Brasil.- “Una vez me salió algo de papada, así que me dejé
la barba, es por eso…”, explica sonriendo Anthony Vanden Borre cuando se le
pregunta por el vello que luce en la cara en contraste con el cráneo afeitado
que domina su 1,90 m de estatura. Aun así, no es una pregunta tan anecdótica.
La barba negra es un vestigio de la época oscura en la que este futbolista, que
acaba de disputar su primer partido en una Copa Mundial de la FIFA™, estaba en
lo más hondo del pozo, tanto psicológica como físicamente.
Vanden Borre, un diamante en bruto del fútbol belga
—convocado por primera vez por la selección a los 16 años y que se estrenó en
la Liga de Campeones a los 17—, se convirtió en enfant terrible, perdió el
norte y encadenó malos desempeños y desgracias varias. Con todo, ya fuese en el
Anderlecht, el Fiorentina, el Genoa, el Portsmouth o el Genk, los Diablos Rojos
han constituido un hilo conductor a lo largo de su carrera: “Siempre que he
estado en un club me convocaron al menos una vez. Lo llevo dentro. La selección
es algo que hay que tener siempre presente, porque es el objetivo más elevado,
el más grande. Cuando uno está en lo más bajo, mirar hacia arriba permite
escalar montañas”.
El jueves 26 de junio formó en el lateral derecho, en lugar
de Toby Alderweireld, y mostró una calma asombrosa ante unos surcoreanos
inquietos y obligados a conseguir la victoria, pero que acabaron cayendo 1-0.
“Jugar un partido del Mundial supone un honor enorme. Está muy bien. Nos las
hemos arreglado, aunque terminásemos con diez hombres”, subraya. Él y los demás
belgas fueron capaces de resistir durante más de 45 minutos tras la expulsión
de Steven Defour justo antes del descanso. Salió del campo renqueante a raíz de
una entrada demasiado fuerte al final del partido. Salió del vestuario
cojeando, pero sin dejar de bromear con sus compañeros por esta tercera
victoria, tranquilizándolos sobre su estado.
Haría falta más para estropearle este desquite con el
destino, que ha parecido dar un vuelco para él. A mediados de 2012 se
encontraba sin equipo, y rechazó propuestas de lugares exóticos, para poder
relanzar una carrera en punto muerto. Entre las diversas ofertas, consideró la de
la ciudad en la que jugó la noche del jueves. “Llegué a tener muchas llamadas
de algunos clubes, aunque el São Paulo FC nunca se puso oficialmente en
contacto conmigo. Fue simplemente una opción que pasó”.
Después de entrenarse por su cuenta, y sin club durante ocho
meses, Vanden Borre se guió por la razón y regresó a la ciudad en la que había
dado sus primeros pasos como futbolista, donde podría tener visibilidad ante
sus compatriotas y, sobre todo, ante Marc Wilmots, su seleccionador. Convenció
al Anderlecht, el club en el que había debutado, para que le diese una segunda
oportunidad, y volvió a empezar desde abajo en enero de 2013, hasta hacerse al
fin un hueco y consolidarse definitivamente esta temporada. “Era para poder
volver a empezar sobre una buena base. Ir al Mundial era mi sueño y mi
objetivo. Ahora, lo he cumplido”, concluye. (Fifa.com)
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