Reflexionemos: Ustedes agarren…

Mucho se ha escrito sobre el #QuedateEnCasa, que pocos hacen caso. Cada quien con su argumento del porqué salir a la calle. Por mi barrio, excluido el panadero, casi todas son señoras humildes que venden frituras, mangos o ciruelas a bordo de triciclos. Sin discuciones.
Mucho se ha escrito sobre el #QuedateEnCasa, que pocos hacen caso. Cada quien con su argumento del porqué salir a la calle. Por mi barrio, excluido el panadero, casi todas son señoras humildes que venden frituras, mangos o ciruelas a bordo de triciclos. Sin discuciones.

Con ellas en mi mente recuerdo que la polémica está centrada en quién debe recibir el apoyo del desempleo o los créditos para empresarios, sean micros o mayores. Si fuéramos una sociedad empática, sin fobias ni filias políticas y menos discriminadores, diría que todos merecen un apoyo porque el virus pega parejo.

Todo el que se acerque a su gobierno, sea federal, estatal o municipal, merece ser apoyado. Cada quien sabe sus propias necesidades. No estamos en sus zapatos aunque en estos momentos diría que todos estamos en el mismo zapato, en menor o mayor grado.

Sin embargo tan pronto alguien levanta la mano para expresar su necesidad inmediatamente es descalificado, bien sea por el gobierno federal, estatal o municipal o el propio vecindario.

Sobre los “ricos”, les cuento. Por razones familiares conozco a varios empresarios que hasta antes de la pandemia daban el sustento diario a varias familias, por decir decenas.

La cuarentena y el cierre de negocios no prioritarios obligó a los parientes a mandar a casa a sus leales trabajadores, con la semana de paga incluida. Las plazas comerciales y las playas, donde operan, están cerradas. El dinero se agota y el dinero del gobierno para que la pequeña empresa subsista no llega. 

El empleado se desespera, junto con su patrón. Los bancos están temerosos de dar créditos porque es inminente la quiebra. Se recurre a los prestamistas. El agio está haciendo su negocio en la tempestad.

Otros parientes tienen sus parcelas. La situación no cambia mucho, hay producción pero no comercialización. Nadie puede salir del pueblo, por temor al contagio. Entonces no hay ingresos, y los leales empleados y sus familias tendrán que desayunar, comer y cenar sandías. Los animales, el ganado, cada día están más flacos. Ya no habrá huevos porque se tendrán que comer la gallina. La sequía también está pegando y el agua para regar por hora es cara. Los naranjales estaban floreciendo.

Desde mi punto de vista esta crisis está muy mal manejada. En una situación de emergencia primero debió trazarce una gran estrategia sostenida por economistas, no por políticos.

Me explico. El economista ya hubiera presentado su análisis macroeconómico y microeconómico y desarrollado sus previsiones de cómo enfrentar esta situación.

El desgaste de los empresarios, pagando semanas o quincenas a sus empleados, ya se hubiera compensado con algún modelo de economía que evitara la pérdida de empleos por el cierre de empresas.

Sin ese soporte los políticos, nuestras autoridades, se lanzaron a las calles en caravana con cientos de jóvenes a repartir despensas en los municipios como si estuvieran buscando el voto. En eso son expertos. 

No se detuvieron a pensar que la inmensa mayoría de quienes están encerrados en sus casas en cuarentena y que recibirán 2,500 pesos mensuales y una despensa, son los mismos que semanal o quincenalmente reciben sus pagas de los micro o macro empresarios.

Eso que también los alcaldes que suspiran a una diputación hacen lo mismo. Las redes sociales están inundadas de fotografías de mujeres, hombres y abuelitos y abuelitas mostrando su INE junto con su despensa. Más parece temporada de campaña electoral que de cuarentena sanitaria. La gente ya está instruida: “Ustedes agarren”. ¿Recuerdan esa expresión? Y lo están haciendo, nuestro pueblo también es experto en despensas y en listas de apoyos.

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