Restauran piezas del Siglo XVIII del Museo de El Carmen

  • Se trata de una escultura policromada de un Cristo crucificado y un óleo sobre tela de la Virgen del Refugio
  • Ambas piezas novohispanas presentaban desprendimiento de color, faltantes, suciedad y barniz amarillento; próximamente serán exhibidas para disfrute del público

México, DF.- Una escultura de un Cristo crucificado de madera y una pintura sobre lienzo de excelente manufactura, ambas del siglo XVIII, fueron restauradas recientemente por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Las obras novohispanas pertenecen al Museo de El Carmen y próximamente serán exhibidas para disfrute del público.

Dichas piezas, de autores anónimos, fueron intervenidas como parte del Proyecto de Restauración y Mantenimiento del Acervo Cultural de dicho recinto. Las obras fueron evaluadas y se encontró que presentaban algunos deterioros significativos, informó Claudia Garza Villegas, restauradora responsable de la tarea.

El Cristo policromado —de 1.3 metros de altura y 1.1 de ancho— fue llevado al taller de restauración del museo, donde le fue cambiada la cruz en la que descansaba, pero una vez realizado el registro fotográfico y el diagnóstico (los deterioros y sus repercusiones en la pieza), se determinó trabajar también la escultura.

“Preliminarmente se realizaron radiografías para poder establecer la técnica de manufactura y los materiales constitutivos; con ello fue posible saber que el soporte de madera de colorín, que si bien fue creado a finales del siglo XVII, fue repintado en el XVIII,  es decir, se le aplicaron nuevos colores, que actualmente son los que se observan en el Cristo”, explicó Garza Villegas.

Los principales deterioros que tenía la escultura eran de desprendimiento de policromía, fisuras y faltantes de soporte en el cendal (representación de la tela que cubre a Cristo al nivel de la cintura) y en las extremidades (dedos de pies y manos).

“Primero fue necesario limpiar la pieza, lo que a su vez permitió observar los faltantes que fueron resanados. Al mismo tiempo se hicieron las reposiciones de dedos y del cendal con madera de colorín. Luego se realizó la reintegración cromática con la técnica rigattino, que consiste en la aplicación de pequeñas líneas verticales y paralelas de color, la cual se aplicó principalmente en las encarnaciones donde los faltantes eran mayores”, detalló la especialista del INAH.

En la última parte de restauración del Cristo, le fue colocada una cruz nueva hecha con madera de cedro rojo, porque la que tenía —que no era la original— ya estaba muy deteriorada. En breve la pieza regresará a la Sala de Refectorio, donde se exhibía originalmente, para mostrarse como parte del acervo permanente del museo.

Por lo que toca a la restauración del óleo sobre tela, se trata de la imagen de la Virgen del Refugio o Refugium Pecatorum —de 71 X 97 cm—, que entre los deterioros que presentaba estaban la pérdida de 10 por ciento de la capa pictórica de la parte inferior —donde posiblemente estuvo la firma del autor—, barniz amarillento y suciedad.

La pintura muestra al centro a la Virgen de cuerpo completo; porta un vestido rosa y un manto azul, en los que se aprecian monogramas que hacen referencia a Jesús y a su madre, además de motivos florales, todos ellos hechos en hoja de oro, material con el que también fue elaborada la corona —localizada en la parte superior— que un par de ángeles detienen entre sus manos.

La Virgen sostiene al Niño Jesús (quien viste una túnica roja) con el brazo derecho, mientras que con el izquierdo sujeta un báculo en forma de cruz; alrededor de su cabeza posee una aureola con rayos resplandecientes. En la parte superior hay nueve querubines entre nubes.

Asimismo, en la parte inferior, a nivel de sus pies, se encuentran siete ánimas llorando que contemplan a la Virgen; éstas a su vez, están siendo devoradas por cuatro demonios que emergen de entre el fuego, los cuales representan a los siete pecados capitales.

Claudia Garza indicó que luego del registro fotográfico pertinente, la pieza fue limpiada con solventes y gel especiales, lo que permitió observar la tonalidad real de los colores y los faltantes en capa pictórica.

Posteriormente, se realizaron los resanes necesarios y la reintegración cromática con lo que se recuperaron algunas de las palabras —que refieren a pecados capitales— contenidas en la parte inferior del cuadro. Entre las frases se encuentran: pereza (de la que se puede leer ereza), gula (gvla), soberbia (sob), ira (ira) y avaricia (arizia).


Tras la limpieza de la pintura, se logró ver las lágrimas que corren por las mejillas de las ánimas en pena y los rayos que salen del corazón de la Virgen, elementos que se mantenían ocultos tras la suciedad y el barniz. Por último, al óleo se le agregó una capa de barniz semimate como protector, y le fue colocado un marco ya que no tenía ninguno”, concluyó la restauradora.

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