En la Amazonía ecuatoriana la educación no se detiene por la falta de conectividad

Raiza, de 11 años, despierta a las seis de la mañana como cualquier otro día. Silvia, su madre, la espera en el comedor con el desayuno listo. Le ha preparado ‘chucula’, una colada espesa a base de plátano maduro, originaria de la Amazonía ecuatoriana.
Ecuador. Una niña con su madre en el río.UNICEF/UNI340951/Kingman

  • Incluso sin conexión a internet o celulares, los estudiantes de áreas remotas en Ecuador continúan aprendiendo durante el cierre de las escuelas por la COVID-19

Pandayacu, EcuadorPor Ana María Castro) Raiza, de 11 años, despierta a las seis de la mañana como cualquier otro día. Silvia, su madre, la espera en el comedor con el desayuno listo. Le ha preparado ‘chucula’, una colada espesa a base de plátano maduro, originaria de la Amazonía ecuatoriana.

Después de desayunar, Raiza ayuda a su madre a lavar los platos. Luego alimenta a sus mascotas y recolecta yuca, frutas y vegetales del jardín de su casa, en Pandayacu, una comunidad indígena Kichwa, ubicada al nororiente de Ecuador. 

Silvia está embarazada y espera dar a luz en los próximos días. Se siente más cansada de lo habitual y requiere un poco más de ayuda de Raiza con algunas actividades en el hogar. 
Ecuador. Una niña baja frutas de un árbol en su jardín.UNICEF/UNI342340/Pintado

Pero la inminente llegada de un nuevo hermano no es el único cambio para Raiza. Durante los últimos meses no ha podido ir a la escuela desde que las clases presenciales se clausuraron debido a la pandemia.

"No olvides lavar las manos con agua y jabón cuando termines", le recuerda Silvia constantemente a su hija. Esta es una de las frases más recurrentes durante estos días en los hogares de todo el mundo y da cuenta de que, incluso en las comunidades más remotas como Pandayacu, la COVID-19 está cambiando la vida de los más jóvenes.

Esfuerzos para cerrar la brecha educativa

Tres meses han pasado desde que se produjo el cierre de las escuelas en América Latina y el Caribe, dejando cerca de 154 millones de niños temporalmente fuera de las aulas de clase. Pero mientras muchos niños han podido continuar su aprendizaje a través de medios digitales, aprender en línea no es una opción en las áreas más remotas, como en algunas zonas de la Amazonía ecuatoriana.
Ecuador. Niños juegan en un río.UNICEF/UNI340943/Kingman

Sin ir a la escuela, sin acceso a internet, sin celular ni televisión en su hogar, el aprendizaje de Raiza solo ha sido posible gracias a las visitas de su profesora, Doris, quien cada semana llega hasta su hogar.

"Raiza es una de mis estudiantes más juiciosas. Me saluda con mucha alegría cuando vengo a visitarla para entregarle su material de estudio. Su madre también es un gran apoyo y le ayuda mucho con sus tareas", dice Doris.
Ecuador. Una profesora le explica los materiales educativos a una niña UNICEF/UNI340934/Kingman

La pandemia por la COVID-19 ha evidenciado aún más las diferencias ya existentes en el acceso a la educación entre quienes viven en las áreas urbanas y los que viven en las zonas rurales de Ecuador. Casi dos tercios de los hogares del país carecen de conectividad a internet, dejando a muchos niños sin la posibilidad de aprender a través de herramientas digitales.

Es en este contexto cuando la labor de docentes como Doris es determinante. En lugar de ir a las aulas de clases, ahora se desplazan hasta los hogares de sus estudiantes para entregarles los materiales de estudio, que incluyen asignaturas tradicionales como matemáticas, historia y español, pero también actividades para hacer en familia como recetas de cocina, manualidades y mensajes de prevención de contagio de la COVID-19. De esta manera los profesores pueden dar seguimiento a cada estudiante. 

Raiza forma parte de un programa de educación dirigido a niños con rezago escolar, que surgió en el 2016, año en el que Ecuador sufrió un terremoto que dejó muchas pérdidas y destruyó varias escuelas en la costa del país. Este hecho produjo que cientos de niños interrumpieran sus estudios.

Para responder a la emergencia actual, con el apoyo de UNICEF y el socio implementador, Desarrollo y Autogestión, los docentes adaptaron las guías de estudio para ayudar a cerca de 1.200 niños en Ecuador, que como Raiza, se encuentran en un riesgo similar de quedarse atrás debido a los cierres de escuelas por la COVID-19.
Ecuador. Una mujer le ayuda a su hija con la tarea.UNICEF/UNI340960/Kingman

"Varios de estos niños y niñas están en situación de vulnerabilidad y han sido afectados por contextos de migración, violencia doméstica, trabajo infantil y en algunas ocasiones creencias culturales que no promueven la educación temprana de los niños, especialmente de las niñas", asegura Nancy Torres, coordinadora del Programa de Nivelación y Aceleración Pedagógica.
Ecuador. Niños juegan en un río.UNICEF/UNI340942/Kingman

Son las dos de la tarde y Raiza ya ha terminado sus deberes. Le da un beso a su mamá y le pide que la acompañe con sus primos al río, su lugar favorito para pasar el tiempo, nadar y pescar tilapias. La vida en el campo también trae placeres y beneficios que la concurrida vida en la ciudad no permite.

"Sé que los niños no pueden ir a la escuela en este momento, pero ellos siguen aprendiendo en casa con la ayuda de sus padres. Y todavía pueden jugar en el río y disfrutar de nuestra hermosa naturaleza", concluye Silvia.

Esta iniciativa de aprendizaje, apoyada por Diners Club del Ecuador y el socio implementador Desarrollo y Autogestión, es parte de la respuesta educativa a la emergencia por la COVID-19 de UNICEF Ecuador, que también incluye la dotación de dispositivos digitales y planes de datos para que los docentes se mantengan en contacto con los estudiantes, la producción de material educativo y programas para radio y televisión, y la entrega de guías de educación intercultural bilingüe.

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