La omisión de la politización de los cuidados resultado de la cultura que naturaliza a las mujeres como las cuidadoras

Toda la sobrecarga de cuidados limita la posibilidad de las mujeres de percibir ingresos propios

La omisión de la politización de los cuidados resultado de la cultura que naturaliza a las mujeres como las cuidadoras
directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer de Bolivia, Tania Sánchez Montaño ! Twitter

  • El covid-19 nos ha planteado un gran reto porque se han triplicado horas de trabajo no pago en las mujeres: Tania Sánchez
  • La escasez de tiempo de las mujeres impide, por ejemplo, mayores niveles de participación política
Por Norma Loto
(normaloto@gmail.com)

Buenos Aires, noviembre (SEMlac).- La omisión de la politización de los cuidados tiene una única explicación: la cultura que naturalizó a las mujeres como las cuidadoras.

En estos tres días de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, uno de los pedidos más enfáticos fue el realizado por María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, quien remarcó que el cuidado debe ser pensado como un cuarto pilar para el desarrollo, junto a la salud, la educación y la seguridad social.

En cada una de sus alocuciones, Vaeza pidió una y otra vez que es tiempo de "acabar con el extractivismo del tiempo de las mujeres".

Sus palabras no son vacías de sentido; es que hay datos que las respaldan. En este sentido, el documento "La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género", que fue presentado en el marco de la conferencia, indica que en la región las mujeres dedican 19,6 por ciento de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, mientras que los hombres apenas destinan 7,3 por ciento.

En la actualidad, solo 10 países de América Latina y el Caribe calculan el aporte monetario del trabajo no remunerado de los hogares. En la región, este tipo de trabajo tiene un valor de entre un 15,9 por ciento y un 27,6 por ciento del PIB. En promedio, el 74 por ciento de este aporte lo realizan las mujeres.

Otro dato del que da cuenta el mencionado documento es que 60 por ciento de las mujeres en hogares con presencia de niños y niñas menores de 15 años declara no participar en el mercado laboral por atender responsabilidades familiares, mientras que en hogares sin presencia de niños y niñas del mismo tramo de edad esta cifra se ubica en 18 por ciento.

Toda la sobrecarga de cuidados limita la posibilidad de las mujeres de percibir ingresos propios y de destinar tiempo al autocuidado, al ocio y muchas veces es un limitante de aspiraciones.

La pandemia y los cuidados

La directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer de Bolivia, Tania Sánchez Montaño, dijo a SEMlac que la pandemia del covid-19 ha mostrado la importancia de poner el cuidado en agenda. Y remarcó que, si bien "se ha ido trabajando, pidiendo presupuesto a los estados. El covid-19 nos ha planteado un gran reto porque se han triplicado horas de trabajo no pago en las mujeres y que soporta al sistema económico de nuestros estados".

Respecto al covid-19, el documento de la CEPAL refleja que el aumento del trabajo doméstico y de cuidados dentro de los hogares como consecuencia del cierre de las instituciones provocó "una salida masiva de las mujeres del mercado laboral. De ese modo, el aumento de la participación laboral de las mujeres se interrumpió bruscamente después de al menos 20 años de tendencia creciente y se produjo un retroceso de 18 años en el primer año de la pandemia".

Aunque algunos sectores se han recuperado, hay otros que "aún se encuentran por debajo de los niveles prepandemia, incluido el amplio sector de las trabajadoras domésticas. Este cambio de tendencia enciende alertas sobre la pérdida de autonomía económica de las mujeres y el retroceso asociado a la división sexual del trabajo remunerado y no remunerado y a los sectores de la economía en que tradicionalmente se insertan las mujeres".

Los hombres tienen que cuidar

Sánchez Montaño remarca la importancia de los estados para fortalecer políticas públicas y promover los cuidados como un derecho humano y subraya: "los hombres tienen derecho a cuidar. El cuidado es un derecho que les ha sido prohibido por la cultura".

Sobre este aspecto, uno de los puntos que desarrolla el documento son licencias parentales, que pueden ser utilizadas por los padres y las madres a continuación de la licencia de maternidad. Estas licencias solo existen en cuatro países de la región: Chile, Colombia, Cuba y el Uruguay

"El bajo porcentaje de padres que han utilizado el permiso parental indica que todavía persisten algunas resistencias culturales, pero también obedece a barreras en el diseño de estas licencias para promover el uso paterno del tiempo disponible para cuidar".

Así la experiencia en diferentes países indica que los sistemas de licencias que definen períodos exclusivos para los padres "logran que una proporción importante de estos utilicen los permisos parentales y se involucren de forma activa en los cuidados. En tanto, que la experiencia de aquellos sistemas que establecen que el derecho a la licencia parental corresponde a la madre, que puede transferir parte del tiempo al padre, o que el derecho es de ambos, pero deben definir quién hará uso del tiempo de cuidado no modifican los roles de género con respecto al cuidado y, por tanto, los permisos son utilizados casi exclusivamente por las madres".

A tener en cuenta:

La escasez de tiempo de las mujeres impide, por ejemplo, mayores niveles de participación política: en 2021 las mujeres ocupaban el 33,6 por ciento de los escaños de los parlamentos nacionales en América Latina y el Caribe. Se estima que tomará más de 40 años alcanzar la paridad en los parlamentos nacionales.

Durante la pandemia, el empleo doméstico fue muy afectado: al consabido problema de la baja remuneración de este trabajo, se suma que el confinamiento por la pandemia provocó la disminución de salarios o la pérdida de empleo en este sector.

Las niñas y adolescentes en matrimonios infantiles o en uniones tempranas se han visto especialmente afectadas por la pandemia a causa de la falta de acceso a métodos anticonceptivos. Esto ha provocado embarazos no planeados o no deseados. Y en muchas ocasiones, ha conducido a interrupciones inseguras del embarazo en los países donde la interrupción del embarazo es ilegal.

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