La guerra mediática: Un albur que destruye

El yerro fue colosal. ¿Quién supervisa las tarjetas que lee el gobernador?

Anoche el misil entró limpiamente en el espectro palaciego y golpeó a la figura más importante del morenismo yucateco

Trabajé de cerca con varios gobernadores. Por ejemplo, Víctor Cervera era muy meticuloso, minucioso, acucioso, metódico. Sabía cuántos pasos había desde que descendía de su camioneta hasta el templete y cuántos escalones tenía.

Si se traba de su discurso leía, releía y tachonaba. Lo pasaban en limpio y lo volvía a leer y, si no le convencía no pronunciaba ese discurso. Improvisaba. Era muy cauteloso. 

Tenía, en la madrugada, el primer ejemplar que salía de la rotativa del Diario de Yucatán. En Comunicación Social, desde las seis de la mañana, ya se elaboraba la síntesis de noticias de los periódicos locales, a las empleadas les decíamos “las recorteras” que no reporteras, y a partir del mediodía las nacionales, que llegaban en el Granito de Oro, en los bajos del Palacio de Gobierno.

Cervera confiaba información a determinado colaborador y otra versión a otro. Cuando esta se filtraba ya sabía quién y tomaba sus decisiones. Para protegerlos, y protegerse, marginó a su familia y parientes de la vida pública.

Con Dulce María Sauri, metida en una guerra mediática con el PAN y el Diario de Yucatán la habilidad del antropólogo Faulo Sánchez Novelo en el manejo de la crisis fue fundamental. El Diario lo bautizó como “El jilguero de Palacio”. Su primer círculo siempre precavido, sea en discursos, conferencias de prensa y las filtraciones. Recuerdo que en una ocasión un reportero del Diario dejó su grabadora funcionando en un macetero del Salón de los Retratos para grabar audios de una reunión privada. El aparato fue detectado  .

Con Federico Granja se cuidaba hasta lo que se depositaba en los cestos de basura. Un reportero obtuvo de ahí un documento que habían triturado, lo unió cuidadosamente y de ahí sacaron todos los datos.

Y así las precauciones en los gobiernos de Ivonne Ortega y Rolando Zapata.

Al final el objetivo del opositor es disputar el poder al gobierno en turno o influir en las decisiones políticas, ya sea exigiendo rendición de cuentas o representando a los descontentos Eso está más que estudiado.

Huacho Díaz está metido en una guerra mediática con sus ex correligionarios y anoche el misil entró limpiamente en el espectro palaciego y golpeó a la figura más importante del morenismo yucateco. En un segundo desencadenó toda una serie de burlas en redes sociales. Un descuido del staff hizo añicos la figura gubernamental a nivel local y nacional. Lo ocurrido no es cosa menor.

Me dicen que semanas atrás hubo una reunión, a puertas cerradas y requisando celulares para que no se filtre lo tratado, donde informaron a los asistentes que una encuesta mostraba una caída en la aceptación del mandatario. El golpe mediático de anoche subió su popularidad, pero lo ridiculiza. Será una anécdota inolvidable.

En la guerra con el panismo yucateco el mandatario y su equipo deben saber que las previsiones han de ser al máximo. No hay inocentadas. Las fuerzas negativas que han invocado están presentes y activos, buscando la primera oportunidad para causar daño, incluso cuando parece que todo está tranquilo. Hay que recordar que en política hay adversarios y que, en el primer círculo, hay inconformes. El enemigo nunca duerme y busca causar daño, aunque parezca una broma del que todos rían.

El yerro fue colosal. ¿Quién supervisa las tarjetas que lee el gobernador? La salud pública del gobierno está golpeada, fue vulnerada con un simple mensaje en doble sentido que, confiado, leyó. El objetivo se logró.

Han de saber que hay más misiles apuntando al Palacio, a sus padres, a sus hermanos, a su esposa, a sus hijos, tal como marca el manual.

Es tiempo de poda.

Octubre de 2025

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