- Escritor que formó parte del boom latinoamericano, su vasta obra incluye novela, cuento, ensayo dramaturgia y guión cinematográfico
Carlos Fuentes (Ciudad de Panamá, Panamá) aseguraba que
“miedos literarios no tengo ninguno, siempre he sabido lo que quiero hacer y me
levanto y lo hago”, muestra de ello es que escribió hasta el final de su vida,
pues dejó terminada la novela Federico en su balcón y había empezado otra que
titularía El baile del Centenario.
Hijo de un diplomático mexicano, Carlos Fuentes pasó su
infancia en diversas ciudades de América, lo que le permitió adquirir una
cultura cosmopolita, inmerso en un ambiente de intensa actividad intelectual,
que lo llevó a desarrollar una visión crítica y una narrativa sobre la
indagación de la historia y la identidad mexicanas.
Con un estilo audaz y novedoso, aunado al dominio de la
prosa literaria, Carlos Fuentes se dio a conocer a los 26 años de edad con la
publicación del volumen de cuentos Los días enmascarados (1954) donde ya
aparecía el germen de sus preocupaciones: la exploración del pasado
prehispánico y de los sutiles límites entre la realidad y la ficción.
Su éxito arrancó con dos novelas: La región más transparente
(1958), un dinámico fresco sobre el México de la época, un retrato a la vez
atomizado y gigantesco de todas las clases sociales a través de un centenar de
personajes que construyen un protagonista colectivo, donde la ciudad es la de
la voz y La muerte de Artemio Cruz (1962) una prospección de la vida de un
antiguo revolucionario a punto de morir.
Entre ambas novelas se sitúa una obra realista y
tradicional, Las buenas conciencias (1959), que cuenta la historia de una
familia burguesa de Guanajuato y en 1962 sacó a la luz Aura, novela corta,
mágica y fantasmal, inscrita en la mejor tradición de la literatura fantástica.
En Cambio de piel (1967) el autor presenta las divagaciones
de cuatro personajes ante una pirámide de Cholula, mientras que en Zona sagrada
(1967) retrata la difícil relación entre una diva del cine y su hijo y en Terra
Nostra (1975), quizá su obra más ambiciosa y compleja, lleva al límite la
exploración de los orígenes del ser nacional y la huella española.
Su prolífica pluma incluye títulos como La cabeza de la hidra
(1978), novela de espionaje que trata sobre la corrupción en las esferas de la
política mexicana, Gringo viejo (1985) que habla sobre la desaparición de un
periodista estadounidense en el México revolucionario y Cristóbal Nonato (1987)
que narra el Apocalipsis nacional en la voz de un niño que se está gestando.
Después continuaron títulos como Diana o la cazadora
solitaria (1994), Constancia y otras novelas para vírgenes (1990), La frontera
de cristal (1995), Los años con Laura Díaz (1999), La silla del águila (2003),
Todas las familias felices (2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en
Edén (2009), entre otras.
Su afición al cine le llevó a escribir guiones para
numerosas películas como Las dos Elenas, El gallo de oro y Tiempo de morir,
estas dos últimas en colaboración con Gabriel García Márquez, Un alma pura,
Pedro Páramo e Ignacio. Sus novelas La cabeza de la hidra y Gringo viejo fueron
llevadas a la pantalla grande por los directores Paul Leduc y Luis Puenzo
respectivamente.
En materia de cuento, que Carlos Fuentes inició con Los días
enmascarados continuó con obras como Cantar de ciegos (1964), Agua quemada
(1983), El naranjo (1994), Inquieta compañía (2004) y Carolina Grau (2010),
entre otros.
Finalmente, la obra de Carlos Fuentes incluyó ensayos como
París: la revolución de mayo (1968), La nueva novela hispanoamericana (1969),
Cervantes o la crítica de la lectura (1976), El espejo enterrado (1992), Nuevo
tiempo mexicano (1994) y La gran novela latinoamericana (2011).
También escribió obras de teatro, entre éstas El tuerto es
rey (1970) y Orquídeas a la luz de la Luna (1982), así como artículos
publicados en diversos periódicos y revistas.
Junto con el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino
Julio Cortázar y el peruano Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes formó parte del
llamado boom latinoamericano y fue reconocido con diversos galardones entre
ellos el Premio Cervantes en 1987, el Príncipe de Asturias de las Letras en
1994, la Orden de la Legión de Honor de Francia en 2003 y la Gran Cruz de la
Orden de Isabel La Católica en 2004.
Fue miembro del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana
de la Lengua, en 1976 obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia por Terra Nostra, en
1984 el Premio Nacional de Literatura de México, así como varios doctorados
Honoris Causa por universidades como la de Harvard, Cambridge, la UNAM y la
Freie Universität Berlin.
Carlos Fuentes falleció en la Ciudad de México el 15 de mayo
de 2012 a los 83 años de edad y sus restos se encuentran en el Cementerio de
Montparnasse, en París.
En su honor, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
creó el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma
Español, que se entrega en forma bienal para distinguir al conjunto de una obra
que haya trascendido por sus aportaciones a la lengua española con una bolsa de
250 mil dólares.

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