- Restos de granos carbonizados de maíz, frijol, calabaza y amaranto de más de 1,100 años de antigüedad
- Granos de maíz, frijol, calabaza y amaranto, apuntan que este lugar prehispánico, ubicado en Zacatecas, fue un asentamiento y no un lugar de peregrinación
- Datan de entre 650 y 900 d.C., y también sugieren que la frontera norte mesoamericana estaba mucho más arriba de lo que se ha pensado hasta ahora
México,
DF.- Restos de granos carbonizados de maíz, frijol, calabaza y amaranto de más
de 1100 años de antigüedad, descubiertos durante excavaciones efectuadas en
2012 en la Zona Arqueológica La Quemada, en Zacatecas, sugieren que el sitio
prehispánico fue un asentamiento mesoamericano, y no un lugar de peregrinación
para grupos nómadas o chichimecas como se creía.
“Esta es la
primera vez que en el sitio se descubren semillas en un contexto de tipo
doméstico, y que dan cuenta de la
alimentación”, indicó Marco Antonio Santos, arqueólogo del INAH, responsable de
la zona arqueológica, al tiempo que descartó la posibilidad de que los granos
hayan llegado vía comercio, porque de maíz y frijol ya han sido localizados de
forma aislada en terrazas agrícolas del sitio prehispánico en exploraciones
anteriores.
Asimismo,
dijo, se descubrió una viga de pino de grandes dimensiones —2.5 metros de
altura y 30 cm de diámetro—, que hace suponer la existencia de bosques en la
región, los cuales debieron desaparecer debido a la actividad minera de los
últimos 450 años. “Esto sumado a los restos vegetales que datan de entre 650 y
900 d.C., sugieren que la frontera norte mesoamericana estaba mucho más arriba
de lo que se ha pensado hasta ahora”, explicó.
La
Quemada fue un asentamiento prehispánico
con una ocupación de 300 a 1200 d.C., con esplendor entre 650-900 d.C.; por las
similitudes que guarda con a urbe prehispánica de Altavista, se ha asociado al
desarrollo de la cultura chalchihuites, cuya influencia se ve en elementos de
arquitectura (patios y crujías con cuatro costados y salones con columnas),
diseños en cerámica y decorados con pigmentación verde, azul y amarillo, así
como en grandes concentraciones de restos óseos humanos en algunos
edificios.
“Dicha urbe
—comentó el especialista—, localizada en el municipio de Villanueva, fue
construida en cinco niveles sobre un cerro; en el segundo de ellos se localiza
la estructura denominada El Cuartel, que fue el área habitacional de la élite
del sitio prehispánico, y el cual comprende alrededor de 500 metros cuadrados”.
Marco
Antonio Santos mencionó que en ese lugar, durante la temporada de excavaciones
2012 (junio a diciembre), se encontraron los granos, además de ocho metates
fracturados, restos de carbón, un fogón semicompleto, además de núcleos,
lascas, preformas y puntas de proyectil.
“Además
—continuó— se localizaron varias ollas de uso doméstico, algunas de gran tamaño
(40 cm de altura y 70 de diámetro) usadas para almacenaje de granos o agua, y
otras más pequeñas —30 X 40 cm— utilizadas para la preparación de alimentos”.
Dichos materiales actualmente son sometidos a procesos de restauración y a
análisis para determinar fechamientos mucho más exactos.
Durante las
excavaciones arqueológicas en El Cuartel, los especialistas realizaron pozos de
sondeo con los que identificaron claramente tres niveles arquitectónicos
colapsados. El primero fue un área de descanso o dormitorio; el segundo —donde
se hallaron los restos vegetales y utensilios de cocina— era la terraza donde
se preparaban los alimentos.
“Ambos
corresponden a la etapa de mayor esplendor de La Quemada, entre 650 y 900
después de Cristo. Están hechos con lajas de piedra y aplanado de arcilla,
unidos con fibras vegetales, arcilla y un aglutinante, posiblemente baba de
nopal”, refirió el arqueólogo del INAH.
Santos
refirió que el tercer nivel del conjunto —elaborado totalmente de adobe entre
900 y 1200 de nuestra era— quizá sirvió como punto de observación astronómica,
ya que su orientación es hacia la salida del Sol y es la parte más alta, donde
se ve ampliamente la mayoría de la urbe prehispánica. “Además, durante el
solsticio de verano nos hemos percatado que los rayos solares iluminan
directamente el centro de la habitación”.
Por debajo
del primer nivel se halló una subestructura de tierra de lo que pudo haber sido
una plaza, preliminarmente data de entre 300 y 400 d.C., y tal vez tuvo una
función ritual, con la posibilidad de que sea la continuación del edificio
conocido como Sacrificios o la Media Luna, donde hace un par de décadas se
localizaron varios restos humanos”, indicó el arqueólogo.
Paralelamente,
se encontró la gran viga de madera, que funcionó como un travesaño entre el
primero y el segundo nivel de El Cuartel.
Al
respecto, Diana Ugalde, restauradora del Centro INAH-Zacatecas, mencionó que el
objeto perecedero se conservó a lo largo del tiempo porque se mantuvo en un
espacio con clima seco. Explicó que hubo necesidad de consolidarlo in situ,
pues presentaba fragilidad, falta de cohesión y fragmentación; posteriormente
la pieza fue trasladada al taller de restauración, donde se le aplicó otra capa
de consolidante.
La
restauradora señaló que actualmente se trabaja en la elaboración de un soporte
de acrílico que pueda contener al objeto, a fin de que sea exhibido
próximamente en el Museo de Sitio de La Quemada.
Finalmente,
el arqueólogo Marco Antonio Santos adelantó que durante la siguiente temporada
de excavaciones, que se realizará en los meses próximos, se continuará con las
investigaciones y estabilización de El Cuartel; simultáneamente se seguirán
realizando los procesos de restauración en los materiales hasta ahora
descubiertos.
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