- El rector Enrique Graue Wiechers dijo que, por su impacto en México y el mundo, el renombrado historiador representa “lo mejor de los valores universitarios”
- “Estoy en paz con la vida, que ha sido generosa conmigo”, enfatizó el homenajeado
Se trata, abundó, de un académico ejemplar, humanista
multifacético, escritor prolijo, redentor de nuestros orígenes, apasionado de
nuestra cultura y lenguas autóctonas, maestro de generaciones, historiador de
historiadores, ciudadano y hombre ejemplar.
En el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural
Universitario y ante integrantes de la Junta de Gobierno, exrectores,
autoridades universitarias, familiares y amigos del homenajeado, Graue Wiechers
añadió que a todos nos fortaleció la visión histórica de una pluralidad étnica
que jamás será vencida. Por ello, “su Universidad, que ha sido y seguirá siendo
siempre su casa, le rinde este homenaje”.
Estamos aquí para congratularnos de su existencia, y de que
ésta haya estado íntimamente ligada a la Universidad Nacional Autónoma de
México. Usted, precisó el rector, es uno de los íconos universitarios más
conocido y reconocido; le ha dado lustre y vida a nuestro lema, y a la
Universidad, el reconocimiento internacional.
Por todo ello, muchas gracias; le agradecemos ser quien es,
le apreciamos su sencillez y genuina alegría, su generosidad con el saber y, en
mi caso, su sincera amistad. Que por nuestra raza siga hablando su espíritu por
muchos años más, remarcó Graue.
En tanto, el investigador emérito comentó que en la
Universidad ha tenido parte sustancial de su formación intelectual, y maestros
excepcionales, como Ángel María Garibay, Justino Fernández y Juan Hernández
Luna.
Mi vida ha sido muy feliz; estoy en paz con ella, ha sido
generosa conmigo, enfatizó. Luego de recordar a sus padres, reconocer a su
esposa, Ascensión Hernández Triviño, y a su hija y nietos, mencionó a sus
alumnos (muchos de ellos indígenas) y colegas.
“He tenido muchas cosas que hacer en la vida; fui director
del Instituto Indigenista Interamericano, recorrí casi todo el continente,
visité a varios jefes de Estado, tuve experiencias en la selva amazónica. La
vida ha sido una serie de novedades para mí”, relató el autor de “Visión de los
vencidos”.
Ana Carolina Ibarra González, directora del Instituto de
Investigaciones Históricas, dijo que para esa entidad de la UNAM es motivo de
orgullo ser la casa del emérito, el lugar desde donde trasmite su sabiduría y
enseñanzas. Ahí ha escrito y publicado la mayor parte de su obra; ahí fundó
hace más de 50 años la revista “Estudios de Cultura Náhuatl” e imparte un
seminario al que han concurrido generaciones de alumnos por más de cinco
décadas. “Es para nosotros un sabio, tal y como lo entendían los antiguos
nahuas”.
La directora del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, María Teresa Franco y González Salas, indicó que una de las
características centrales en el temperamento de León-Portilla es la sed de
conocimiento, el ingobernable deseo de entender y dar a entender, el júbilo de
una inteligencia profunda y siempre llena de humor, cuando no de ironía,
siempre abierta a nuevos proyectos y realizaciones.
Andrés Lira, director de la Academia Mexicana de la
Historia, recordó que el homenajeado ingresó a esa agrupación como titular del
sillón XVII en junio de 1970. Su discurso sobre el significado de Mesoamérica
en la historia universal, muestra el propósito de una obra que sigue
fructificando. “Ahí, nos beneficiamos de la entrega como investigador,
expositor, impulsor y guía del cuerpo del que fue director de 1996 a 2003, del
académico emérito”.
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