- Una historia de vida
En entrevista en la nave ganadera de la Feria Yucatán
X´Matkuil, Monforte Loría menciona que tendría como unos 22 años de edad cuando
comencé a ayudar a su tío, Gabriel Monforte, desde ese momento me empezó a
agradar todo lo concerniente al ramo ganadero, ya que los animales requieren su
tiempo, cariño y atenciones, además son muy nobles.
A veces la gente cuando nos mira paseando un toro, cree que es algo muy fácil, cuando en primera debes tenerle respeto al animal y ganarse su confianza. Los animales te entienden y también sienten el miedo de alguna persona que está titubea al acariciarlos”, dijo.
En todos estos años al cuidado de muchos ejemplares en distintos ranchos, he
aprendido a descifrar el lenguaje del ganado, saber cuándo están tristes, el
tipo de sonido que hacen, sus estados de ánimo y de comportamiento, y con ello,
reaccionar pronto para atenderlos y evitar su muerte.
¡Uy! en mi familia, ya vamos por la cuarta generación de
amansadores o manejadores como también nos dicen, de hecho mi hijo Carlos de 18 años de edad, está estudiando
para ser Veterinario Zootecnista. Somos orgullosamente ganaderos de Sucilá,
recalca con énfasis.
Todos los amansadores debemos ser reconocidos pues nosotros
somos parte esencial cuando un ejemplar es campeón, ya que le dedicamos
atención, los consentimos, los alimentamos, les damos sus medicamentos y
supervisamos, incluso hay ocasiones nos quedamos en vela, cuando alguno
está por parir o enfermo.
En mi trayectoria ya llevó 13 campeonatos, que son frutos de
mi trabajo y claro del esfuerzo también de los ganados, entre las razas que he
amansado están Beefmaster, Charolais y cruzas de Cebú.
¡Yo que soy amansador, sé que Yucatán tiene muy buena
calidad en la ganadería!, destaca Jorge Carlos con una sonrisa. Gracias a mi trabajo
he viajado a Tamaulipas, Quintana Roo y Campeche, por eso sé que tenemos mucho
para destacar.
Nosotros no tenemos horario, un ejemplo es la Feria Yucatán
X´Matkuil, yo duermo en la camioneta y doy mis rondas para estar al pendiente
de los seis machos que quedan del rancho Candelaria donde trabajo, pues ya se
vendieron dos. Los baño, les doy de comer y claro, hasta sus caricias, también
requieren de afecto.
Sin embargo, cuando paso a la pista de calificaciones con
alguno, me emociona ver que mi trabajo es reconocido, más cuando resulta ser
ganador de algún campeonato, me enorgullezco de la labor que realizó junto con
mis compañeros.
En todo momento, efusivo Jorge Carlos contaba que para que
un ejemplar de cualquier raza y sexo pase a una calificación, primero se hace
una selección de todos los ganados con los que se cuente y se destaquen por su porte, aplomos y forma de
caminar. Después los que quedaron se vuelven a analizar sus atributos para de
ahí sacar a los animales más óptimos.
Lo anterior se lleva a cabo antes de la competencia, y el
mero día se bañan, se peinan y hay quienes hasta su aceitito para el pelaje les
ponen para que cuando pasen brillen, aunque yo digo que un animal no debe
brillar, su porte debe ser lo más importante.
A estos ejemplares del rancho “Candelaria”, propiedad de
Henry Erosa Correa, les doy de comer al día de nueve a diez kilos de alimento
más pasto, la cantidad en eso, es libre. De agua entre 15 a 20 litros de agua,
para que así estén bien hidratados.
Para finalizar, Jorge Carlos, menciona que con 42 años de edad se siente
satisfecho de su labor con la cual ha podido sacar adelante a sus tres hijos.
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