- La UNAM participa en el Plan de Sobrevivencia de este mamífero
- En poco más de cuatro años han sido liberados 21 ejemplares en Chihuahua y Sonora
A más de cuatro años de su reintroducción y a partir de los
esfuerzos de académicos, autoridades y dueños de ranchos, se vuelven a escuchar
sus aullidos en territorio nacional. Hay registros de que en algún momento su
presencia abarcó del sur de Estados Unidos hasta Oaxaca.
Debido al miedo que generan, los humanos los han envenenado
o cazado. En los más de cuatro años del programa interinstitucional, 21
ejemplares han sido liberados, dos están perdidos o fueron despojados de sus
aparatos de localización y los ejemplares restantes formaron dos manadas,
añadió al impartir la conferencia El lobo mexicano: retos y expectativas de su
recuperación.
Al respecto, explicó que en 1998 EU arrancó con los trabajos
para rescatar a este animal; nuestro país se unió a esta empresa en 2011, año
en que comenzó el programa en el que colaboran la UNAM, la Universidad Autónoma
de Querétaro y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, entre otras
instituciones.
En los años 50, los ganaderos pidieron a las autoridades
hacerse cargo de estos carnívoros por ser responsables de pérdidas económicas y
portadores de rabia. Por ello, y con apoyo de la Organización Panamericana de
la Salud, se instrumentaron estrategias tan extremas como el uso del compuesto
1080 (monofluoroacetato de sodio), veneno prohibido en Estados Unidos.
Así, el lobo mexicano fue declarado en peligro de extinción
tres décadas atrás. De hecho, el especialista Roy T. McBride calculó que en
1978 su número llegaba apenas a medio centenar en territorio nacional; como
medida preventiva, capturaron cinco ejemplares en Durango, entre los que se
contaba una hembra preñada (en 1981, nació la primera cría en cautiverio). En
1996 se integraron más individuos: uno proveniente del zoológico de Aragón y
tres más del de Chapultepec.
Características
El mexicano es la subespecie más pequeña de los lobos de
América del Norte, su tamaño es similar al de un pastor alemán. Su peso varía
entre 20 y 40 kilogramos, vive 12 años en cautiverio (en promedio) y ocho en
vida silvestre (una hembra del control rebasó la década y aún tiene crías); su
organización social es jerárquica. Entran en celo una vez al año y sus camadas
son de entre cuatro y seis cachorros, detalló el egresado de la Facultad de
Ciencias.
De las dos manadas referidas, una habita en Mesa de Lobos,
Chihuahua, y está conformada por dos parejas alfa, cinco ejemplares nacidos en
2014 y seis cachorros de 2015. La otra está en el rancho Avena, Sonora, y tiene
dos parejas alfa y cuatro cachorros.
Por estrategia, la alimentación de los ejemplares en control
es complementada con puercos; sin embargo, ellos prefieren venados de cola
blanca, ardillas y zorrillos. Aunque comen ganado, no significa que arremetan
contra vacas o corderos, más bien observan una conducta carroñera.
Para mantener este programa de protección se requiere apoyo
federal, áreas naturales protegidas, monitoreo en vida silvestre y atender
casos de mortalidad, planteó Cruz Romo.
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