- No solamente era el escribano, aquel niño que tuvo el privilegio de aprender a leer y escribir a los 10 años de edad, fue un rezador en el centro ceremonial de la Santa Cruz Parlante de Tixcacal Guardia: Fue un iniciado.
X-Pichil, Carrillo Puerto, Q. Roo.- El dignatario Aniceto May Tun era el protector y único facultado para leer el “A’ almaj T’aan”, el libro sagrado de los mayas macehuales escrito en latín y griego que guarda “todos los secretos y las profecías de lo que vendrá” y que establece que la humanidad no llegará al año 2025.
El libro fue escrito a mano por un guardián previo, Dionisio Itzab, quien lo entregó en sucesión a May Tún.
No solamente era el escribano, aquel niño que tuvo el privilegio de aprender a leer y escribir a los 10 años de edad, fue un rezador en el centro ceremonial de la Santa Cruz Parlante de Tixcacal Guardia, sede de la organización y estructuración de las fuerzas religiosas y militares. Fue un iniciado.
Era, a sus 112 años de edad, uno de los más longevos de la organización teocrático-militar de la civilización maya. Fue descendiente directo de los hombres que el 30 de julio de 1847 hasta 1901 encabezaron el Movimiento Social Maya, la “Guerra de Castas”.
Don Aniceto ha muerto en su amada comunidad de X-Pichil, donde era famoso en el tejido de hermosas hamacas, hechas con fibra de henequén. Su deceso fue confirmada a las 12:30 del 27 de agosto.
Mi experiencia con Don Aniceto
Conocí a don Aniceto cuando estaba recorriendo la ruta de la Guerra de Castas, para un reportaje para el periódico Por Esto!. Fue muy accesible conmigo, pero no así con la fotógrafa Socorro Chablé. Las mujeres y los hombres no se dejaban retratar.
Cuando caminábamos en el centro ceremonial rumbo a la iglesia, donde realizan sus rezos, guardan los santos y la verdadera Santa Cruz, me dijo: “te voy a mostrar un secreto, tú entiendes esto ¿verdad?, me cuestionó en maya. Le afirmé con la cabeza que sí.
Cuando llegamos a la puerta de la iglesia, levantó la mano en señal que Socorro no entraría a la iglesia. No mujer y sin cámara, dijo y me pidió quitarme los zapatos. Me explicó que ahí, inclusive, los hombres son quienes cocinan y preparan las bebidas. Mujeres y niños no participan.
--“Vas a entrar a un lugar sagrado”, entramos descalzos, en silencio; luego él comenzó a rezar en medio del olor a incienso, copal y velas. Llegamos hasta el altar donde abrió el “A’ almaj T’aan”, que me leyó de manera pausada; luego me contó sobre otros libros y de la Santa Cruz. También me habló de la importancia de Chancah Veracruz, Chum Pom y Tulum.
Después de larga charla caminamos a la salida de la iglesia. Después recorrimos los cuarteles, donde se alojan las compañías de otras poblaciones que acuden a hacer “guardias”. Ahí nos presentaba e informaba a los generales, comandantes, tenientes y cabos sobre nuestro trabajo periodístico. Tuvimos excelente material y extraordinarias fotografías.
Nosotros llegamos cuando se celebraba la fiesta de Las Tres Cruces, así que había abundante comida que nos convidaron generosamente.
Rezadores piden por el alma del dignatario
Apenas el martes pasado falleció en la comunidad de Señor Cresencio Pat Cahuich (1924-2020) descendiente del líder rebelde, Jacinto Pat.
Los rezadores mayas Alfonso Ek Balam y Silverio Pat Chan encabezaron el ritual maya en honor de Pat Cahuich, en una ceremonia en la que fueron colocadas ofrendas, así como las respectivas velas.
En lengua maya, procedieron a pedir por el alma del dignatario, invocando al creador, a los santos, y a la propia Santa Cruz, por lo que cerca de una hora, realizaron la actividad religiosa maya-católica.
La última vez que May Tun participó en un evento público fue en la celebración de los 80 años de la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah), en la exposición fotográfica “Testigos de la Guerra de Castas” del fotógrafo canadiense Serge Barbeau, en el Museo Maya de Cancún en la zona hotelera, el año pasado.
A dicho evento, junto con don Aniceto, también acudió Abundio Yamá, de la comunidad de Señor y Pat Cahuich.
Este viernes fue sepultado en X pichil, declarada por el ayuntamiento de Felipe Carrillo Puerto, como capital del bordado.
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