- Un tratamiento adecuado permite mejorar la función ocular del paciente diabético e incluso evitar ceguera irreversible.
- Se estima que en nuestro país existen más de 500 mil pacientes mexicanos diagnosticados con este padecimiento, cifra que puede duplicarse en 15 años, en caso de que no se tomen medidas preventivas.
México, D.F..–“La falta de un tratamiento adecuado para el
Edema Macular Diabético (EMD), puede repercutir severamente en la calidad de
vida de quien la padece, al ser un padecimiento altamente discapacitante al ser
causa de ceguera total, así como problemas de ansiedad y baja autoestima al
influir en el desempeño laboral y entorno social del paciente”, declaró el Jefe
del Servicio de Oftalmología del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del
ISSSSTE, Dr. Luis Porfirio Orozco.
“Es fundamental que el paciente diagnosticado con este
padecimiento cuente con un tratamiento adecuado que evite cualquier riesgo de
pérdida irreversible de la visión”, comentó el Dr. Orozco.
El EMD es una derivación de la retinopatía diabética, ya que
ésta daña los vasos sanguíneos del ojo, y permite que cierta cantidad de
líquido se filtre por debajo de la retina, provocando que la mácula -la parte
del ojo que provee una visión central clara- se inflame, nublando la visión de
manera gradual, e incluso es factor clave para desarrollar ceguera irreversible
en un lapso menor de cinco años, a esta condición se conoce como edema macular
diabético .
La retinopatía diabética es la tercera causa de ceguera
irreversible en el mundo, y en México la primera causa de ceguera adquirida en
personas de edad productiva, generando grandes pérdidas económicas . Se estima
que el 48% de los diabéticos tienen algún grado de retinopatía diabética y de
este universo, el 85% no sabe que padecen la enfermedad, ante una falta de
diagnóstico preciso muchos pacientes se declaran ciegos sin hacer recibido
tratamiento.
El EMD puede presentarse en cualquier etapa de la
retinopatía diabética, aunque es más probable que ocurra al progresar la
enfermedad en el paciente. Es altamente probable que la mitad de las personas
diagnosticadas con retinopatía diabética, también padezcan EMD .
En México aproximadamente 500 mil pacientes presentan EMD y un gran porcentaje
se encuentra en edad productiva. Según datos de la Federación Internacional de
Diabetes en el año 2011 existían 10.3 millones de mexicanos diagnosticados con
diabetes mellitus tipo 1 y 2 , y en caso
de no impulsar estrategias de prevención y control, para el año 2030 la cifra
podría duplicarse en rangos de edad entre los 20 y 79 años.
Una parte fundamental para comprender la EMD es conocer sus
causas, las cuales están relacionadas directamente con padecer diabetes tipo 1
y 2 (por más de 10 años), el tabaquismo, anemia, mal control metabólico
(hiperglicemia), hipertensión arterial ehiperlipidemia, así como
desconocimiento de la enfermedad.
La detección del EMD se logra mediante un detallado examen
visual detallado que incluye: una prueba de agudeza visual; examen con
dilatación de las pupilas y una tonometría -donde se utiliza un instrumento
para medir la presión del ojo-. En este examen el especialista examinará la retina
para detectar señales del padecimiento, por ejemplo si los vasos sanguíneos del
ojo presentan filtración de líquido y sangre o si existe inflamación de la
retina.
Las consecuencias de no acudir al médico cuando se padece el
EMD y no contar con un tratamiento adecuado detona la pérdida de capacidad
visual, lo que puede afectar de múltiples formas al paciente, y repercutir en
su autoestima, salud emocional, trabajo y entorno social.
Ante este panorama, es obligado que todos los pacientes
diagnosticados con diabetes acudan a una revisión anual con su oftalmólogo, si
presenta o no pérdida de la capacidad visual, para poder ser diagnosticado a
tiempo y recibir el tratamiento adecuado.
Actualmente existen diversos tratamientos que han demostrado
excelente resultados para el control de la enfermedad como: el tratamiento con
láser (cuando por mal control de la glucosa ya existe daño en la retina con
crecimiento anormal de vasos y sangrado); aplicación de medicamentos
antiangiogénicos (tratamiento que disminuye el número de vasos anormales en el
ojo y evita ceguera o pérdida visual) y el tratamiento quirúrgico (en casos
extremos con sangrado extenso o desprendimiento de retina) el cual es viable en
casos de complicación muy grave.

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