Olga Costa trabajó con fervor en la conformación del imaginario de la mexicanidad


  • La muestra Olga Costa. Apuntes de Naturaleza 1913-2013 en el Museo del Palacio de Bellas Artes fue inaugurada la noche del miércoles 21 de agosto en el Palacio de Bellas Artes
  •  La muestra incluye además de cuadros emblemáticos como La vendedora de frutas y El niño muerto, la obra Hermanitos, con la que la artista rompe con todo lo establecido en cuanto a temática de la crianza en su época

México, DF.-  Mujer fina, con perfil de escultura etrusca y ojos felinos de cambiante color, como la describió Raquel Tibol, Olga Costa optó por replegar su arte hacia lo íntimo en esos años cuando lideraba el modernismo, afirmó María Cristina García Cepeda, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, al inaugurar la noche del miércoles 21 de agosto la exposición Olga Costa. Apuntes de Naturaleza 1913-2013 en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
Acompañada por Miguel Fernández Félix, director del Museo y el curador de la exposición, la directora del INBA recordó que Olga Costa llegó de Alemania a los 12 años y al instante se enamoró de México, de su colorido, de su gente, de su lluvia y de sus montañas, de sus mercados y sus tradiciones.
“Dejó a un lado su herencia musical porque su pasión por México, dijo, desató su amor por la pintura. Estudió con Carlos Mérida, conoció a María Izquierdo, a Frida Kahlo, a Diego Rivera, a José Chávez Morado, su eterno cómplice y amante compañero, y con ellos fue pieza fundamental del arte moderno del siglo XX”.
Recordó cuando hace poco más de dos décadas, en 1989, el Festival Internacional Cervantino le rindió un homenaje a Olga Costa con una muestra retrospectiva y la gran felicidad que le causó esa exposición y compartir su trabajo con el público.
“La pintura es un trabajo solitario”, señalaba Olga Costa, y de la soledad brotaron retratos, paisajes y bodegones cuya intensidad cromática nos revela lo hermoso de las cosas simples, confirmando, como decía Walt Whitman, que se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas”, concluyó la directora del INBA.  
Al realizar el recorrido inaugural, el curador Juan Rafael Coronel Rivera explicó que la muestra comienza con los autorretratos de Olga Costa con un busto que le hace Francisco Zúñiga y que ella lo incluyó en el cuadro titulado Estudio de Olga Costa, que pintó  en 1954,
“Una de las cosas más importantes de su obra es que casi siempre es metafórica, no es una pintora fortuita, no está pintando nada más los temas porque le parezcan bonitos o interesantes, sino que siempre al interior de cada una de las piezas hay una idea, una propuesta, y esto la coloca realmente dentro de las grandes pintoras de su época”.
 Explicó que el nombre real de Olga Costa era Olga Kostakovski, sus padres eran rusos y se mudaron por cuestiones políticas a Alemania, a Leipzig y Berlín, donde Olga va a la escuela. Durante su periodo en Berlín la Bauhaus ya estaba establecida, por lo que el movimiento cultural en Berlín era muy importante y ella tenía una gran idea de lo que sucedía a través de su padre, que era músico e hizo muchos escritos relacionados con la cuestión cultural.
 “El padre era comunista, entró en la dinámica política, y poco después emigran a México, llegan a México en 1925. La primera pasión de Olga fue la música pero después se inclinó por la pintura, una maestra le sugirió que fuera a ver a Rufino Tamayo, en ese entonces Tamayo no tenía un lugar muy claro para dar clases porque estaba tratando de reabrir las escuelas al aire libre, entonces Olga fue a la Academia de San Carlos, allí tiene como maestros a Carlos Mérida y al grabador Amero”.
 Recordó también que durante esas clases conoce al que sería su marido toda la vida, José Chávez Morado, con quien se va a vivir a Veracruz, y allí es donde realmente empieza a pintar en el año 1936.
 “Una de las ideas principales de esta exposición es no presentar a José Chávez Morado, lo que queremos es que se vea realmente la propuesta de Olga Costa como una artista unitaria, no en el sentido de pareja sino al contrario, que se le entienda a ella. Además la pintura de uno y otro son completamente distintas, Olga nunca trata temas políticos, no le interesa la pintura pública, de hecho ella dice que el muralismo no le gusta. En algún momento entra en pugna con Diego Rivera”.
 Juan Rafael Coronel Rivera mencionó que en la exposición se encuentran los dos cuadros más conocidos de Olga La vendedora de frutas y El niño muerto, sin embargo también se encuentra una de sus obras poco conocidas Hermanitos que rompe con todo lo establecido en cuanto a temática de la época.
 “En el ámbito de la Escuela Mexicana siempre se había presentado la crianza a través de la madre, si recuerdan las grandes metáforas son la madre campesina, la madre proletaria, Siqueiros, Rivera, Orozco, todos estaban trabajando bajo estos núcleos, y aquí Olga nos está presentando una cosa totalmente distinta que es a un niño cuidando a su hermanito, además envuelto en un rebozo que es una prenda netamente femenina, dándole la vuelta completamente a la temática de la crianza, sobre todo del machismo imperante durante el periodo moderno mexicano, por ello este cuadro es tan importante”.
 Y agregó el curador: “En esta exposición el público descubrirá realmente porqué en su momento, entre los años de 1945 a 1960 siempre se mencionaba a Olga junto a  María Izquierdo y a Frida Kahlo, lo que sucede es que a ella le toca la ruptura de la crítica una vez que se establece el periodo de la posguerra, lo que nosotros llamamos la ruptura en México y entonces la crítica se olvida de ella y por eso no la conocemos como realmente deberíamos”.
 Durante el recorrido el público pudo apreciar otras obras emblemáticas de Olga Costa como Las bañistas, La frondosa, La novia, Bodegón en rojo, Tehuana con sandía, La gorda, Hilandera, Las aguadoras, Niña con sandalias, Retrato de José Chávez Morado y Retrato de Doña Luz Morado, entre otros.
 Finalmente Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, dijo que al celebrar el centenario del natalicio de Olga Costa se conmemora su trayectoria con una muestra que da cuenta de su trabajó ferviente en la conformación del imaginario de la mexicanidad.
 Esta muestra presenta en las cuatro salas del segundo piso del Palacio de Bellas Artes 73 piezas que dan cuenta de los géneros artísticos que más cautivaron a Olga Costa: el retrato, autorretrato, paisaje y naturaleza muerta. Estas obras ponen de manifiesto el interés de la artista por explorar y analizar el entorno que la rodeaba, la cotidianidad y su devenir acerca de su proceso creativo.
 Y concluyó: “Ella mencionaba: ‘Busco la realidad, la verdad, la sencillez, desecho toda apariencia de teatralidad y busco reproducir la vida’”.

 La exposición Olga Costa. Apuntes de Naturaleza 1913-2013 se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 27 de octubre.

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