiración. Desde el momento en que nos conocimos supe que debía escribirle una canción. Pero sólo me corresponde la mitad del crédito por el resultado de mi impulso. Verá, no tomé la decisión solo… en cuanto se me ocurrió esa idea, nuestro buen amigo aquí, Don Felipe, concibió la misma idea. Y en nombre de nuestro largo compañerismo, me suplicó que le escribiera y le dedicara a usted ‘la verdadera obra maestra’ de mi carrera. No sólo me dio el título: La peregrina; sino que, durante estos días, en los que ha desahogado conmigo los pensamientos y sentimientos que tiene por usted, me ha provisto también, sin querer, con muchos de los matices y frases que la componen. Así que ahora, señorita Alma, usted va a ser la Peregrina; y, muy pronto, nuestras palabras van a tener acompañamiento musical.’

‘Sí, muy pronto’, añadió Felipe, rebosante de alegría ante la expectativa. ‘Palmerín, el mayor compositor de Yucatán, ya está trabajando en la música. Ya conoces algunas de sus canciones: Mi guitarra, El rosal enfermo, Las golondrinas… las que Alfonso ha cantado para ti. Pero creo que Palmerín se va a superar a sí mismo con tu canción.’

“En cuanto nos sentamos en la mesa de la terraza de la fonda enmarcada por palmeras, le supliqué a Don Luis que recitara los versos de mi canción. Mientras leyó La peregrina de una hoja escrita a mano, me pareció escuchar en su voz ronca algunos de los matices nostálgicos de las serenatas en tono menor de Alfonso. Y cuando terminó, me entregó el manuscrito con una reverencia al estilo de la galantería española quijotesca. Leí de nuevo las frases que exaltaban mis ojos ‘claros y divinos’, mis ‘labios purpurinos’, mi ‘semblante encantador’, y mi ‘radiante cabellera como el sol’ y, al igual que le hubiera sucedido a cualquier otra mujer joven en circunstancias similares, me sentí profundamente complacida de que el poeta, cuyo trabajo tanto admiraba, me hubiera descrito en términos tan resplandecientes.

Sin embargo, a pesar de los cumplidos y de las metáforas halagadoras, la canción misma no me hacía sentir alegre. No lograba comprender cómo era posible que esos sentimientos amorosos no despertaran una respuesta de dicha en mi corazón y cómo, en lugar de eso, me entristecían; pero pronto me di cuenta de que la alusión a una añoranza insatisfecha, la profecía implícita de la separación y el énfasis que ponía en las enormes distancias entre ‘la nieve virginal’ de mi ‘tierra lejana’ y los ‘palmares’ y ‘las flores de nectarios perfumados’ de la ‘tierra tropical’ de Felipe, evocaban la tristeza que se experimenta al separarse por siempre del ser amado… Sentí ganas de llorar —aunque logré poner una sonrisa en mis labios— cuando comprendí que esas palabras mostraban la profunda resignación que se origina frente a la imposibilidad, y que la petición reiterada de Felipe en los últimos versos no hacía más que enfatizarla: ‘No te olvides, no te olvides de mi tierra, no te olvides, no te olvides de mi amor’.

“Esa noche, fui con Felipe y Don Luis a la modesta casa de Ricardo Palmerín, ubicada en una colonia pobre de las afueras de Mérida. En un jardín fresco, iluminado por la luz de la luna, Felipe y yo nos sentamos debajo de unos naranjos en flor, en una banca frente a la puerta abierta del pequeño estudio austero del compositor. Dentro, Palmerín estaba tocando un piano vertical y Don Luis estaba de pie, a su lado, escuchando con toda resolución las varias frases musicales que el teclado murmuraba en una rápida sucesión melódica. Pero ninguno de los muchos acordes hermosos resumieron, en los oídos sensibles de los dos jueces, la determinación ‘inevitable’ de que serían el tema de La Peregrina. El músico, un hombre bajito y corpulento —que por su expresión apacible, su porte sereno y su bigote negro arreglado parecía más un médico o un miembro de la profesión legal que un experto tejedor de la tela sutil del sonido etéreo—, aceptó sin despecho el veredicto desfavorable. De hecho, nos aseguró que el ánimo y el ritmo correctos estaban ya gestándose dentro de él y nos pidió que regresáramos después; Felipe le dijo que volveríamos en una semana”.

Alma Marie Prescott Sullivan Reed (San Francisco (California), Estados Unidos, 1889; Ciudad de México, 1966), conocida como Alma Reed, fue una periodista y Trabajadora Social estadounidense. Después de su muerte, en 1966, respetando sus deseos, sus cenizas fueron llevadas a la ciudad de Mérida, Yucatán, y depositadas en el cementerio general frente a la tumba de Felipe Carrillo Puerto.


Exposición de la Trova

Como parte de las actividades del Bicentenario de la Instalación del Augusto Congreso Constituyente del Estado de Yucatán, se llevó a cabo una exposición denominada “100 años de Peregrina una historia de amor contada en trova”, en la explanada del Poder Legislativo. Al término de la sesión ordinaria, los diputados acompañados del profesor Luis Pérez Sabido realizaron un recorrido para apreciar las breves biografías de los principales autores e inspiraciones de la emblemática canción.

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