Mérida, Yucatán.- En el marco del Festival de la Cultura
Maya (FICMaya) 2014 y en vísperas del Día de Muertos, el grupo yucateco de
música prehispánica Agua y Miel presentó un performance denominado “U paax
pixán” (Música de ánimas), en el cual ejecutó instrumentos ancestrales de más
de tres mil años de antigüedad, para enmarcar la caracterización y lectura de
leyendas de nuestro estado relacionadas con esta tradición.
Al evento, organizado por la Secretaría de Educación de la
entidad (Segey), ubicada en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI,
asistieron alumnos de las Escuelas Secundarias Técnica 04 “Venustiano Carranza”
de la localidad de X-can y la Técnica 41 de Tixpéual.
La música, danza y poesía fueron consideradas como un todo
dentro de la práctica de las diferentes etnias de nuestro país. Las melodías se
consideraban como un esparcimiento profano que llegó a alcanzar un grado de
lirismo con sentido religioso, comentó José Manuel Castillo Cortázar, director
de la agrupación.
El sonido espiritual de cada instrumento transporta a la
época en que se desarrollaban las tres principales culturas prehispánicas, la
maya, inca y azteca, las cuales construyeron diversidad de utensilios de
percusión y aliento que establecían una comunicación y equilibrio con los
elementos de la naturaleza, agregó.
Castillo Cortázar explicó que los instrumentos que utilizan
se encuentran en libros e investigaciones de historiadores, además de que
avalan su aparición en pergaminos y vasijas con tres mil años de antigüedad.
Éstos fueron conseguidos en Veracruz, Palenque y Yucatán.
Entre los integrantes de Agua y Miel está Guillermo Rivera,
quien ejecuta utensilios de viento, como ocarinas, las cuales emiten sonidos
similares a los que hacen distintos animales como búhos y águilas.
Joel Manzano es el encargado de los tunkules, maderas huecas
por dentro, que dependiendo del tamaño dan una sonoridad aguda o grave;
mientras que el soojonpaax, una especie de trompeta gigante hecha con la flor
del henequén y que produce un sonido místico, es ejecutado por Carolina López.
José Manuel Castillo Cortázar manipula los zacatanes,
tambores huecos que se encuentran forrados con piel de venado o ganado vacuno.
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