- En los medios hay poca gente preparada para abordar correctamente temas de ciencia, Martín Bonfil
- Interesar al lector, principal reto de los divulgadores y periodistas científicos
Durante su ponencia en el Diplomado en Comunicación y
Divulgación de la CTi, que se realiza en el Centro de Estudios Peninsulares en
Historia y Ciencias Sociales de la UNAM, dijo que el principal reto de los
periodistas científicos y divulgadores es interesar al lector, y para lograr
eso tienen que enfrentarse al lenguaje especializado de los científicos que “no
puede traducirse mecánicamente, sino interpretarse”, como lo hacen los músicos
al leer un pentagrama para ejecutar una pieza.
Para Martín Bonfil, autor del sitio
lacienciaporgusto.blogspot.mx y quien ha colaborado en las secciones de ciencia
de diversos medios, el lenguaje científico permite a los especialistas
comunicarse entre ellos en forma muy rápida y efectiva porque utiliza términos
que se refieren a conceptos únicos e inequívocos que evitan confusiones, pero
el precio que pagan al utilizar ese lenguaje es que nadie más les entiende.
Por ello la ciencia requiere de profesionales que
interpreten el lenguaje científico en forma creativa y original. -Cualquiera
que quiera comunicar ciencia debe aprender sobre ciencia y alimentar su acervo.
Todo tiene su lado interesante pero hay que saberlo encontrar y uno no lo puede
encontrar si no entiende la ciencia- aseveró Bonfil Olivera.
Además de interpretar el lenguaje científico y presentar los
contenidos en forma interesante, un tercer requisito indispensable de la
divulgación de la ciencia es que debe ser rigurosa, es decir, la información
tiene que estar bien fundamentada y corroborada -es como una mesa de tres
patas, si le falta una, la mesa se cae- aseguró.
Agregó que hace falta formarnos una cultura científica en
México y eso incluye a los tomadores de decisiones y a los medios de
comunicación, donde existe poca gente preparada en ciencia y por eso suceden
“catástrofes periodísticas” como escribir mal algunos términos, dar por cierta
información falsa o cambiar el sentido de algún avance científico por hacer una
mala interpretación.
En este sentido, señaló como responsables a los medios de
comunicación por no contratar a periodistas
especializados en ciencia y pagarles adecuadamente por su trabajo.
Para formarse una cultura científica sugirió suscribirse a
revistas y leer en forma regular noticias y blogs en internet sobre ciencia; un
buen inicio podría ser leer “Guía de la Ciencia” de Isaac Asimov.
Recomendó también aprender inglés para toda persona que
trabaje en ciencia porque una gran parte de la información de primera mano está
en ese idioma: -no saber inglés te hace depender de información de segunda mano
y eso conlleva riesgos- dijo.
En relación con el ejercicio del periodismo científico
explicó que es una forma de divulgación que contextualiza la ciencia para
hacerla accesible y dejar en claro su importancia. Tiene como principales
funciones informar y orientar al ciudadano acerca de las novedades científicas
que le pueden ser útiles para tomar decisiones.
Aclaró que el periodista trabaja para el lector, y por lo
tanto es la opinión que más le debe interesar: Sin embargo, para hacer bien su
trabajo requiere mantener una buena relación con los científicos, y ésta se
logra ganándose la confianza de los expertos a partir de hacer bien su trabajo.
Respecto a lo anterior, refirió que el problema fundamental
de la divulgación es la tensión entre rigor, por un lado, e interés y claridad,
por el otro. Es decir, es inevitable ceder un poco en la exactitud de la
información con el fin de hacerla más comprensible y interesante para el
público, para lo cual es útil utilizar recursos narrativos y mezclarlos con
elementos cotidianos que resulten familiares al lector.
Por último, compartió una versión breve de su definición de
divulgación científica: ““La labor del divulgador es compartir la cultura
científica con un público voluntario y no especialista”.
Martín Bonfil es químico farmacéutico biólogo e hizo
estudios de la maestría en enseñanza e historia de la ciencia de la Facultad de
Ciencias, ambas de la UNAM. Desde 1990 se ha dedicado a la divulgación de la
ciencia por escrito. Colaboró en los proyectos del museo de ciencias Universum
y el Museo de la Luz, de la UNAM. Ha sido profesor de la Facultad de Ciencias
de la UNAM y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Ha colaborado regularmente en varias revistas (Milenio,
Cambio, Los universitarios) y periódicos (La Jornada, Crónica, Reforma).
Actualmente escribe la columna semanal “La ciencia por gusto”, que aparece los
miércoles en Milenio Diario, además de colaborar mensualmente en la revista
¿Cómo ves? También ha colaborado en los programas de radio Imagen en la ciencia
e Imagen Informativa, de Grupo Imagen, y en Hoy por hoy, de W Radio, con
cápsulas semanales de ciencia. Su libro más reciente es La ciencia por gusto,
una invitación a la cultura científica, publicado por Paidós en 2004.
En 2005 recibió la Distinción Universidad Nacional para
jóvenes académicos en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura.
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