Brasil.- En su segunda etapa al frente de la selección
brasileña, el balance de Luiz Felipe Scolari es de 19 victorias, seis empates y
tres derrotas. Y hay que sumarle los 70 goles a favor, un registro muy superior
al de 26 en contra. Tras el título de la Copa FIFA Confederaciones conquistado
el año pasado, son nueve triunfos en diez encuentros. Sin embargo, el único
revés sufrido ha sido extremadamente costoso, y doloroso: el implacable 1-7
ante Alemania, del martes 8 de julio, que acabó con un sueño de 64 años, el
sueño de ganar una Copa Mundial de la FIFA™ en casa.
Con apenas cuatro días para asimilar semejante decepción, el
combinado brasileño regresa al campo en Brasilia para luchar por el tercer
puesto del Mundial. No sólo está en juego subir al podio, sino mucho más.
Contra el potente conjunto neerlandés, Scolari y sus pupilos tienen la
oportunidad de refrendar un trabajo que presenta un porcentaje de éxito del
75%, pero que se ha quedado a dos pasos de su gran objetivo.
“Ahora pasa a ser importante la otra meta que tenemos, que
es terminar en el tercer puesto del Mundial”, señaló el técnico en una
conferencia de prensa. “Somos conscientes de que ni siquiera una victoria
servirá de mucho para aliviar la decepción que hemos tenido, pero hay que
trabajar con objetivos. La idea era llegar a la final, no lo hemos conseguido,
pero ahora jugamos por alcanzar una meta menor”.
Antecedentes
Será la cuarta vez que Brasil dispute el duelo por la
tercera plaza del torneo, después de 1938, 1974 y 1978. Curiosamente, cada una
de esas campañas presenta similitudes con la trayectoria de este año, aunque
por supuesto con la brutal diferencia de que el equipo no jugaba como
anfitrión.
En 1938, en el primer Mundial en el que la Seleção se
anunció al mundo como una potencia que debía ser respetada en cualquier torneo,
tras superar a Polonia y a Checoslovaquia en las eliminatorias, terminó siendo
derrotada en semifinales por la eventual campeona, Italia (2-1). Fijémonos en
un detalle: en aquella contienda, la principal figura de su generación,
Leônidas da Silva, causó baja por problemas físicos, al igual que Neymar. No
obstante, al contrario que el joven delantero, el Diamante Negro recibió el
alta médica para regresar en el último partido y anotar dos goles contra
Suecia, en la victoria de los sudamericanos por 4-2. Acabaría el certamen como
máximo realizador, tras festejar siete dianas.
En Alemania 1974, el formato de la prueba era distinto. La
fase de semifinales se componía en realidad de dos grupos de cuatro equipos, y
Brasil estaba englobado en el de Argentina, Alemania Oriental y los Países
Bajos. En el último partido de la liguilla, los defensores del título
sucumbieron ante la emergente Naranja Mecánica. Aunque el resultado final de
2-0 fue bastante menos expresivo del que conseguirían los alemanes 40 años más
tarde, el desenlace del choque también dejó atónitos a los brasileños,
dominados totalmente por su adversario, días después de que su entrenador,
Zagallo, garantizase la victoria. En su último compromiso volvieron a perder,
1-0 ante Polonia.
Ese sistema se mantuvo en la edición de 1978, celebrada en
casa de un vecino, Argentina. Estaban en el grupo de Brasil el país anfitrión,
Polonia y Perú. Los brasileños, a pesar de permanecer invictos, vieron cómo los
argentinos avanzaban a la final. La semejanza aquí radica en la regularidad de
los resultados. El seleccionador, Claudio Coutinho, elogió el trabajo de sus
hombres, aunque no lograsen el título. En el encuentro por el tercer puesto, el
equipo reaccionó enseguida y venció 2-1 a Italia, con un antológico gol del
lateral Nelinho.
Vuelta a empezar
Así pues, el balance es de dos bronces simbólicos para
Brasil en este tipo de situaciones. Ahora, los jugadores de Scolari intentarán
despedirse con dignidad, ante un público que siempre ha estado a su lado,
incluso en su peor momento.
“No esperábamos esta derrota catastrófica en relación al
número de goles. Pero tampoco podemos olvidar que es la primera vez desde 2002
que la selección llega a semifinales”, recuerda el entrenador. “Ha sido una
derrota malísima, con seis minutos de fallo general. Si pudiese explicar qué
pasó, lo haría, pero no lo sé”.
Lo que Felipão sabe es que a buena parte de los integrantes
del plantel actual les queda un largo camino por delante, una senda que deberán
empezar a recorrer este sábado, contra los Países Bajos. “Nuestra vida no se ha
hecho solo a base de derrotas, y continuará. Ahora seguirán el trabajo con
Brasil. Por lo menos un 70% de ellos, como mínimo, estarán en 2018, con un
bagaje diferente”. (Fifa.com)
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