Brasil.- Es inútil buscar ninguna lógica geográfica para
pronosticar una mayor o menor emoción en una eliminatoria de la Copa Mundial de
la FIFA™. Y menos aún en una edición como Brasil 2014, en la que se llegó a la
prórroga en cinco choques de octavos de final, un récord en esta ronda. La
tendencia es clara: cualquier encuentro, sin discusión, tiene potencial para
ser vibrante.
Sin embargo, para la selección brasileña, las fases de
eliminatorias del Mundial que disputa en casa presentan una peculiaridad que,
si bien no hace necesariamente que los partidos sean más tensos, como mínimo
les da un carácter especial. Al fin y al cabo, las habituales expectativas que
existen cada cuatro años de medirse con grandes de Europa —como sucedió, por
ejemplo, en las cinco finales ganadas por Brasil— ha dado lugar también a
encuentros con viejos conocidos: los sudamericanos.
¿Y qué representa eso exactamente? “Representa, en general,
un partido diferente”, analiza en declaraciones a FIFA.com Ramires,
recuperándose aún emocionalmente de la batalla física y psicológica que supuso
la clasificación en los penales contra Chile, en octavos. “A veces incluso
parece que quieren ganarnos más todavía que los demás equipos. No hay nada que
hacer: siempre es dificilísimo, son partidos de otra clase”.
Y hay una explicación para esto. Cuando los pentacampeones
se cruzan con un rival sudamericano, las posibilidades son, esencialmente, dos:
o bien se trata de un choque ante un equipo sobre el cual tienen una amplia
ventaja histórica —y que por lo tanto entrará en el campo dispuesto a hacer el
partido de su vida— o están ante un reñidísimo clásico, contra uno de sus dos
mayores adversarios en el mundo del fútbol, Argentina y Uruguay.
Valor irracional
Además, hasta hoy, de las 13 veces que ha jugado contra un
conjunto sudamericano en una Copa Mundial de la FIFA, Brasil únicamente ha
perdido dos, ambas en fases eliminatorias: el choque por el título de 1950
contra Uruguay y el de octavos de final de 1990, contra Argentina. El resto se
saldaron con nueve victorias y dos empates, incluido el 1-1 ante Chile en Belo
Horizonte. En principio, deberían ser unas estadísticas alentadoras para los
brasileños. Por ejemplo, frente a Colombia, su oponente en cuartos de final, en
Fortaleza, el registro histórico es sobradamente holgado: 15 triunfos, ocho
empates y solo dos derrotas. Entre las formaciones sudamericanas, Venezuela es
la única que presenta menos victorias contra la Seleção en compromisos
oficiales, tan solo una. Y, no obstante, a nadie se le pasaría por la cabeza
pensar que un encuentro como el de este viernes puede ser tranquilo. Ya no
porque la actual selección colombiana tenga muchísima calidad y esté en racha,
sino por algo más sencillo: se trata de un partido del Mundial, ante un rival
del continente. Eso basta para obligar a que la atención sea máxima.
“Sin duda, tiene un gran peso. En el plano emocional, son
partidos muy complicados, porque los europeos no están tan acostumbrados a
enfrentarse con nosotros seguido. Nosotros tenemos la Copa América, la
competición preliminar… Y también está el aspecto técnico: es un fútbol
diferente”, dice Dani Alves a FIFA.com, para puntualizarlo de inmediato.
“Aunque eso es algo que está cambiando. El fútbol ha evolucionado mucho, y casi
todos los grandes jugadores sudamericanos están en Europa. El resultado acaban
siendo equipos todavía mejores, y más fuertes: el juego no deja de ser intenso,
como corresponde al fútbol sudamericano, pero con gente habituada siempre a un
nivel altísimo”.
Por lo tanto, para pronosticar cómo será un nuevo duelo
sudamericano como el Brasil-Colombia del Estadio Castelão, debemos olvidar el
historial de choques. De 449 partidos oficiales contra rivales de su continente
hasta hoy, los brasileños únicamente han perdido 87, y más de la mitad ante
argentinos y uruguayos. Pero eso no sirve de nada, como bien sabe Dani Alves:
“De algún modo, es una atmósfera como la de la Copa América, aunque todavía más
importante, y con más presión. Creo que puede definirse así”. (Fifa.com)
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